El pederasta belga Dutroux responsabiliza de sus cr¨ªmenes a una red mafiosa
Varios de los padres de las v¨ªctimas no asisten al proceso y lo tachan de pantomima
Fiel a su car¨¢cter fr¨ªo y manipulador, el pederasta Marc Dutroux sembr¨® ayer la pol¨¦mica en B¨¦lgica, en el primer d¨ªa del juicio que se sigue contra ¨¦l, al culpar de sus cr¨ªmenes a una red mafiosa y dormitar relajadamente ante el tribunal. El juicio que se celebra en Arlon, al sur del pa¨ªs, durar¨¢ cerca de tres meses y los padres de algunas de las v¨ªctimas demostraron su escasa confianza en el proceso neg¨¢ndose a acudir. Dutroux est¨¢ acusado de secuestro, tortura y violaci¨®n a seis ni?as entre 1995 y 1996 y de haber dejado morir en cautiverio a cuatro de ellas.
Ni el p¨²blico ni los periodistas pudieron entrar en la sala de audiencias. En su lugar, la prensa pudo observar mediante tres pantallas fijas de circuito cerrado de televisi¨®n a los cuatro acusados -Marc Dutroux, su ex esposa Michelle Martin y sus dos presuntos c¨®mplices, Michel Leli¨¨vre y Michel Nihoul- sentados, aislados de la sala tras cristales blindados. Dutroux estaba aparentemente dormido, apoyada su cabeza en los brazos cruzados sobre la mesa. "Su actitud me enerva", declar¨® despu¨¦s la madre de An Marchal, una de las ni?as muertas, que no pudo reprimir las l¨¢grimas dentro de la sala.
Marc Dutroux lleva ocho a?os en la c¨¢rcel esperando este juicio. Tras su breve fuga de 1998, es uno de los presos m¨¢s vigilados de Europa. Seg¨²n sus abogados, sus carceleros encienden la luz cada siete minutos y medio para comprobar que ni se ha suicidado ni se ha vuelto a escapar. Su sue?o puede ser, por tanto, debido a su cansancio, como aleg¨® su abogado Xavier Magn¨¦e, pero tambi¨¦n a su car¨¢cter calculador, propio de una especie de psic¨®pata sobre el cual su propia madre hab¨ªa advertido a la polic¨ªa en el pasado. En la puesta en escena, Dutroux, de 47 a?os y uno de los rostros m¨¢s conocidos de su pa¨ªs, exigi¨® tambi¨¦n poder ocultar su cara a las c¨¢maras, un capricho al que accedi¨® el presidente de la sala.
Pero la pol¨¦mica fundamental la sembr¨® enviando una carta la noche del domingo a los medios belgas en la que asegura haber sido instrumentalizado por una red pederasta y acusando de mayores responsabilidades a los tres que junto a ¨¦l comparecen como meros c¨®mplices de los terribles cr¨ªmenes que se le imputan. "La gente se empe?a en creer que yo soy el centro de todo, pero se equivocan", dice la carta. "He hecho cosas de las cuales yo no soy el motor. He sido instrumentalizado por otros, que a su vez han sido instrumentalizados por otros".
Esc¨¢ndalo y escepticismo
Los abogados de las v¨ªctimas acogieron tales declaraciones con cierto esc¨¢ndalo y mucho escepticismo. Dutroux siempre ha hablado de una red mafiosa, pero nunca ha aportado datos sobre ella, asegurando que ello pondr¨ªa en riesgo su vida. No obstante, los casi 2.000 periodistas acreditados esperan con expectaci¨®n las declaraciones que pueda hacer ma?ana mi¨¦rcoles, cuando el presidente de la sala le someta al primer interrogatorio ante el jurado popular, formado ayer por seis hombres y seis mujeres.
El 68% de los belgas, seg¨²n un sondeo publicado el pasado jueves, cree que Dutroux pertenec¨ªa a una red mafiosa que probablemente serv¨ªa a gente poderosa, y nada de ello se va a dilucidar en este proceso, a pesar de la solidez de las sospechas. La investigaci¨®n de una comisi¨®n parlamentaria concluy¨® que las autoridades judiciales y policiales cometieron gruesos errores en la b¨²squeda de las ni?as desaparecidas. El primer juez instructor, Jean-Marc Connerotte, partidario de la hip¨®tesis de la red, fue separado del caso y sustituido por Jacques Langlois, que inmediatamente decret¨® la ausencia de tal red.
Dutroux actu¨® con total impunidad durante un a?o a pesar de ser el principal sospechoso, estar estrechamente vigilado y encontrarse entonces en libertad condicional por secuestrar y violar a otra media docena de menores. En 2001, la justicia decidi¨® abrir un sumario bis con todo indicio de criminalidad organizada al que ir¨¢n a parar, por ejemplo, los an¨¢lisis de semen y de cabellos encontrados en el zulo donde permanecieron las ni?as.
Dutroux se expone a cadena perpetua, y sus tres c¨®mplices, a penas de entre 15 y 30 a?os.
Los horrores que conmovieron a los belgas
La desaparici¨®n de dos ni?as de ocho a?os, Julie Lejeune y M¨¦lissa Russo, en junio de 1995, fue el detonante. La sociedad belga viv¨ªa con cierta angustia el goteo de desapariciones y de violaciones de menores, pero los padres de Julie y M¨¦lissa -clase media y alto nivel de instrucci¨®n- no estaban dispuestos a callar mansamente mientras la polic¨ªa daba palos de ciego.
Julie y M¨¦lissa vivieron encerradas en un zulo fr¨ªo y h¨²medo de 3,34 metros de largo por 0,99 de ancho y 1,64 de altura, un zulo bien disimulado en el s¨®tano de una de las m¨²ltiples casas en ruinas de Marc Dutroux. All¨ª, las ni?as permanec¨ªan encadenadas y sufriendo, previsiblemente, numerosos abusos sexuales.
El principal sospechoso de este doble secuestro era Dutroux, entonces en libertad condicional por los mismos delitos, raz¨®n por la cual la gendarmer¨ªa estableci¨® una estrecha vigilancia, incapaz, sin embargo, de evitar el siguiente secuestro, el de otras dos j¨®venes en agosto. Se trataba de An Marchal y Eefje Lambrecks, de 17 y 19 a?os respectivamente, cuyos constantes intentos de fuga movieron a Dutroux a deshacerse de ellas en pocas semanas. Ambas fueron enterradas, con evidentes s¨ªntomas de haber pasado hambre, en el jard¨ªn de uno de sus amigos, Bernard Weinstein, al que Dutroux mat¨® tambi¨¦n por las mismas fechas.
Entre diciembre de 1995 y marzo de 1996, Dutroux volvi¨® a prisi¨®n por un ajuste de cuentas, lo que, seg¨²n el pederasta, origin¨® el abandono de Julie y M¨¦lissa, a las que encontr¨® moribundas en el zulo, privadas de comida y bebida suficiente, dado que su esposa, Michelle Martin, no se atrev¨ªa a bajar hasta su escondite. Las enterr¨® en el jard¨ªn de otra de sus casas.
En mayo de 1996, cuando las cuatro secuestradas ya hab¨ªan muerto, Dutroux secuestr¨® a su quinta v¨ªctima: Sabine Dardenne, de 12 a?os. En julio viol¨® a una joven eslovaca que pasaba las vacaciones en su casa, y en agosto rapt¨® a Laetitia Delhez, de 15 a?os, a la que encerr¨® junto a Sabine en el mismo zulo.
S¨®lo una prueba indiscutible dada por un amigo de Laetitia, casi el n¨²mero completo de la matr¨ªcula del coche que Dutroux us¨® para su ¨²ltimo rapto, llev¨® a la polic¨ªa hasta el pederasta y sus compinches, logrando salvar la vida de Sabine (80 d¨ªas de terrible secuestro) y de la propia Laetitia (seis d¨ªas de secuestro). Ambas sufrieron abusos y vejaciones constantes.
La probada incompetencia judicial y policial belga en este caso ha generado en B¨¦lgica la sospecha de que Dutroux disfrut¨® siempre de una incomprensible protecci¨®n. Su fuga de apenas unas horas en 1998 origin¨®, por fin, las dimisiones del jefe de la polic¨ªa y los ministros de Justicia e Interior de la ¨¦poca. Todos los analistas coinciden en se?alar que el caso Dutroux, seguido de la dioxina en los pollos, caus¨® el hundimiento electoral de los democristianos, que perdieron el poder en 1999 y no lo han vuelto a recuperar.
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