Silencios cantaores
Paco Cepero fue el protagonista. Y su guitarra. Le fue entregado el galard¨®n Calle de Alcal¨¢ -a una carrera muy vinculada a Madrid- por Caballero Bonald, actuando F¨¦lix Grande como maestro de ceremonias. Y dio un concierto que rebas¨® la hora de duraci¨®n.
Es decir, que se nos hizo un poco largo, pese a la belleza de su m¨²sica. Cepero es un maestro de ese toque jerezano corto, pero de gran intensidad, que adem¨¢s de una inapelable flamencura tiene con frecuencia verdadera magia. Toque de campanudos bordones, de punteados exquisitos. Y de silencios. ?Cu¨¢nta m¨²sica en esos silencios cantaores, que nos dejan casi sin respiraci¨®n!
Despu¨¦s de un par¨®n m¨¢s o menos brusco, Cepero retiene largamente la nota que sigue, para ir dej¨¢ndonosla poquito a poco, y bajito, como quien tiene de pronto una ocurrencia casi casual, y resulta que nos est¨¢ dando lo m¨¢s flamenco de la noche.
La magia de la m¨²sica flamenca
Cante: Esperanza Fern¨¢ndez y Chocolate. Toque: Miguel ?ngel Cort¨¦s y Antonio Carri¨®n. Guitarra en concierto: Paco Cepero con grupo. Teatro Alb¨¦niz. Madrid, 18 de febrero.
Por eso no acabo de entender la tendencia del tocaor a rematar muchos de sus temas con unas verdaderas tracas finales que, a mi modesto parecer, no tienen sitio ah¨ª. En cualquier caso, hay que o¨ªr esa m¨²sica, que siempre nos est¨¢ diciendo algo, que nos transmite sensaciones. La impresionante, la emocionante, la genial y estremecedora siguiriya; las conocid¨ªsimas falsetas por buler¨ªas, que sin querer nos transportan al toque del mismo Cepero cuando acompa?a a cantaores...
Espejo
Y ya que hablamos de cante, el de Esperanza Fern¨¢ndez estuvo formidablemente bien acompa?ado por Cort¨¦s. Gran se?ora esta espl¨¦ndida cantaora trianera. Tiene un concepto de lo jondo que da dignidad a todo lo que hace, y adem¨¢s lo hace muy bien. Cinco estilos de los duros en este concierto -ton¨¢, canti?as, soleares, siguiriyas y buler¨ªas-, y los cinco fueron ejemplarmente interpretados. Los profesionales que est¨¢n trivializando el flamenco, que los hay, deber¨ªan mirarse un poco en espejos como lo que representa Esperanza Fern¨¢ndez.
Chocolate, en cambio, quiso pero no pudo. Ten¨ªa ganas de cantar, y de gustar, pero no acab¨® de encontrar ese misterioso camino que conduce al bien decir lo jondo, pese a los desvelos de Carri¨®n en el toque. En algunos estilos -la serrana, por ejemplo- el cantaor estuvo casi perdido. S¨®lo al final, en dos generosas tandas de fandangos chocolateros, pareci¨® irse encontrando, pero son fandangos demasiado parecidos entre s¨ª y tantos juntos pecan de monoton¨ªa.
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