Una muchacha ante el desconsuelo
Est¨¢ nevando. Desde mi ventana veo los copos menudos y densos que descienden de un cielo gris. Los ¨¢rboles desnudos reciben la caricia pasajera de la nieve que se desliza hasta el suelo y va cubriendo de una delgada capa los paseos, el borde de piedra del estanque. Una melancol¨ªa suave me invade, me acongoja. Todav¨ªa est¨¢ lejos la primavera. Suena el tel¨¦fono. Es Amelia Castilla. "Ha muerto Carmen Laforet", me dice. Y todo el invierno se me viene encima. El invierno con las ramas desnudas de los macizos y la tierra helada bajo la nieve.
Era 1945, el mes de mayo. Acababa de salir a la venta una novela, I Primer Premio Nadal, escrita por una mujer. La novela se titula Nada, un t¨ªtulo fascinante. La autora es una joven de 23 a?os, Carmen Laforet, llegada de una isla brillante y lejan¨ªsima en aquel momento: Las Palmas de Gran Canaria.
Es un libro habitado por unos personajes vencidos y extra?os en un mundo s¨®rdido
Enseguida busqu¨¦ aquella novela. "Necesito leerla", me dec¨ªa. Carmen Laforet es poco mayor que yo. ?Y ha escrito una novela!
Desde mi infancia yo era una gran lectora. En 1945 ya hab¨ªa escrito algunos versos que no me atrev¨ªa a dar a nadie para que los leyera. Y un cuento, el primero, que se titulaba Llorar en primavera.
El libro de Carmen Laforet me atrajo desde el primer momento, desde el premio y el t¨ªtulo y las primeras fotograf¨ªas que vi en la prensa. Una muchacha interesante y t¨ªmida. Ten¨ªa un aire adolescente que rejuvenec¨ªa sus 23 a?os.
Al leer su novela tuve una extra?a sensaci¨®n que no hab¨ªa sentido hasta entonces, a pesar de mis lecturas apasionadas de Infancia, adolescencia y juventud, de Madame Bovary, de Cumbres Borrascosas, que eran algunos de mis descubrimientos de entonces.
Andrea, la protagonista-narradora de Nada, testigo de una etapa trist¨ªsima de la vida espa?ola en una ciudad, Barcelona, en la que va a iniciar sus estudios universitarios, me transmit¨ªa el autoan¨¢lisis fascinante de sus sensaciones, sus sentimientos, sus descubrimientos, su soledad.
Por las p¨¢ginas del libro transcurren en la atm¨®sfera asfixiante de su familia unos personajes vencidos y extra?os, encerrados en un mundo s¨®rdido.
Andrea descubre en la universidad el mundo de los j¨®venes compa?eros, de sus contempor¨¢neos. Escribe la novelista: "La verdad es que me llevaba a ellos un af¨¢n indefinible que ahora puedo concretar como un instinto de defensa: s¨®lo aquellos seres de mi misma generaci¨®n y de mis mismos gustos pod¨ªan respaldarme y ampararme contra el mundo un poco fantasmal de las personas maduras".
A esta novela de Carmen Laforet siguieron otras hasta completar una obra sorprendente en el tiempo que fue escrita. Un tiempo que se deslizaba entre la aton¨ªa y la vulgaridad de un pa¨ªs encerrado en s¨ª mismo, aislado del mundo real de m¨¢s all¨¢ de nuestras fronteras. Y para el escritor, con el temor constante de la censura que hab¨ªa que ejercer sobre uno mismo antes de empezar a escribir.
Carmen Laforet escribi¨® una novela claramente existencialista. El vac¨ªo, el desconsuelo, el caminar sin rumbo, "el ser para la nada" est¨¢n ah¨ª, en las p¨¢ginas de su novela. La desaparici¨®n de Carmen Laforet me sume en una tristeza especial. El final de la d¨¦cada de los cuarenta y el principio de los a?os cincuenta son ya definitivamente historia literaria.
Y ella, Carmen, la adolescente sensible, la jovenc¨ªsima triunfadora con un libro que expresaba lo que tantos sent¨ªamos, ocupa el primer lugar en esa historia. El lugar privilegiado de los que rompen los esquemas falsos y aburridos de su tiempo.
Babelia
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