Hemerotecas y grabadoras
Winston Smith, como ustedes recordar¨¢n, trabaja en el Ministerio de la Verdad en Londres, utilizado por Gran Hermano -as¨ª como los de Paz, Amor y Abundancia- para someter a un control f¨¦rreo la vida e incluso los pensamientos de los aterrorizados habitantes de Ocean¨ªa. La tarea de Winston consiste en la modificaci¨®n f¨ªsica de documentos hist¨®ricos, entre ellos los fondos del diario The Times, para que sus contenidos reflejen exactamente la versi¨®n de ciertos hechos y episodios que quiere imponer el partido. Hay que reescribir el pasado, borrar todos los aspectos no deseados del periodo anterior a la revoluci¨®n. La lectura de libros est¨¢ prohibido en Ocean¨ªa (no hay librer¨ªas). Tambi¨¦n el escribirlos a escondidas. Orwell redact¨® su novela en 1949 y acert¨® en muchas de sus profec¨ªas. Ahora, la fecha en que se sit¨²a la acci¨®n de la misma se queda dos d¨¦cadas atr¨¢s, y gracias a Bush y sus correligionarios las libertades han retrocedido gravemente en Estados Unidos y lo har¨¢n m¨¢s si los norteamericanos cometen la torpeza de repetir voto (de hecho, el presidente parece calcado sobre Gran Hermano). Numerosas palabras inventadas por Orwell para describir facetas del mundo escalofriante plasmado en 1984 forman ya parte del vocabulario ingl¨¦s cotidiano a ambos lados del Atl¨¢ntico. Estamos, sin duda, ante uno de los textos m¨¢s significativos del siglo XX, de frecuentaci¨®n m¨¢s necesaria hoy que nunca.
Muchas veces, bajo la dictadura, la sombra de Winston nos rondaba a los que entonces trat¨¢bamos de investigar sobre aspectos de la Guerra Civil, de recuperar trozos de la memoria hist¨®rica proscrita. Ver la prensa republicana de aquellos tres a?os en la Hemeroteca Municipal de Madrid requer¨ªa un permiso especial en la d¨¦cada de los sesenta, y hab¨ªa siempre el temor de que las autoridades, puestas sobre aviso, hiciesen desaparecer documentaci¨®n a menudo ¨²nica. Sabemos, adem¨¢s, que numerosos archivos fueron quemados poco despu¨¦s de la muerte de Franco, entre ellos el de Falange Espa?ola en Barcelona, pasto de las llamas durante varios d¨ªas en 1977. Los nacionales, con todo, nunca fueron tan met¨®dicos en sus depredaciones como los nazis, y la destrucci¨®n se llev¨® a cabo de forma err¨¢tica. Tambi¨¦n, por suerte, hab¨ªa una gran ignorancia y los represores ni se daban siempre cuenta de que en las hemerotecas p¨²blicas esperaba a los futuros estudiosos una copiosa informaci¨®n muy comprometedora. Tras escuchar, en 1967, las enf¨¢ticas afirmaciones de inocencia de Ram¨®n Ruiz Alonso en relaci¨®n con lo ocurrido en Granada, encontrar en el diario local Ideal la trascripci¨®n de una emisi¨®n radiof¨®nica suya de 1936, tan ves¨¢nica como cualquiera de Queipo de Llano, me pareci¨® casi milagroso. Esta vez Gran Hermano no se hab¨ªa salido con la suya.
Los pol¨ªticos olvidan, con facilidad asombrosa, que existen, para su verg¨¹enza posterior, hemerotecas... y magnet¨®fonos. Parece inveros¨ªmil que ETA no grabara la entrevista con el imprudente Carod Rovira, sin o con el consentimiento del pol¨ªtico. ?La har¨¢ p¨²blica, en parte, antes del 14 de marzo? No me sorprender¨ªa. Durante las pr¨®ximas dos semanas va a valer todo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.