"Somos monstruos de siete cabezas"
La narrativa espa?ola suele ser taca?a en sorpresas, pero aqu¨ª est¨¢ Cristina S¨¢nchez-Andrade para desmentirlo. Abogada y periodista de 35 a?os, madre de tres hijos, de padre gallego y madre inglesa (rubia natural, ojos azul ingl¨¦s), nacida en Santiago y criada en Madrid, esta mujer ha construido en tres novelas un mundo inaudito, forjado con un lenguaje, un estilo y unos contenidos tan originales que es imposible ponerle la etiqueta. Frente a tanta literatura solipsista, S¨¢nchez-Andrade reivindica una escritura imaginativa, sin tiempo ni espacio, que combina iron¨ªa, poes¨ªa y metaf¨ªsica sin que se note casi, desde su saludable falta de pedanter¨ªa, pretensiones y prejuicios.
Tras Las lagartijas huelen a hierba (Lengua de Trapo, 1999) y Bueyes y rosas dorm¨ªan (Siruela, 2001), ahora llega Ya no pisa la tierra tu rey (Anagrama), una novela narrada en primera persona del plural: las protagonistas son veintitantas monjitas poco castas que viven en un convento sin lugar ni siglo. Entre onomatopeyas, brumas, fornicios, frases bell¨ªsimas y palabras rurales, hablan y manipulan la abadesa Violante, l¨ªder carism¨¢tica y dictadora espiritual; un marqu¨¦s trotaconventos, un lacayo pajillero y sentencioso, un m¨¦dico novel de aldea. Todos ayudan, sin querer, a construir la identidad individual de las novicias p¨ªcaras y lumiascas.
"Estamos demasiado pegados a la realidad, quiz¨¢ porque tenemos poca imaginaci¨®n"
Pregunta. Me temo que su novela no se parece a otra.
Respuesta. Eso dicen y me alegra, ser escritor consiste b¨¢sicamente en tener un mundo propio y un estilo personal. Cuando me preguntan por mis influencias s¨®lo puedo decir que mis escritores favoritos son Calvino, Garc¨ªa M¨¢rquez y Cort¨¢zar, y que me gustan Thomas Bernhard y Herta M¨¹ller, aunque no todo.
P. Tres novelas, la primera con 29 a?os, dos carreras y tres hijos. ?Es s¨®lo una o un colectivo?
R. Bueno, el proceso de escribir es mucho m¨¢s largo y dif¨ªcil que el de tener hijos, pero me gustaba escribir desde peque?a. Hace un a?o dej¨¦ el trabajo de abogada y ahora escribo por las ma?anas.
R. Quer¨ªa un personaje colectivo para narrar en primera persona del plural. Es una cosa poco corriente, pero me interesaba investigar el proceso de construcci¨®n de la identidad, ver c¨®mo los personajes de ese grupo dispar adquieren una identidad independiente, emancipada. Siempre me hab¨ªan llamado la atenci¨®n las monjas, aunque no fui a un colegio religioso ni he vivido experiencias m¨ªsticas. Pero las ve¨ªa juntas por la calle, caminando todas al mismo paso, vestidas iguales, tan homog¨¦neas... Ya en mi segunda novela aparec¨ªa un grupo de monjas como personaje, y decid¨ª retomarlo aunque casi me arrepiento: te restringe mucho.
P. No se dice d¨®nde ni cu¨¢ndo transcurre la novela, pero el ambiente huele a Galicia, y algunos personajes a la novela picaresca.
R. La novela es totalmente atemporal, pero aparece un tel¨¦fono y eso fija alg¨²n l¨ªmite. Lo de Galicia es verdad: se usan palabras como sobrado (altillo) o filhoas. Al principio pens¨¦ en situarla en un pazo pero luego decid¨ª no utilizar un sitio concreto. Me hubiera restringido m¨¢s todav¨ªa, tendr¨ªa que haber dado detalles hist¨®ricos, hecho descripciones m¨¢s exactas, y bastante ten¨ªa con el personaje.
P. Ese mundo choca mucho con la literatura que se hace hoy.
R. Todos estamos demasiado pegados a la realidad, quiz¨¢ porque tenemos poca imaginaci¨®n, o porque nos asusta salir de lo real.
P. A ratos la novela recuerda a un perverso cuento infantil.
R. S¨ª, hay buenos, malos, una vieja mal¨ªsima, personajes muy raros... Me interesan mucho los personajes dobles, m¨²ltiples.
P. ?La esquizofrenia?
R. Ese personaje es una hidra, un monstruo de siete cabezas. Pero todos somos monstruos de siete cabezas, y tenemos que matarlas para aceptarnos: ¨¦se es el proceso de la identidad, la b¨²squeda. Las monjas est¨¢n cobijadas en la masa, como nosotros en la sociedad: todos necesitamos ese cobijo. Nos da calor, afecto, cuando queremos y somos queridos la vida es m¨¢s sencilla. Vivir es decidir solos y eso es doloroso; hay gente que se muere sin saber qui¨¦n es. De esa b¨²squeda trata el libro. Y por eso el plural acaba siendo singular.
P. Una reflexi¨®n literaria...
R. La primera persona en literatura no existe. ?Qui¨¦n cuenta? ?Yo sola? ?Hablo por ti o s¨®lo por m¨ª misma? Hablo por ti y por m¨ª, pero no estoy en tu cabeza... El reto era ¨¦se, convertir un personaje m¨²ltiple en uno solo, nombrar a todas las monjas.
P. As¨ª que a la vez hay una mirada pol¨ªtica... orteguiana.
R. Por el fondo del libro debe andar La rebeli¨®n de las masas. Pero yo creo que sobre todo habla de la soledad. El que no vive en colectivo vive solo, y esa soledad es insalvable, no hay forma de evitarla. S¨ª, ya s¨¦, tengo una visi¨®n de la vida bastante negativa. Pero no voy de m¨¢rtir, ?eh?
P. Decidir por uno mismo es sano, evita el aborregamiento y la sumisi¨®n. Y la abadesa Violante es una tirana total.
R. Ella es el l¨ªder al que seguimos, ese l¨ªder al que en el fondo tanto necesitamos. Cuando ella se derrumba, las monjas tambi¨¦n se derrumban: les falta un punto de conexi¨®n. Pasa como en los pa¨ªses donde se muere el dictador. Pero ella utiliza la moral como palanca de poder. En vez del castigo tradicional, 300 padrenuestros, les manda tres d¨ªas fuera para que piensen en la culpa. Es el peor castigo posible. El peor de los poderes.
P. Hablando de Roma, ?cree que el clero se ofender¨¢?
R. No me importa nada. Quiz¨¢ lo que cuento no tenga nada que ver con un convento real, no s¨¦, es una visi¨®n heterodoxa, las monjas prefieren espiar al marqu¨¦s por la ventana que rezar... ?Pero quiz¨¢ son as¨ª!
P. Desde luego, el trotaconventos es una figura hist¨®rica.
R. S¨ª, seg¨²n le¨ª fue eso lo que motiv¨® la clausura hace 500 a?os. Era un desmadre total, y empezaron las bulas papales, los tornos, los locutorios. Muchas monjas iban al convento sin vocaci¨®n, para comer, y probablemente estaban encantadas de que las visitaran. Y como eran tiernecitas y apetitosas...
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