Lo importante es financiar los bienes p¨²blicos
Ahora que la proximidad de las elecciones ha colocado la discusi¨®n sobre el sistema fiscal a la orden del d¨ªa, los partidos pol¨ªticos debieran reflexionar a fondo qu¨¦ es lo que m¨¢s les interesa a la mayor¨ªa de los ciudadanos.
La inclinaci¨®n b¨¢sica y natural de todos los ciudadanos con respecto a los impuestos es no pagarlos. Pagar impuestos no s¨®lo molesta a los empresarios y a los ricos, sino tambi¨¦n a cualquiera que tenga que dar una parte de sus ingresos y ganancias a las autoridades. Todo el mundo debiera tener conciencia de esta simple verdad. Porque a veces se da a entender que las clases medias, por ignorancia o por necesidad, pagan sus impuestos con alegr¨ªa y prontitud. Los pagan, en primer lugar, porque no tienen m¨¢s remedio, sobre todo si se los descuentan de la n¨®mina. Habr¨ªa que ver qu¨¦ har¨ªan los asalariados si tuvieran la oportunidad de defraudar a Hacienda. Muchos, sin duda, no pagar¨ªan los impuestos, como se ha visto cuando de asalariados pasan a independientes. De ¨¦stos se alimenta una "econom¨ªa sumergida" muy grande, cuya dimensi¨®n se calcula entre el 17% y el 20 % del PIB. La gente paga, en segundo lugar, porque la Agencia Tributaria est¨¢ alerta y vigila. Y vigila mejor a las rentas peque?as, porque le es m¨¢s f¨¢cil, ya que la declaraci¨®n es relativamente sencilla y la econom¨ªa que trasluce se presta menos a ocultar ingresos declarables. La Agencia es menos efectiva con las econom¨ªas familiares grandes y complejas (como ha denunciado un colectivo de inspectores), aunque no sea m¨¢s que por el trabajo que dan, y el miedo de los funcionarios a equivocarse, o a caer en litigios interminables, o enfrentarse con los m¨¢s poderosos.
En el fondo estamos hablando del modelo de sociedad que tenemos y de c¨®mo mejorarla
Pero la gente, adem¨¢s de no tener opci¨®n y por miedo a la Agencia Tributaria, tambi¨¦n paga por convicci¨®n, porque piensa que merece la pena pagar por los bienes y servicios que se reciben de las administraciones p¨²blicas. Mucha gente hace de la necesidad virtud, y, ya que no tiene m¨¢s remedio que pagar impuestos, los paga regularmente con la conciencia de cumplir un deber social y de contribuir a mejorar la vida de los menos afortunados. Desde los tiempos en se que pagaban pocos impuestos hasta nuestros d¨ªas, ha ido creciendo la motivaci¨®n c¨ªvica de la gente a pagar impuestos, porque nos sirven para poder disfrutar de mejor educaci¨®n, mejores hospitales, carreteras, aeropuertos, seguridad en las calles, un sistema de administraci¨®n de justicia, etc. Hoy nadie cree que la tributaci¨®n sea un puro expolio, como fue quiz¨¢s en el pasado, sino la forma de tener un buen nivel de bienes p¨²blicos, esos que, m¨¢s que la riqueza privada, marcan la diferencia entre las sociedades ricas y las pobres.
En Espa?a la gente se ha acostumbrado a pagar impuestos. Ahora lo m¨¢s importante no es que se los quiten. Mucha gente no quiere que le quiten los impuestos, porque sabe que con eso, antes o despu¨¦s, le quitar¨¢n los bienes y servicios p¨²blicos que se financian con ellos (o perder¨¢n calidad). S¨®lo en el mundo ideol¨®gico de la derecha se encuentran esas personas que quieren a toda costa que les quiten los impuestos, aun sacrificando los bienes p¨²blicos (?los bienes p¨²blicos son la cruz de los economistas neoliberales!). Lo que la gente quiere ante todo es recibir buenos servicios a cambio de sus impuestos. La gente quiere tambi¨¦n que no se roben o se usen mal los dineros que, por fuerza o por convencimiento, dan a Hacienda. El buen uso de los impuestos es mucho m¨¢s importante para la gente com¨²n que unas reducciones de impuestos que en todo caso no la sacan de ning¨²n apuro.
Por otro lado, la gente no quiere "hacer el primo" y pagar (relativamente) m¨¢s que otros. Por eso, y porque es de justicia, la carga fiscal relativa tiene que ser igual para todos los ciudadanos. Eso hace al sistema progresivo y tolerable. Dado que pagar es una carga para todos, el inconveniente que una tasa del 18% causa a una familia de ingresos peque?os debiera ser igual al inconveniente que una tasa del 45% le causa a una familia de altos ingresos (rara vez lo es, porque la utilidad marginal del dinero es decreciente, pero ¨¦sa es la teor¨ªa). La gente acepta los impuestos con tal que sean progresivos. Tendr¨ªa que desconfiar de una tasa ¨²nica (con multitud de excepciones que le robar¨ªan la simplicidad) que empa?a la progresividad del sistema. La falta de progresividad podr¨ªa acarrear una verdadera rebeli¨®n fiscal.
En resumen, las reducciones de impuestos no son una prioridad para la mayor¨ªa de la gente que se beneficia de los bienes p¨²blicos, transporte, hospitales del seguro, becas para la universidad, seguridad, limpieza e iluminaci¨®n de las calles, el entorno de los negocios y la administraci¨®n de justicia. Los ricos se pueden financiar todas estas cosas con su dinero, y los muy ricos s¨®lo necesitan al Estado para la defensa nacional (que hoy en d¨ªa es bien poca cosa), pero el resto de ciudadanos necesita a las administraciones p¨²blicas para que su vida tenga m¨¢s calidad, y por eso tiene que financiarlas con impuestos. Pero exigen a cambio que los bienes y servicios p¨²blicos sean buenos. A la hora de reformar el sistema fiscal, ?qu¨¦ intereses cuentan m¨¢s, los de los ricos, que no necesitan financiaci¨®n colectiva de los bienes p¨²blicos, o los de la gente que s¨ª la necesita?
es catedr¨¢tico de Econom¨ªa de ESADE.
Luis de Sebasti¨¢n
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