"EE UU min¨® la credibilidad de los inspectores de la ONU"
"Hicimos m¨¢s de un centenar de inspecciones. Concretamente hallamos muchas cosas sin justificar, pero eso no significa que las armas estaban all¨ª"
"John Wolf, del Departamento de Estado, ejerc¨ªa una forma de presi¨®n. Era sugerir: 'Diga que los aviones son para dispersar armas biol¨®gicas y qu¨ªmicas"
"Los inspectores dec¨ªamos que Irak no hab¨ªa aceptado el desarme; pero, al mismo tiempo, nuestros informes no aseguraban que existieran esas armas"
"Chirac me dijo que los servicios de inteligencia a veces se intoxican unos a otros. ?l no cre¨ªa que Irak tuviera armas de destrucci¨®n masiva"
"Powell nos dijo que si las inspecciones no daban resultado, EE UU no vacilar¨ªa en desacreditarlas en favor de la intervenci¨®n armada. Fue una cosa brutal decir eso"
"?De d¨®nde sal¨ªan las cintas en las que presuntos oficiales iraqu¨ªes hablaban de destruir agentes qu¨ªmicos? ?Qui¨¦nes las hab¨ªan proporcionado?"
Pregunta. Usted visit¨® la Casa Blanca el 30 de octubre de 2002, ?c¨®mo fue su reuni¨®n con el vicepresidente, Dick Cheney, y el presidente, George W. Bush?
Respuesta. El lunes 28, el secretario de Estado norteamericano, Colin Powell, me propuso una reuni¨®n con el presidente Bush. El d¨ªa 30, al director general de la Asociaci¨®n Internacional de Energ¨ªa At¨®mica (AIEA), Mohamed ElBaradei, y a m¨ª nos llevaron a ver primero al vicepresidente Dick Cheney. Pr¨¢cticamente habl¨® solamente ¨¦l durante la breve reuni¨®n, en plan ejecutivo s¨®lido y muy seguro de s¨ª mismo, yo dir¨ªa excesivamente confiado. Habl¨® de la situaci¨®n pol¨ªtica internacional, siempre desde el punto de vista de la seguridad de EE UU. Nos dijo que si las inspecciones eran incapaces de dar resultados no se podr¨ªan mantener de forma indefinida. Recuerdo que dijo: "En tal caso, Estados Unidos no vacilar¨¢ en desacreditar las inspecciones, en favor de la intervenci¨®n armada". Fue una cosa brutal decir eso.
P. ?Qu¨¦ respondieron?
R. ?Qu¨¦ pod¨ªas decir? Era una advertencia. Piensas que no te est¨¢n tratando bien. Pero, ?este hombre es honesto! [r¨ªe]. ?Despu¨¦s de todo, no cre¨ªa en las inspecciones, estaba en contra! Era obvio que esta reuni¨®n no estaba pensada para hacer un intercambio de puntos de vista. Fue un aviso.
P. ?Y qu¨¦ pas¨® en el encuentro posterior con Bush?
R. No fue una conversaci¨®n profunda. Tambi¨¦n estaban presentes Cheney y Paul Wolfowitz. Bush dijo que Estados Unidos confiaba en m¨ª y en Mohamed ElBaradei y que nos apoyar¨ªa. Cheney call¨®. Ya nos hab¨ªa pasado el mensaje.
R. Powell me llam¨® por tel¨¦fono una semana antes para hablarme de su informe. Me anticip¨® que mostrar¨ªa lo que necesit¨¢bamos ver, aunque, matiz¨®, no iba a ser un informe determinante. ?sa fue su definici¨®n. Mientras lo escuchaba, el d¨ªa 5 de febrero, pens¨¦: qu¨¦ cosas interesantes est¨¢ diciendo, me gustar¨ªa tener alguna prueba sobre ello...
P. Pero, ?le impresion¨® en aquel instante?
R. Tengo que decirle que no me impresion¨®. Una gran parte del material que Powell despleg¨® ya nos hab¨ªa llegado a trav¨¦s de los servicios de inteligencia de EE UU y el Reino Unido. Hab¨ªamos visitado, despu¨¦s del 27 de noviembre de 2002, muchos de los emplazamientos que Powell describ¨ªa; tambi¨¦n tomamos muestras para analizar y detectar la presencia de agentes qu¨ªmicos y biol¨®gicos. Y no encontramos pruebas convincentes de que Irak desarrollara actividades prohibidas. ?l habl¨® de camiones de descontaminaci¨®n que, seg¨²n los analistas de inteligencia, se usaban para trasladar armas qu¨ªmicas. Nuestros expertos, en cambio, ten¨ªan otra explicaci¨®n: eran camiones que transportaban agua. Habl¨® de laboratorios m¨®viles. Nosotros no cre¨ªamos en su existencia. D¨¦jeme agregar una cosa. Cuando Powell nos hizo escuchar una grabaci¨®n de tel¨¦fonos pinchados entre presuntos oficiales iraqu¨ªes en la que se hablaba de ocultar o destruir agentes qu¨ªmicos se trataba de persuadirnos de que Irak pose¨ªa gas nervioso. Yo soy abogado. Pens¨¦: ?de d¨®nde salen estas cintas?, ?qui¨¦nes las han propocionado?, ?el espionaje norteamericano?, ?la oposici¨®n iraqu¨ª a Sadam? Ten¨ªa que saber m¨¢s antes de considerarla una prueba solvente. Como cuando uno est¨¢ en un tribunal. Me sent¨ªa como un juez imparcial.
P. ?Acaso no se plasmaba en el show de Powell lo que el vicepresidente Cheney le hab¨ªa advertido el 30 de octubre de 2002 en la Casa Blanca? ?No era como decir: ustedes no se enteran de lo que ocurre?
R. Sabe, durante la presentaci¨®n no se me ocurri¨® que Estados Unidos, sirvi¨¦ndose de la credibilidad personal de Powell, intentaba mostrar al mundo lo que ¨¦ste necesitaba ver, y, claro, lo que nosotros, inspectores, no hab¨ªamos sabido encontrar. Nosotros dec¨ªamos que Irak no hab¨ªa aceptado verdaderamente la idea del desarme, pero, al mismo tiempo, nuestros informes tampoco aseguraban que a¨²n hubiera armas de destrucci¨®n masiva. Y ahora EE UU afirmaba precisamente su existencia.
P. ?Cu¨¢l fue la bestia negra del doctor Blix durante todo el proceso?
P. Kay sostiene que tambi¨¦n el presidente franc¨¦s, Jacques Chirac, cre¨ªa que Irak pose¨ªa esas armas. A modo de descargar culpa, el Gobierno espa?ol asegura que los franceses eran de esa opini¨®n. ?Es as¨ª?
R. Recuerdo que el 17 de enero de 2003 Mohamed y yo nos dirigimos al palacio del El¨ªseo a entrevistarnos con el presidente Chirac. No llegu¨¦ derrochando admiraci¨®n por ¨¦l. Pero me fui con la idea de que su posici¨®n contraria a la guerra estaba dominada por la convicci¨®n de que Irak no representaba una amenaza suficiente como para usar la fuerza. Le dije que varios servicios secretos, incluyendo el franc¨¦s, estaban convencidos de que todav¨ªa quedaban armas de destrucci¨®n masiva y que nosotros necesitabamos m¨¢s tiempo para comprobarlo. Chirac dijo que Francia no pose¨ªa ninguna prueba seria de que Irak poseyera armas ilegales. ?Sabe lo que me dijo? Que los servicios de inteligencia a veces se intoxican unos a otros. Personalmente, ¨¦l no cre¨ªa que Irak tuviera armas de destrucci¨®n masiva.
R. Conoc¨ª el dossier brit¨¢nico en septiembre de 2002. Cuando le¨ª que, seg¨²n afirmaba el informe, con la firma de Blair, Irak pod¨ªa concretar un ataque con armas de destrucci¨®n masiva 45 minutos despu¨¦s de ordenarlo, era claro que estaban exagerando, estaban intentando vender el producto... Despu¨¦s del viaje a Par¨ªs, a mediados de enero de 2003, Blair me recibi¨®. Le preocupaba el prolongado calendario de nuestras inspecciones. Y me se?al¨® que Estados Unidos no podr¨ªa mantener a sus tropas ociosas en la regi¨®n durante meses. Me habl¨® de adoptar una decisi¨®n grave el 1 de marzo de 2003 si Irak no cooperaba "honestamente".
R. S¨ª. Le contrat¨¦ para que impartiera cursos para los inspectores de Unmovic. Era un gran especialista en programas de armas biol¨®gicas. Y le ve¨ªa cuando se pasaba por nuestras oficinas. Ten¨ªa una cabeza cr¨ªtica. Desconfiaba de los iraqu¨ªes. Pero, al mismo tiempo, estoy seguro que no compart¨ªa la idea de un ataque en 45 minutos. Habl¨® con la prensa, expres¨® sus cr¨ªticas al Gobierno para el que trabajaba. No era raz¨®n para suicidarse. Pero sinti¨® mucho lo que pasaba.
P. ?Acaso el Gobierno brit¨¢nico no quiso hacer m¨¢s sexy el problema, es decir, presentar la amenaza de Irak como m¨¢s grave de lo que era?
P. Otra de sus bestias negras es John Wolf, secretario adjunto de la Oficina de No Proliferaci¨®n del Departamento de Estado, un hombre de orientaci¨®n neoconservadora...
R. En efecto, ¨¦l era miembro del colegio de comisionados con el cual Unmovic debat¨ªa su trabajo. En una ocasi¨®n... bueno, en realidad fueron dos. Una ocurri¨® en una reuni¨®n del colegio, tuvo expresiones muy fuertes. L o m¨¢s molesto ocurri¨® el 6 de marzo de 2003. Vino a mi despacho, el d¨ªa anterior a la decisiva reuni¨®n del Consejo de Seguridad del 7 de marzo. En esas fechas, la Administraci¨®n de Bush pretend¨ªa tener dos pruebas de cargo nuevas, definitivas, contra Sadam: un avi¨®n no tripulado que pod¨ªa servir, dec¨ªan, para dispersar armas biol¨®gicas o qu¨ªmicas, y una bomba de racimo con el mismo prop¨®sito. Wolf, pues, me pregunt¨® en tono descort¨¦s por qu¨¦ la Unmovic no cre¨ªa que el avi¨®n y la bomba de racimo fueran violaciones de los compromisos de Irak. Me lanz¨® sobre la mesa fotograf¨ªas de un avi¨®n de ese tipo y de una bomba de racimo. Conoc¨ªamos estos temas, pero ten¨ªamos que comprobar algunos datos. Por aquellos d¨ªas supimos por la prensa que EE UU hab¨ªa solicitado colaboraci¨®n al Reino Unido para colocar micr¨®fonos en las oficinas y tel¨¦fonos particulares de los diplom¨¢ticos de pa¨ªses miembros del Consejo de Seguridad de la ONU. Yo no pod¨ªa, pues, excluir la posibilidad de que los norteamericanos hubieran logrado romper la codificaci¨®n de nuestra l¨ªnea segura de fax, a trav¨¦s de la cual quiz¨¢ se hubieran enviado las fotograf¨ªas desde Irak. Le pregunt¨¦ a Wolf de d¨®nde hab¨ªa sacado las fotos. Y me dijo que no me lo iba a decir. Yo repliqu¨¦: me molestar¨ªa si las hubiera obtenido a trav¨¦s de personal de Unmovic. La verdad es que lo que me dijo en aquella ocasi¨®n fue de muy mal gusto.
P. ?Cu¨¢l era el prop¨®sito de Wolf?
R. No me cabe duda de que ejerci¨® una forma de presi¨®n. Me estaba queriendo decir: "?Salga usted y diga que estos aviones son para dispersar armas biol¨®gicas y qu¨ªmicas !". O usted debe decir: "?Esta bomba de racimo es la prueba de cargo que busc¨¢bamos!".
P. ?Tuvo alguna consecuencia este hecho?
R. Yo mencion¨¦ al pasar, el 7 de marzo, ante el Consejo de Seguridad, que est¨¢bamos investigando el alcance de los aviones no tripulados, pero no habl¨¦ de la bomba de racimo... ?Y qu¨¦ pas¨®? Pues el domingo 9 de marzo The New York Times public¨® un detallado art¨ªculo en el que importantes funcionarios de Washington revelaban que los inspectores, es decir, nosotros, hab¨ªamos descubierto "un nuevo tipo de cohete [la bomba de racimo] que al parecer estaba fabricado para dispersar sobre grandes ¨¢reas submuniciones cargadas con agentes qu¨ªmicos y biol¨®gicos". La semana siguiente recib¨ª los informes de mis expertos. La bomba y sus submuniciones, seg¨²n precisaron, eran copias de un dise?o surafricano que Irak hab¨ªa importado hac¨ªa muchos a?os. ?De d¨®nde sali¨®? Se hall¨® en el almac¨¦n de una vieja f¨¢brica y parec¨ªan ser restos abandonados m¨¢s que un arma de actualidad. No hab¨ªa ni rastro de agentes qu¨ªmicos. Esta bomba tuvo una breve pero intensa vida pol¨ªtica que dur¨® desde el jueves 6 de marzo de 2003, cuando Wolf vino a mi despacho y me tir¨® las fotograf¨ªas, y el lunes 10, cuando el embajador de EE UU ante la ONU, John Negroponte, lo mencion¨® informalmente en las consultas del Consejo de Seguridad. Despu¨¦s de eso no volvimos a o¨ªr hablar de ella. Quiz¨¢ contin¨²e en aquel almac¨¦n de municiones viejas y amortizadas; quiz¨¢, qui¨¦n sabe, la hayan vendido como chatarra. Pero lo que s¨ª me qued¨® claro de todo esto es que la Administraci¨®n de Bush estaba decidida a hacer que el avi¨®n no tripulado y la bomba de racimo centrasen la atenci¨®n y el debate, pretendi¨® hacer de ambos "las presuntas pistolas humeantes que los inspectores hab¨ªan menospreciado deliberadamente". Colin Powell se quej¨® por el hecho de que yo podr¨ªa "haber sacado m¨¢s provecho" del avi¨®n. ?Cu¨¢l era la verdad sobre estos aviones? El 11 de marzo, el r¨¦gimen iraqu¨ª present¨® el avi¨®n a la prensa. Su capacidad de carga era de 20 kilos, y, al parecer, estaba dise?ado para llevar una c¨¢mara de v¨ªdeo, no armas biol¨®gicas. Las alas, seg¨²n se pudo comprobar, estaban hechas de madera de balsa y estaban unidas con cinta adhesiva. Sabe, es interesante: nunca m¨¢s o¨ªmos hablar de este asunto. Como tampoco se volvi¨® a mencionar en marzo de 2003 las presuntas existencias de ¨¢ntrax.
P. Pero la historia de los aviones y la bomba de racimo se solap¨® con la denuncia de Mohamed ElBaradei, el 7 de marzo, de que la presunta compra de uranio enriquecido a N¨ªger por parte de Irak era una falsedad. ?Conoci¨® usted anticipadamente la conclusi¨®n a la que lleg¨® ElBaradei?
P. El 16 de marzo de 2003, en la reuni¨®n de Bush, Blair y Aznar en las islas Azores se insisti¨® en la amenaza nuclear. El 18, Aznar declar¨® en el Congreso espa?ol que Irak, repiti¨® que Irak, intentaba adquirir un componente nuclear, a pesar de la denuncia del 7 de marzo. ?No le pareci¨® una manera flagrante de desautorizar a los inspectores en la l¨ªnea de lo anticipado por Cheney?
R. Pero si el mismo 16 de marzo el vicepresidente Cheney contest¨® a ElBaradei: "Creo francamente que est¨¢ equivocado. Si contemplamos el historial de la AIEA veremos que han subestimado o no han sabido descubrir lo que hac¨ªa Sadam. No tengo ning¨²n motivo para creer que esta vez sus afirmaciones sean m¨¢s v¨¢lidas de lo que lo han sido en el pasado". Era parte de la operaci¨®n de lo que yo llamo el linchamiento de Blix y ElBaradei.
P. ?Qu¨¦ se siente cuando pa¨ªses como Espa?a, por ejemplo, pretenden justificar su apoyo a la guerra con los informes que elaborados por ustedes?
R. Estuvimos en Irak desde noviembre de 2002. Hicimos m¨¢s de un centenar de inspecciones. Y yo inform¨¦ de manera inequ¨ªvoca al Consejo de Seguridad. No hay prueba de cargo o, como prefieren los americanos, pistolas humeantes. No hemos hallado ni rastro de armas de destrucci¨®n masiva. Concretamente: hallamos muchas cosas sin justificar, pero no saquen la conclusi¨®n de que una cosa sin justificar es lo mismo que decir que las armas est¨¢n all¨ª...
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