El horizonte de la Pampa
No hay saga familiar inocente. No hay novela familiar que no lo sea a la vez de su esplendor y de su decadencia. Las verdaderas novelas familiares lo son tambi¨¦n de su contexto social, pol¨ªtico y ¨¦tico. Thomas Mann nos ense?¨® en Los Buddenbrooks las leyes est¨¦ticas m¨¢s id¨®neas para la representaci¨®n de una familia dentro de una cadena de coyunturas hist¨®ricas. Pero tambi¨¦n singulariz¨® el antagonismo entre un artista y una burgues¨ªa en inexorable declive. Lo que dejan las buenas novelas de estas caracter¨ªsticas es algo mucho m¨¢s profundo que una serie de hitos nost¨¢lgicos, suelen dejar el dibujo de un sujeto hist¨®rico, el h¨¦roe, en manos de unas leyes hist¨®ricas impasibles ante su sufrimiento y sus esperanzas. Estos comentarios se imponen a prop¨®sito de Una vez Argentina, novela con la que Andr¨¦s Neuman una vez m¨¢s resulta finalista del Premio Herralde.
UNA VEZ ARGENTINA
Andr¨¦s Neuman
Anagrama. Barcelona, 2003
255 p¨¢ginas. 13 euros
La novela de Andr¨¦s Neuman (que vuelve literariamente a Argentina despu¨¦s de su excelente Bariloche) en principio es la historia de varias generaciones de una familia. De bisabuelos a bisnietos, la familia Neuman, vinculada en un momento de la saga con la familia Gal¨¢n, llega a Buenos Aires con ese esp¨ªritu a medio camino entre lo fundacional y la salvaci¨®n f¨ªsica de la miseria y el antisemitismo centroeuropeo. Estos trazos lo son efectivamente de la novela familiar que intent¨¦ recordar para el lector al comienzo de esta rese?a. Salvo que en estas novelas, normalmente el punto de vista que emplea el autor suele ser el omnisciente. As¨ª debe ser dado que esa instancia narradora parece la ¨²nica factible para abarcar toda la materia humana y cronol¨®gica que le espera. Andr¨¦s Neuman sortea esta ley. Dickens tambi¨¦n lo hace, cuando su David Copperfield narra en primera persona hechos anteriores a su nacimiento. En una l¨ªnea, Dickens le alerta al lector que es consciente de la trasgresi¨®n. Y Neuman no necesita avisar a nadie, porque su relato de ficci¨®n, contado desde la perspectiva del narrador-protagonista, no es un relato autobiogr¨¢fico sino un relato coral. La primera persona es ilusoria. Neuman trama su novela con las voces de todos sus actores. Las cosas que ocurrieron antes de su nacimiento son las cosas que le contaron las voces que explicita pero tambi¨¦n esconde en su historia. No tiene necesidad, como Dickens, de alertarnos de nada. As¨ª salva el autor el escollo, adem¨¢s de estar perfectamente escrita. Una vez Argentina comienza a explicarse por su propio t¨ªtulo. La Argentina del narrador Neuman, a diferencia de la que pudo ser la del autor, es una met¨¢fora de un pa¨ªs que existi¨® en la realidad pero tambi¨¦n con una misma ciega vocaci¨®n en la ficci¨®n. Las sombras que pasan por sus p¨¢ginas lo son de gente que profetiz¨® equivocadamente. Mucho menos su destino personal que el colectivo, aunque el personal, si es un destino herido como el de muchos de esta conmovedora novela, no encuentre nunca un consuelo justo.
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