?Seguridad o anexi¨®n?

El muro de separaci¨®n con los palestinos que est¨¢ construyendo Israel se ha sentado en el banquillo de los acusados del Tribunal Internacional de Justicia (TIJ). Los jueces terminar¨¢n hoy sus audiencias, aunque hasta dentro de varios meses no emitir¨¢n su dictamen sobre las "consecuencias en derecho" -es decir, sobre la legalidad de la construcci¨®n- de esta separaci¨®n de m¨¢s de 700 kil¨®metros de longitud y una anchura que var¨ªa entre 30 y 100 metros. No se trata de un litigio entre dos Estados, sino sobre la aplicaci¨®n del derecho internacional.

Dado su trazado, que se adentra profundamente en territorio palestino ocupado por Israel, el TIJ debe dictaminar si viola o no el derecho humanitario y de ocupaci¨®n, esencialmente las convenciones de La Haya y de Ginebra y diversas resoluciones del Consejo de Seguridad. Aunque el TIJ no tiene capacidad ejecutiva, si cree que se viola esta legalidad pedir¨¢ a la comunidad internacional, entre otras cosas, que no se reconozca la nueva l¨ªnea de separaci¨®n como frontera.

Nunca anteriormente el tribunal ha rechazado dictaminar sobre consultas que le haya sometido la Asamblea General de la ONU, que aprob¨® dar este paso en diciembre por 90 votos favor, 8 en contra y 74 abstenciones (toda la UE). En una votaci¨®n precedente, una semana antes, 144 Estados hab¨ªan condenado la construcci¨®n del muro. El impacto del dictamen, si se produce, no ser¨¢ puramente jur¨ªdico, sino pol¨ªtico. Aunque al Gobierno de Sharon poco parece importarle, pues ayer mismo, mientras se ve¨ªa el caso en La Haya, empezaba la construcci¨®n de un nuevo tramo.

Si para construir esta separaci¨®n se hubiera seguido el trazado de la l¨ªnea verde del armisticio de 1949, o incluso las fronteras de 1967, el TIJ poco hubiera tenido que decir, pues Israel tiene la libertad de encerrarse como Estado tras un muro. Pero como potencia ocupante es responsable de los territorios ocupados, y el muro captura una parte de ¨¦stos, incluido Jerusal¨¦n Este, produciendo sufrimiento humano y econ¨®mico, en t¨¦rminos de separaci¨®n de poblaciones, relaciones comerciales, cultivos, asistencia sanitaria o educaci¨®n. Y el derecho internacional obliga a que los ocupantes dejen las cosas como estaban en la medida de lo posible.

Las preocupaciones de Israel ante los atentados merecen la m¨¢xima comprensi¨®n. Aduce su Gobierno que se ha reducido dr¨¢sticamente el n¨²mero de ataques suicidas provenientes de las partes de Cisjordania (Gaza est¨¢ sellado) donde el muro ya est¨¢ erigido. Pero los atentados han proseguido y, lamentable pero previsiblemente, seguir¨¢n mientras los palestinos no vuelvan a ver un horizonte de esperanza. Los palestinos no perciben el muro como un sistema de seguridad para Israel, sino como un descarnado instrumento de anexi¨®n de parte de sus territorios, para hacer irreversibles los asentamientos y dejarles en una especie de neo-apartheid, hurt¨¢ndoles el derecho a un Estado. La seguridad de Israel s¨®lo la garantizar¨¢ una paz justa con el horizonte de dos Estados capaces de convivir uno junto al otro. La existencia del muro, aunque su Gobierno asegure que no es una frontera que prejuzgue el futuro, la complica a¨²n m¨¢s.