Galileo avanza

Galileo, la versi¨®n europea y tecnol¨®gicamente avanzada del GPS (siglas en ingl¨¦s del sistema de posicionamiento global por sat¨¦lite estadounidense), super¨® la semana pasada un serio escollo que ten¨ªa pendiente con Washington, al acordar el reparto de frecuencias de trabajo, lo que despeja el camino para su puesta en funcionamiento dentro de unos pocos a?os. Con este programa civil, Europa adquiere una muy deseable independencia del sistema estadounidense, que es militar aunque cualquier persona con un receptor apropiado pueda captar y utilizar su se?al, aunque con una precisi¨®n menor que los militares de la superpotencia. La capacidad de establecer con gran precisi¨®n cualquier posici¨®n naci¨® como un instrumento al servicio de los sistemas de defensa, pero sus aplicaciones civiles han tenido un crecimiento exponencial, que probablemente prosiga en el futuro, en numerosos sectores econ¨®micos, empezando por el transporte.

Galileo se ve con recelo en Washington, ya que supone liquidar la pr¨¢ctica exclusividad que disfruta ahora EE UU en este servicio. Adem¨¢s de las fricciones por el reparto de frecuencia entre Galileo y GPS que ahora se han resuelto, se ha encontrado tambi¨¦n una f¨®rmula satisfactoria para sortear otro escollo surgido a ra¨ªz de la incorporaci¨®n de China al proyecto europeo, aspecto ¨¦ste muy inquietante para Washington. La soluci¨®n acordada es excluir al gigante asi¨¢tico del acceso a las tecnolog¨ªas avanzadas del sistema europeo. Queda pendiente aclarar otro problema que preocupa sobremanera a EE UU: el del control de Galileo ante una crisis de seguridad estrat¨¦gica. Washington, que tiene la llave de su GPS, considera inviable tener que depender de todos los interlocutores europeos socios del nuevo sistema para tomar una decisi¨®n cr¨ªtica. Se est¨¢n estudiando f¨®rmulas eficaces que resten ansiedad a los estadounidenses.