Dos orquestas y un destino
Ni los m¨¢s veteranos del lugar recuerdan algo as¨ª: dos espl¨¦ndidos discos de gran orquesta de jazz perge?ados y editados en Espa?a en el mismo a?o y por sellos de la tierra. ?Los art¨ªfices de tan singular evento? Ram¨®n Cardo y Ram¨®n Quadrada, m¨²sicos ¨ªntegros que siguen diferentes filosof¨ªas sonoras con un entusiasmo com¨²n de verdaderos camaradas. Todav¨ªa habr¨¢ quien se pregunte si ¨¦ste es un s¨ªntoma de que el jazz espa?ol est¨¢ levantando por fin el vuelo. La contestaci¨®n merece ser un s¨ª rotundo.
Sobre todo si se compara con los problemas que tuvo Juan Carlos Calder¨®n para grabar ya aquel hist¨®rico Bloque 6 (1975), considerado primer disco de jazz moderno espa?ol de big band, con los pocos m¨²sicos disponibles del panorama nacional en aquel momento; despu¨¦s, tambi¨¦n hay que mencionar otros esforzados intentos de, entre otros, el Taller de M¨²sics de Barcelona, escuela en la que precisamente se formaron nuestros dos artistas. Pero la empresa de reunir un colectivo cualificado de instrumentistas en torno a un director de ideas imaginativas y claras segu¨ªa antoj¨¢ndose un objetivo de lun¨¢ticos.
Ram¨®n Cardo (Godella, Valencia, 1962) es nuestro primer extraterrestre. El impulso externo que necesit¨® para editar Per l'altra banda (X¨¢bia Jazz) fue m¨¢s que suficiente para contrarrestar la fuerza de la gravedad que manten¨ªa sus partituras guardadas en un caj¨®n. "Tengo una larga experiencia como director de big bands", explica Cardo, "y ten¨ªa ganas de pasar a formatos mayores como una consecuencia l¨®gica de una carrera ya larga, pero nunca encontraba el momento. Ten¨ªa en la carpeta el resultado de dos a?os y medio de trabajo para este tipo de banda y, por suerte, me ofrecieron presentarlo en el Festival de X¨¢bia, as¨ª que todav¨ªa necesit¨¦ otro a?o y medio de estudio, composici¨®n y arreglo para ponerlo todo en marcha. Pose¨ªa experiencia con mi propia orquesta, cuyo repertorio se basaba en temas escritos por los grandes del jazz estadounidense, pero ahora se trataba de hacer m¨²sica propia, con m¨²sicos espa?oles y en Espa?a".
De cualquier forma, Cardo no oculta sus influencias. "Para m¨ª, Count Basie es el responsable de la modernizaci¨®n del jazz para gran orquesta", afirma, "y, en general, me gustan las formaciones que heredan parte de sus rasgos, como la Thad Jones-Mel Lewis, por ejemplo. Me considero un arreglista ortodoxo, pero en realidad todo depende de las caracter¨ªsticas del tema, porque a veces surgen influencias dormidas, fantasmas que ni t¨² mismo sab¨ªas que exist¨ªan dentro de tu mente. Una de ellas es la de Charles Mingus. Me gusta mucho lo que han hecho determinados arreglistas con su m¨²sica". De lo dicho se deduce que Cardo es un decidido partidario del swing ¨¢gil y de la pegada dura y directa. Lo que no le ha resultado tan sencillo es repartir el ring entre los m¨²sicos de su orquesta. "Quer¨ªa dar cabida a todos, pero no siempre ha podido ser. La gente debe saber que en Espa?a hay ahora mismo 30 o 40 solistas de primer orden. La situaci¨®n nunca ha sido tan favorable, aunque para los organizadores de los grandes conciertos seguimos siendo m¨²sicos de segunda divisi¨®n".
El tocayo de Cardo, Ram¨®n Quadrada (Reus, Tarragona, 1957), tambi¨¦n ha tenido que pisar cristales puntiagudos hasta llegar a ver en las tiendas Paradisos imparells (Satchmo Records), un espl¨¦ndido estreno discogr¨¢fico que le catapulta directamente a la ¨¦lite del jazz nacional. "La verdad es que mi trayectoria ha sido bastante peculiar", dice Quadrada. "Iba para historiador, pero qued¨¢ndome unas pocas asignaturas para licenciarme, la m¨²sica se cruz¨® en mi vida. Coincid¨ª en el Taller de M¨²sics con una generaci¨®n fant¨¢stica que incluye a Perico Sambeat, Eladio Rein¨®n, los hermanos Rossy y al propio Ram¨®n Cardo. Empec¨¦ a tocar la trompeta a los 23 a?os, de modo que iba un poco retrasado con respecto a ellos y, adem¨¢s, poco despu¨¦s me diagnosticaron asma. Cerrado el camino instrumental, no quise resignarme a abandonar y hace siete u ocho a?os me puse a estudiar aspectos m¨¢s te¨®ricos. Dirig¨ª algunas orquestas de estudiantes hasta que, en 1999, tuve una especie de ebullici¨®n creativa que me permiti¨® escribir el repertorio del disco en dos periodos de dos o tres meses cada uno".
Las opiniones de Cardo y
Quadrada coinciden en la paradoja que crea la dificultad econ¨®mica de levantar un proyecto de envergadura y la facilidad para encontrar m¨²sicos espa?oles capaces de conferirle solidez. "Lo bueno de aqu¨ª ahora es que hay muy buenos m¨²sicos de diferentes generaciones, y eso te permite escoger exactamente a los m¨¢s adecuados para la obra que tienes entre manos", afirma. "Creo que s¨®lo hay un secreto para que la m¨²sica suene bien y es que los m¨²sicos sean buenos". Lo cierto es que Quadrada ha tenido una excelente punter¨ªa para montar una orquesta capaz de reflejar la sutileza t¨ªmbrica que exigen sus propias preferencias est¨¦ticas. "Desde siempre me ha gustado Ellington", aclara. "Me parece que representa el punto de contacto entre los compositores cl¨¢sicos del siglo XIX y XX con el jazz, y la verdad es que esta onda de jazz con ra¨ªces arm¨®nicas cl¨¢sicas me gusta mucho. Para m¨ª, la heredera m¨¢s directa de esta concepci¨®n, con paradas obligadas en Gil Evans y Bob Brookmeyer, es Maria Schneider, lo que no quiere decir que en ning¨²n momento haya intentado copiarla. Busco un sonido propio. Me gusta el sonido natural de los instrumentos de viento ac¨²sticos; cada uno tiene sus colores y, de hecho, me parece que la orquesta sinf¨®nica y la big band de jazz son dos de las configuraciones m¨¢s geniales de la historia de la m¨²sica".
Para que el disco fuese reflejo de sus ideas, Quadrada recuerda que estuvo ahorrando durante un mont¨®n de tiempo: "S¨¦ que mis amigos lo hubieran hecho gratis", subraya, "pero yo quer¨ªa que el ambiente fuera del todo profesional". La edici¨®n de Paradisos imparells ha tra¨ªdo otra buena noticia para Quadrada: "Aunque los m¨¦dicos no terminan de explic¨¢rselo, resulta que mi asma est¨¢ mejorando mucho, lo que quiz¨¢ me permita montar un quinteto y volver a tocar la trompeta". Parece que los deseos cumplidos obran milagros que la ciencia todav¨ªa no puede entender.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.