Las campa?as necesarias
Una idea muy extendida, que aflora cada vez que se inicia un nuevo proceso electoral, es que las campa?as electorales son, en general, una p¨¦rdida de tiempo para una ciudadan¨ªa poco interesada por la pol¨ªtica y que preferir¨ªa dedicar su atenci¨®n a cuestiones supuestamente m¨¢s importantes. Recientemente hemos visto en los medios de comunicaci¨®n algunos ejemplos de opiniones parecidas, que consideran que las campa?as electorales son agotadoras, tediosas, y, lo que es m¨¢s importante, irrelevantes. Lo cierto es que las campa?as electorales no s¨®lo est¨¢n lejos de ser irrelevantes, sino que adem¨¢s son un instrumento fundamental para el buen funcionamiento de la democracia.
Desde los primeros estudios acad¨¦micos sobre comportamiento electoral, ha quedado demostrado que los principales factores que influyen en el voto son la posici¨®n social, las lealtades ideol¨®gicas y el contexto econ¨®mico y pol¨ªtico en el que se celebran las elecciones. No obstante, que las campa?as raramente determinen el resultado de las elecciones no quiere decir que sean necesariamente irrelevantes. En determinadas circunstancias, una campa?a puede resultar decisiva para el resultado de las elecciones. Cuando ninguno de los partidos tiene una ventaja clara sobre sus rivales, la campa?a electoral puede influir justo lo necesario sobre el voto para ganar o perder unas elecciones. Por otro lado, el hecho de que el resultado electoral no se vea afectado no quiere decir necesariamente que la campa?a haya sido in¨²til, sino m¨¢s bien que los efectos sobre el voto en una direcci¨®n pueden haberse visto compensados por efectos equivalentes en la direcci¨®n contraria.
Las campa?as electorales no s¨®lo est¨¢n lejos de ser irrelevantes, sino que adem¨¢s son un instrumento fundamental para el buen funcionamiento de la democracia
Pero, adem¨¢s, las campa?as tienen otro efecto que resulta interesante para el buen funcionamiento de la democracia: proporcionan a los ciudadanos la informaci¨®n necesaria para conocer las principales propuestas de los partidos. Muchos estudios resaltan el papel de las campa?as como una de las fuentes de informaci¨®n institucionalizada m¨¢s importantes en las democracias. Estos estudios han demostrado con bastante claridad que los ciudadanos, despu¨¦s de las campa?as, son m¨¢s capaces de ubicar ideol¨®gicamente a los partidos y a los candidatos que antes, algo enormemente ¨²til para ayudarles a formar sus opiniones.
Por supuesto, los efectos de las campa?as no son siempre tan id¨ªlicos. En ocasiones, los discursos electorales pueden ser vac¨ªos, sesgados y poco ¨²tiles. Si este es el caso, en lugar de contribuir a que los ciudadanos formen sus opiniones de manera m¨¢s informada, las campa?as pueden contribuir a acentuar el desinter¨¦s de los ciudadanos por la pol¨ªtica.
Varias propuestas
?C¨®mo se puede conseguir que los efectos de las campa?as se acerquen m¨¢s al primer escenario que al segundo? Desde la ciencia pol¨ªtica se han presentado varias propuestas. Algunas han resaltado el impacto positivo de una cobertura de los medios de comunicaci¨®n centrada m¨¢s en las propuestas pol¨ªticas que en an¨¦cdotas de la vida personal de los candidatos. Igualmente se ha destacado el efecto ben¨¦fico de los debates electorales entre los principales candidatos. Una de las virtudes de los debates es que son capaces de atraer la atenci¨®n de grandes audiencias. En EE UU, los debates entre Clinton y Bush fueron vistos por una media de 66 millones de espectadores. En Espa?a, los debates entre Gonz¨¢lez y Aznar fueron seguidos igualmente por un gran n¨²mero de personas. Pero quiz¨¢ la ventaja m¨¢s importante de los debates frente a otros eventos de la campa?a es su formato. En los debates los espectadores tienen la oportunidad de realizar una comparaci¨®n directa de las capacidades de los candidatos. Generan mucha m¨¢s informaci¨®n que, por ejemplo, las entrevistas, al permitir la interacci¨®n entre candidatos, que cada uno de ellos responda al discurso del otro. Esto aleja a la informaci¨®n suministrada de la propaganda y la acerca al modelo ideal de deliberaci¨®n p¨²blica. Para votantes con informaci¨®n pol¨ªtica limitada, los debates son un est¨ªmulo para involucrarse en el proceso electoral. Para personas interesadas por la pol¨ªtica, pero sin fuertes lealtades partidistas, los debates proporcionan una informaci¨®n que, seg¨²n numerosos estudios, puede condicionar su voto. Finalmente, para aquellos electores con fuertes lealtades partidistas, los debates sirven para reafirmar sus opiniones previas.
En definitiva, las campa?as no tienen por qu¨¦ ser irrelevantes o simplemente una expresi¨®n de mera propaganda partidista vac¨ªa y sesgada. En la mayor parte de los casos, las campa?as ofrecen a los ciudadanos una informaci¨®n crucial para formar sus opiniones pol¨ªticas. En algunas ocasiones, adem¨¢s, se acercan al modelo de deliberaci¨®n p¨²blica, de confrontaci¨®n de proyectos e ideas, que debiera ser el ideal de toda campa?a.
Henar Criado Olmos es miembro de la Fundaci¨®n Juan March y Visiting Scholar del Departamento de Ciencia Pol¨ªtica de la Universidad de Nueva York.
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