Taranc¨®n
Hago un par¨¦ntesis en mi columna y cedo al deber de paisano, de amigo correcto sin aspavientos, y de quien preocupado estos ¨²ltimos meses por mi propia salud se sent¨ªa honesta y tristemente solidario con Manolo Taranc¨®n en su lucha contra la fatalidad de una enfermedad injusta, cerril e implacable que le rob¨® con descaro los muchos a?os que todav¨ªa le quedaban entre nosotros y, quiz¨¢s, en la cosa p¨²blica.
Digo deber de paisano porque las personas que sienten Borriana como su naci¨®n, aunque esa pasi¨®n podr¨ªa ser tenida equivocadamente como un s¨ªndrome, nos dictan que en acontecimientos tan aciagos como la prematura muerte de Tar(r)anc¨®n (all¨ª lo pronunciamos con erre) los que formamos parte de esa abstracci¨®n que incluye pol¨ªticos, patricios, hombres de cultura, notables locales y patriotas borrianencs debemos terciar en las eleg¨ªas para que lo que nos une en esa patria cunda como ejemplo para los m¨¢s j¨®venes y para los que han de venir.
Digo correcci¨®n pol¨ªtica porque no fue menester que ocurriera el ¨®bito para que nuestros antiguos empecinamientos -nacidos contra la Dictadura y alimentados por una transici¨®n a la democracia en tantos aspectos discutible-, desembocaran en una activa comprensi¨®n de las razones del otro, en la propia aceptaci¨®n del otro y en la profil¨¢ctica relativizaci¨®n de las verdades pol¨ªticas cuando se ama la democracia y la libertad sobre cualesquiera otros valores adosados a lo p¨²blico. Manolo siempre fue irritantemente moderado y de un liberalismo nominalista que le llev¨® pronto y joven al conservadurismo; s¨ª claro, eso fue cuando algunos de sus contraopinantes parec¨ªa que ¨¦ramos la horda roja; pero la realidad fue que casi diez a?os despu¨¦s de que ¨¦l formase parte del PDLPV, yo, por ejemplo, me li¨¦ con el PRD, que era sucesor de aqu¨¦l, aunque, para entonces, ¨¦l ya estaba en el conservadurismo del PP. De todas maneras, corri¨® menos trecho ¨¦l que yo, y por eso, desde hac¨ªa bastante tiempo nos entend¨ªamos infinitamente m¨¢s que cuando ¨¦ramos j¨®venes.
Digo solidario porque desde que tuve noticia de los primeros zarpazos contra su salud (nuestro amigo Palomero me tuvo informado al d¨ªa) estuve deseando que todo saliera bien. Cuando me encontr¨¦ con ¨¦l quise pensar que superar¨ªa el trance y as¨ª se lo dese¨¦: -"Tens cara de vida, Manolo"-, le dije hace unos meses. Finalmente, al sorprenderme asiduo de una cl¨ªnica busc¨¢ndome en alg¨²n rinc¨®n del cuerpo una hipot¨¦tica mala noticia, me acordaba de ¨¦l de un modo especial y le dec¨ªa ¨¢nimo, ¨¢nimo que no est¨¢s s¨®lo, sin que hayan servido de nada los carros de estrellas que le envi¨¦, que env¨ªo a los amigos cuando la salud les vuelve la espalda.
Porque m¨¢s de treinta a?os de conversar, cruzarnos, compartir, discutir, o cooperar nos acercaron a la elegancia de disentir sin estridencias; porque por encima de la pol¨ªtica est¨¢ siempre la humanidad, la solidaridad, el recuerdo amable de lo bueno y el olvido generoso de las diferencias de otros tiempos; porque, adem¨¢s, en su momento apost¨® (con riesgo) desde la Diputaci¨® de Val¨¨ncia por mi proyecto editorial de una colecci¨®n de cl¨¢sicos del pensamiento valencianos, y porque con su impulso (y el sucesivo apoyo de Lis, Villaca?as y Bellveser) Estudi General-Textos Valencians es una espl¨¦ndida realidad, propondr¨¦ a la Instituci¨® Alfons el Magn¨¤nim que su nombre figure en lo sucesivo como Director Honor¨ªfico In Memoriam de la colecci¨®n, y que ese acuerdo se conserve para siempre.
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