El ministro bromista
No lo hemos enmarcado, ni me lo he gastado en un caf¨¦ a su salud. El euro del se?or Trillo est¨¢ colgado en un tabl¨®n de corcho de la redacci¨®n de Radio Alicante entre dos chinchetas, a la espera de que le demos alguna buena utilidad. He de admitir que una no estaba preparada para reaccionar cuando un ministro le responde a una pregunta haciendo rodar un euro sobre la mesa. Y sigue sin estarlo, cuando al t¨¦rmino de la rueda de prensa el mismo ministro se empe?a en llevar su farsa hasta las ¨²ltimas consecuencias para hacer la entrega personal del chistoso euro.
El ministro bromista dice ahora que le hemos malinterpretado. Al igual que su colega de Trabajo deben de estar los dos pensando que algunos periodistas hemos perdido el sentido del humor. Quiz¨¢s sea ¨¦sta la falsa impresi¨®n de quienes lo que han perdido es la perspectiva de saber qu¨¦ se traen entre manos y qu¨¦ responsabilidad tienen con la ciudadan¨ªa.
Por lo visto, al ministro Trillo le aburre nuestra insistencia en preguntar por qu¨¦ el gobierno se parapet¨® tras unas armas de destrucci¨®n masiva, que a ¨¦l le van a salir a euro por rueda de prensa, cuando ni Hans Blix daba un duro por ellas.
Es evidente que nuestras preguntas le suscitan tanto hast¨ªo como al ide¨®logo que, tras repetir incansablemente un discurso, comprueba que no acaba de calar entre sus pros¨¦litos. Y ante tal tedio, un ministro lo ve l¨®gico; rebusca en el bolsillo y lanza euros a los periodistas, como pod¨ªa lanzarnos azucarillos o cacahuetes. Es su forma de bromear; no s¨®lo con la profesi¨®n, sino con todos los ciudadanos que, por ejemplo, salieron a la calle a implorar que no hubiera guerra, independientemente de sus afinidades pol¨ªticas. Y lo peor es que hemos de creerles cuando dicen que era broma. Para muchos pol¨ªticos no pasa de an¨¦cdota esta forma burda de intimidar, de despreciar a una opini¨®n p¨²blica que espera o¨ªr algo m¨¢s que un disco rallado, o que una negativa impune a contestar sus interrogantes. Replicar a los informadores con respuestas condescendientes o lanz¨¢ndonos euros es ofensivo. Pero no lo es menos vetar las preguntas ?en ruedas de prensa!, donde el periodista se convierte en mero receptor de un mitin.
El euro del se?or Trillo es, lamentablemente, una an¨¦cdota m¨¢s. Un arranque reflejo, sintom¨¢tico del rumbo divergente que est¨¢ cobrando la relaci¨®n pol¨ªticos-ciudadanos. Un impostado alarde para vadear preguntas, cuyas respuestas se saben poco convincentes.
I?aki Gabilondo ya ha hecho llegar un euro al Ministerio de Defensa. ?ste, el aut¨¦ntico, creo que deber¨ªa permanecer en este tabl¨®n. Que al menos los informadores no perdamos de vista de qui¨¦n somos la voz.
Sonia Mart¨ªn es periodista en Radio Alicante.
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