Reglas de campa?a
Anoche se inici¨® la campa?a oficial para las elecciones legislativas del 14-M, las primeras a las que concurre la derecha despu¨¦s de una legislatura con mayor¨ªa absoluta. Los socialistas disfrutaron de ella durante m¨¢s de 10 a?os. Es sobre todo la utilizaci¨®n que de esa mayor¨ªa ha hecho el PP lo que se somete a votaci¨®n, pero tambi¨¦n la credibilidad del PSOE de Zapatero como alternativa. Se juega, por tanto, la posibilidad de un cambio de mayor¨ªa. Nada menos, pero nada m¨¢s. No se juega la continuidad del sistema democr¨¢tico, ni los fundamentos b¨¢sicos del Estado de derecho. En todos los pa¨ªses con tradici¨®n democr¨¢tica las elecciones suelen dar motivo a excesos verbales, lo que suele ser indicio de debilidad de argumentos. Pero es raro que alguien plantee que si no ganan los suyos se hundir¨¢ el sistema; aqu¨ª es lo habitual. Cuando se hace desde el poder, y tras ocho a?os de gobierno, el mensaje resulta especialmente absurdo. Es casi una autocr¨ªtica.
La continuidad de la democracia no depende de qui¨¦n sea el vencedor, pero su calidad s¨ª puede depender de ello. Las actitudes democr¨¢ticas de los partidos se ponen a prueba en su respeto a las reglas del juego, y muy particularmente en relaci¨®n al proceso electoral mismo. La imparcialidad y garant¨ªa de pluralismo que la ley exige a los medios de comunicaci¨®n p¨²blicos es una de las reglas m¨¢s vulneradas. Pero tan grave como eso es la negativa del PP aceptar un debate con el candidato del primer partido de la oposici¨®n. La excusa de Rajoy, que s¨®lo lo aceptar¨ªa si tambi¨¦n participaran los candidatos de ERC y de IU, porque sin ellos no hay alternativa, es un monumento a la mala fe; pero es tambi¨¦n reveladora de lo peor del estilo que Aznar ha impuesto en la pol¨ªtica espa?ola: la actuaci¨®n "sin complejos", es decir, sin mala conciencia por supeditar cualquier otra consideraci¨®n a los intereses de partido.
La menci¨®n a Esquerra en estos momentos no es casual. Tiene que ver con la obsesi¨®n por sacar del sistema a los independentistas pac¨ªficos, y la extensi¨®n de la sospecha sobre las formaciones que pacten con ellos. Lo cual supone un intento de limitar el campo del pluralismo pol¨ªtico. La mezcla con la cuesti¨®n de la violencia, expresada en el lapsus de la ministra de Administraciones P¨²blicas al acusar al PSOE de pactar con asesinos, es especialmente perversa. Y peligrosa.
El PP rehus¨® participar en la concentraci¨®n celebrada ayer en Barcelona contra ETA. La prioridad que el PP concede al objetivo antiterrorista, ?no le obligaba a supeditar consideraciones no esenciales al objetivo de la unidad de todos los partidos democr¨¢ticos? Es cierto que ERC no ha aclarado todav¨ªa si defiende como partido el di¨¢logo con ETA. Pero que rechace expresamente la idea de una tregua selectiva para Catalu?a y llame a movilizarse contra ETA, ?no es algo que deber¨ªa ser motivo de satisfacci¨®n y no de anatema?
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