'Zetap¨¦'
Entrados de lleno en la campa?a electoral, su resultado futuro sigue estando abierto a cara o cruz, seg¨²n que el mandado de Aznar (Mariano Rajoy) revalide la mayor¨ªa absoluta de ¨¦ste o por el contrario Zetap¨¦ (Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero) consiga frenarla a tiempo. ?Qu¨¦ va a pasar? En teor¨ªa, cualquiera de ambas opciones resulta todav¨ªa posible, dado el volumen de los indecisos. A juzgar por el abrumador balance de la evidencia internacional comparada, el Gobierno saliente casi siempre refrenda su mayor¨ªa cuando la econom¨ªa est¨¢ en alza, como sucede ahora. Sin embargo, como en este caso la debilidad del candidato gubernamental es patente, aunque su victoria parezca asegurada tampoco se puede garantizar que obtenga una ventaja decisiva, por lo que al final podr¨ªa resultar quiz¨¢s insuficiente.
?De qu¨¦ depende que la victoria de Rajoy sea absoluta o s¨®lo relativa? ?C¨®mo se resolver¨¢ tan incierto suspense? Todo depende del c¨¢lculo de cada elector indeciso, tras comparar el saldo entre debe y haber del Gobierno y la oposici¨®n. En cuanto al juicio retrospectivo del poder, Aznar y los suyos siempre han eludido rendir cuentas por los desmanes cometidos (hundimiento del Prestige, complicidad con la agresi¨®n a Irak, quiebra de la pol¨ªtica exterior, degradaci¨®n de la democracia, contrarreforma educativa, burbuja inmobiliaria...) pero ahora ya no podr¨¢n evitarlo porque las elecciones generales son la ocasi¨®n m¨¢s propicia para pasarles factura. Adem¨¢s, el programa electoral de Rajoy resulta demasiado tramposo por contradictorio, pues si por un lado se presenta como continuista, ofreciendo m¨¢s de lo mismo que Aznar, por otro pretende enmendar los peores desastres de ¨¦ste, y para eso plagia el programa de la oposici¨®n, promete incre¨ªbles ofertas en materia social o de vivienda y, lo que ya es el colmo del cinismo (o del lapsus freudiano), anuncia una segunda regeneraci¨®n democr¨¢tica, tal como hac¨ªa la Falange con su revoluci¨®n pendiente.
Pero a pesar de todo, lo m¨¢s probable (como sostiene Jos¨¦ Mar¨ªa Maravall en su ¨²ltimo libro) es que quien una vez vot¨® al PP vuelva a hacerlo de nuevo otra vez. Y ello no s¨®lo porque la econom¨ªa va bien (aunque no tanto como parece, dada su opacidad, su improductividad y su dependencia de la construcci¨®n) sino porque nuestras medrosas clases medias, tras dejarse sobornar por el efecto riqueza de la burbuja inmobiliaria, se sienten cercadas por el empuje de la inmigraci¨®n, lo que les hace buscar la autoritaria seguridad (eficazmente demostrada con el ¨¦xito indudable de su lucha contra ETA) que les ofrece este neofranquismo de rostro humano con fachada democr¨¢tica. Por eso, aunque muchos profesionales detestan las arbitrariedades de Aznar, todos refrendar¨¢n como un solo hombre su pol¨ªtica de fuerza, que les garantiza la revalorizaci¨®n de su patrimonio familiar.
La inc¨®gnita es qu¨¦ har¨¢n las mujeres y los j¨®venes que todav¨ªa no han votado nunca a Aznar. ?Se quedar¨¢n en casa o acudir¨¢n a las urnas a votar ZP para frenar al PP? La reciente trayectoria socialista es ambivalente. En su debe despunta el garrafal gatillazo del caso Tamayo, que les hizo perder Madrid, as¨ª como su fallida pol¨ªtica de pactos, que les ha hecho ser c¨®mplices de la pol¨ªtica judicial y excluyente del Gobierno sin obtener a cambio m¨¢s que desprecio y escarnio, como revela el uso del pacto antiterrorista en el caso Carod. Y en su haber s¨®lo figura su aseado programa electoral (aunque parezca escorado al centro, pasando de puntillas sobre la especulaci¨®n urban¨ªs-tica para no ahuyentar a la clase media) y la excelente imagen de ZP (aunque no as¨ª la de sus impresentables escuderos). De modo que el combate se presenta quijotesco de puro desigual, dada la flaqueza de nuestro blanco caballero contra los formidables molinos de Aznar.
Y sin embargo el eslogan del PSOE es certero, pues Espa?a no se merece padecer m¨¢s tiempo el reaccionario autoritarismo que nos gobierna sin control. Por eso, para acabar con la mayor¨ªa absoluta del PP, es necesario acudir a votar a Zetap¨¦. Lo necesita incluso Rajoy.
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