'El ocaso de los dioses' cierra en el Real la tetralog¨ªa de 'El anillo del nibelungo'
La cuarta entrega de la obra wagneriana se estrena hoy con Alfons Eberz como Sigfrido
Ha sido un trabajo duro, intenso, en el que el Teatro Real y la ?pera de Dresde han empleado tres a?os en coproducci¨®n. Se ha visto por partes y desde hoy hasta el 16 de marzo se representa en el Teatro Real la ¨²ltima entrega, El ocaso de los dioses, grandioso y largo desenlace -cinco horas y media- de esta versi¨®n de la tetralog¨ªa de Richard Wagner que han dirigido Willy Decker en escena y Peter Schneider en el foso al frente de la Orquesta Titular del Teatro Real. Alfons Eberz, Eric Halfvarson y Luana DeVol protagonizan el final de El anillo del nibelungo.
Hasta el momento, como casi siempre que se trata de versiones de obras wagnerianas dignas, ha habido divisi¨®n de opiniones. El montaje de Willy Decker, prestigioso, atrevido y sutil director de escena alem¨¢n, ha ido gustando m¨¢s en cada entrega pese al desconcierto inicial de su planteamiento radicalmente teatral, muy alejado de la grandiosidad y m¨¢s cerca de la est¨¦tica minimalista de la primera entrega, El oro del Rin, estrenada hace dos temporadas. La peripecia de este nuevo Anillo continu¨® el a?o pasado con La valquiria, que dej¨® un duelo memorable en escena entre Pl¨¢cido Domingo y Waltraud Maier, y se cierra definitivamente este a?o con las dos entregas finales: Sigfrido, que se vio en diciembre, y ahora El ocaso de los dioses.
Ayer, dos de sus protagonistas, el tenor alem¨¢n Alfons Eberz, que encarna a Sigfrido, el nuevo hombre que propone Wagner, y Eric Halfvarson, el bajo estadounidense que interpreta a Hagen, el malvad¨ªsimo hijo de Alberich que quiere arrebatar el anillo a Sigfrido, presentaron la obra en Madrid. "Los bajos solemos encarnar a personajes malos. No es que yo vaya a interpretar a Hagen como si fuera un personaje de novela de Stephen King, pero, dentro de la libertad que puedo encontrar en lo que es El anillo, s¨ª que compongo un personaje muy perverso de una manera muy sencilla", asegura el cantante de Illinois.
Tanto Eberz como Luana DeVol, que encarna a Brunilda, afrontan dos papelones de enjundia con esfuerzo de titanes, una prueba ardiente por la que los cantantes con vocaci¨®n y ganas wagnerianas pasan con agotamiento muchas veces. "Tambi¨¦n depende del d¨ªa", dice Eberz. "Hay funciones en las que puedes terminar extenuado. Los h¨¦roes de Wagner suelen ser muy extremos. Uno no nace para esto, se hace, es un trabajo de a?os. Si hago recuento de mi vida, encuentro que llevo m¨¢s de 20 a?os prepar¨¢ndome para estos papeles. Si lo piensas, es m¨¢s que una olimpiada. Hay poca gente que se prepare 20 a?os para batir un r¨¦cord".
El suyo es constante desde que empez¨® a dedicarse en serio a la ¨®pera en 1983, despu¨¦s de haber estudiado para matem¨¢tico y economista. Los n¨²meros se le torcieron contando horas de ensayos y decibelios de voz potentes, los que debe utilizar para traspasar la barrera de sonido de las orquestas wagnerianas, que alcanzan m¨¢s de 100 m¨²sicos. Si a eso unimos el tiempo en escena, est¨¢ cada vez m¨¢s claro que Wagner persegu¨ªa descubrir no s¨®lo al superhombre en la figura del buen salvaje Sigfrido, sino tambi¨¦n al supercantante que lo encarnara.
Quiz¨¢ por ese reto permanente que supone rebasar la prueba de El anillo, aparte de por ser una obra revolucionaria y de profundo an¨¢lisis de los universos de la condici¨®n humana y divina, la obra grandiosa no s¨®lo sobrevive a la prueba del tiempo, sino que constantemente encuentra visiones y versiones que la exploran con originalidad desde que en 1876 Bayreuth viviera una primera representaci¨®n completa de la tetralog¨ªa. Pero ?y Wagner? ?Resistir¨ªa las versiones m¨¢s atrevidas en escena de sus obras?, preguntaron ayer a
Alfons Eberz y a Eric Halfvarson. "Si lo represent¨¢ramos como hace 100 a?os, con pieles y cuernos, resultar¨ªa rid¨ªculo. ?l aceptar¨ªa las propuestas m¨¢s arriesgadas, siempre confi¨® en el futuro", asegura Eberz, quien defiende ante todo la importancia de la m¨²sica en la obra: "Me niego a admitir que el director de escena est¨¦ al nivel del compositor en este caso. Es algo que me saca de quicio. Estamos para servir a la m¨²sica, s¨®lo as¨ª podemos hacer un espect¨¢culo digno".
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