Mayor¨ªa absoluta, no
En 1571, el caballero Michel de Montaigne se retir¨® del foro y llev¨® una vida de hidalgo campesino. A ratos libres escribi¨® sus "ensayos", consistentes en agudas sentencias,v¨¢lidas para siempre, avaladas por erudici¨®n grecolatina y simples historietas. Entre ellas cuenta la de un catal¨¢n cuyos "esfuerzos demasiado ardorosos", de marido brutal y desnaturalizado, impon¨ªa a su c¨®nyuge, incluso en los d¨ªas de ayuno, 10 contactos amorosos. Seg¨²n Montaigne, la reina de Arag¨®n intervino para dictaminar que un m¨¢ximo de seis coitos era lo correcto.
El b¨¢rbaro catal¨¢n sumaba, sin duda, al abuso, el convencimiento de su derecho y la exhibici¨®n de su potencia, pero a quienes identifiquen sus modos con su procedencia les produce m¨¢s bien verg¨¹enza. Hoy es ¨¦ste el sentimiento que se desprende de los acontecimientos pol¨ªticos de Catalu?a. ?Se ha hecho m¨¢s da?o a ¨¦sta, a la causa republicana o a la izquierda? Resulta dif¨ªcil saberlo. Ahora, lo mejor -para la mayor¨ªa, no s¨®lo para los mencionados- ser¨ªa que todo se aplacara; un episodio parecido resultar¨ªa de imposible reconducci¨®n. Los electores deber¨¢n decidir y sacionar¨¢n conductas, pero es malo que Esquerra se convierta en un partido de transe¨²ntes en su direcci¨®n y afiliaci¨®n, como en el pasado. Tambi¨¦n lo es que despierte excesivos entusiasmos regeneradores entre el electorado o fervores mesi¨¢nicos entre los dirigentes, luego decepcionados.
Las circunstancias han convertido ese desdoblamiento que se percibe en el seno de cada opci¨®n durante la campa?a electoral en un grave peligro para la izquierda.Una cosa es ofrecer a Gonz¨¢lez y a Guerra en el mismo paquete y otra que te puedan reprochar que, en realidad, est¨¢ en liza con Zapatero-Carod en vez de con Bono-Zapatero.
Se advierte as¨ª, que, frente a lo que le reprocha la extrema derecha, conquistada ya gracias al antecesor, Rajoy est¨¢ haciendo una buena campa?a. Ese cielo protector de la mayor¨ªa absoluta al que aspiran los candidatos s¨®lo se puede conquistar con el traspi¨¦ del adversario y midiendo con el mil¨ªmetro la cercan¨ªa y el alejamiento de quien le dot¨® del poder en el partido. Est¨¢ jugando con el margen que le proporciona el mal saque del tenista contrario y viene ayudado por el hecho de que a menudo parece tan voluntarioso como lesionado. La sabidur¨ªa le ha convencido de que ¨¦l s¨®lo puede ganar por mayor¨ªa absoluta porque nadie lo crea posible o piense en los efectos m¨¢gicos de su talante.
Pero ¨¦stos no pueden llegar a ser tan grandes. C¨®mo gobierne el PP depender¨¢ de su situaci¨®n parlamentaria.Hoy, el Ejecutivo da la sensaci¨®n de ser un manazas con un aparato de relojer¨ªa demasiado delicado entre sus dedos.Nada en materia de medios de comunicaci¨®n p¨²blicos, Estado de las autonom¨ªas y de justicia mediatizada por el poder, tendr¨¢ remedio con mayor¨ªa absoluta. La consecuencia es que es preciso salvar a Rajoy de s¨ª mismo y de los suyos no otorg¨¢ndosela.
Claro est¨¢ que eso resulta dif¨ªcil de aceptar para el antecesor o para quienes han quedado no quemados sino carbonizados por su propia gesti¨®n. Es inevitable que tras el resultado de las elecciones venga una nueva experiencia para el primero. Ser¨¢ el tiempo del estallido de esas bombas de relojer¨ªa que son siempre los esc¨¢ndalos a medio plazo o las dagas florentinas empleadas por los afines. Como siempre, el ya ex presidente del Gobierno tendr¨¢ la ocasi¨®n de comprobar la lucidez de la frase de Oscar Wilde: "Cualquier gran hombre tiene sus disc¨ªpulos y siempre Judas escribe su biograf¨ªa". Las peores descripciones de su persona proceden de poltronas ministeriales o de insignificantes preteridos por sus propias culpas.
Espa?a requiere una cura de consenso. El elector puede y debe contribuir a crearlo con su voto, porque lo propio de nuestra pol¨ªtica es el pacto, pero siempre a rastras. As¨ª sucedi¨® en 1977 y en 1996. No es f¨¢cil medir las consecuencias precisas del acto de depositar un voto en la urna porque ¨¦sta no mide la intensidad de la aprobaci¨®n. Ser¨¢,pues, preciso esperar hasta la ¨²ltima encuesta. Pero es ya evidente, con antecedentes emp¨ªricos en la mano, que la abundancia de poder en manos del pol¨ªtico conduce al desvar¨ªo. No a la mayor¨ªa absoluta.
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