El futuro del Pacto
El Gobierno no va a convocar la comisi¨®n de seguimiento del Pacto Antiterrorista, tal como le ha pedido el PSOE; s¨®lo lo har¨¢ tras las elecciones. El argumento es que la continuidad del pacto ser¨¢ inviable mientras el PSOE no rompa su acuerdo con Esquerra Republicana en Catalu?a, y que, como eso no parece veros¨ªmil, tal convocatoria s¨®lo servir¨ªa para oficializar la ruptura. Aunque la apariencia es de un comportamiento responsable, se trata de un caso bien claro de ventajismo. Al congelar la situaci¨®n hasta las elecciones, lo que queda es la acusaci¨®n de que los socialistas han roto el pacto. Por tanto, s¨®lo ser¨ªa una actitud responsable si al mismo tiempo el PP renunciara a seguir utilizando esa acusaci¨®n como arma electoral. Pero a eso no renuncia, pese a que el propio pacto plantea excluir la pol¨ªtica antiterrorista de la confrontaci¨®n pol¨ªtica y electoral entre PP y PSOE.
Hace dos semanas, en un foro internacional sobre v¨ªctimas del terrorismo, Aznar inst¨® a mantener el pacto porque "las fisuras entre constitucionalistas suponen un arma m¨¢s en manos del terror". Si es tan importante, habr¨ªa que preservarlo; pero el PP parece perseguir lo contrario. Continuamente emplaza al PSOE a hacer algo que sabe que no va a hacer, para denunciarle luego como vacilante frente al terrorismo. La exigencia de ruptura con ERC forma parte de la hoja de ruta del PP desde mucho antes de que se conociera la entrevista de Perpi?¨¢n.
Rajoy lleg¨® a dar por roto el pacto hace tres d¨ªas. Luego ha rectificado, sin duda porque no quiere asumir los costes de aparecer como responsable de la eliminaci¨®n de un instrumento de eficacia demostrada para debilitar a ETA. Su argumento es que el acuerdo de gobierno en Catalu?a es contrario "a la letra y el esp¨ªritu" del pacto. A la letra no lo es en modo alguno; y para que lo sea al esp¨ªritu hay que acogerse a una interpretaci¨®n maximalista, muy extrema, de sus principios. Si para alcanzar pactos de gobierno en las instituciones fuera preciso compartir la pol¨ªtica antiterrorista plasmada en el pacto, como insin¨²a Zaplana, el PSOE no podr¨ªa pactar ni siquiera con IU en los ayuntamientos. Y la reserva que el pre¨¢mbulo del pacto establece para llegar a acuerdos con partidos que los tengan con ETA se refiere claramente a la situaci¨®n del Pa¨ªs Vasco tras el pacto de Estella; lo que se dice es que para pactar con el PNV y EA ser¨¢ preciso que estos partidos abandonen formalmente Estella y dem¨¢s organismos constituidos al amparo de los acuerdos con ETA.
Lo de Carod no tiene defensa posible, pero resulta forzado equipararlo a esos acuerdos. Si de todas formas hay dudas, habr¨ªa que aclararlas en el seno del pacto, seg¨²n lo previsto en su propio texto. Y plantear, por ejemplo, si no fue una vulneraci¨®n del pacto la adopci¨®n por el PP de iniciativas unilaterales como las recientes reformas del C¨®digo Penal. El PP se aplica la ley del embudo: un criterio amplio para s¨ª mismo y uno bien estrecho para el PSOE en lo de ERC, a fin de acusarle de haber roto el pacto; a?adiendo su disposici¨®n a aplicar sus principios en solitario. Sin embargo, en esas condiciones ya no servir¨ªa para lo que ha servido el Pacto Antiterrorista. Esencialmente, para concertar las reformas legales que han permitido la ilegalizaci¨®n de Batasuna y para hacer ver a ETA que un cambio de mayor¨ªa no implicar¨ªa cambios en la pol¨ªtica antiterrorista.
Esa concertaci¨®n ha sido decisiva para legitimar la ofensiva del Estado de derecho que ha puesto a ETA contra las cuerdas. En las condiciones de diciembre de 2000, tal concertaci¨®n s¨®lo era posible entre PP y PSOE. La incorporaci¨®n de IU y los nacionalistas habr¨ªa obligado a renunciar a las reformas legales que hicieron posible la ilegalizaci¨®n de Batasuna. Ahora se ha sugerido desde IU, CiU y el PSOE que el pacto podr¨ªa ampliarse a todas las fuerzas democr¨¢ticas, y Rajoy ha dicho que invitar¨¢ a incorporarse a quien quiera hacerlo "lealmente". No ser¨¢ f¨¢cil, cuando ni siquiera se ponen de acuerdo PP y PSOE. Pero una vez que el pacto entre ambos partidos ha alcanzado su principal objetivo pr¨¢ctico, es posible que, tras las elecciones, se pueda recomponer la unidad de los dem¨®cratas en un foro como el del Pacto de Ajuria Enea.
Juega a favor la renuncia del nuevo l¨ªder del PNV, Josu Jon Imaz, a la l¨®gica de poner precio pol¨ªtico al abandono de la violencia. Y tambi¨¦n algunas de las actitudes expresadas estos d¨ªas por los firmantes de la Declaraci¨®n de Barcelona. Resta que todos ellos sean consecuentes con ese principio retirando su apoyo al plan Ibarretxe. Pero tal vez el marco para ello sea un nuevo pacto, como el de Ajuria Enea o el de Madrid, que incorpore las ense?anzas de la experiencia que ahora ha vuelto a probar Carod: que todo intento de negociar con ETA fortalece a los terroristas y divide a los dem¨®cratas.
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