Paseo por las letras
En los a?os que siguieron a la Segunda Guerra Mundial, una revista pidi¨® a Somerset Maugham su lista de las diez mejores novelas de todos los tiempos acompa?ada de un comentario por cada una. Poco despu¨¦s decidi¨® convertir su trabajo en libro y el resultado es el que tenemos entre las manos.
Como el propio autor dice, no se podr¨¢ decidir nunca si estas diez novelas son las mejores, pero siempre estar¨¢n entre las mejores. Las diez novelas seleccionadas son indiscutibles y, como era de esperar, los comentarios de Maugham son los propios de una persona de gusto tan excelente como el suyo, de modo que el libro, en su conjunto, es lo que se define como "una delicia" y t¨®mese esta definici¨®n con tanta gratitud como reticencia. Los diez textos contemplan, ante todo, la vida de cada uno de los autores, y Maugham, que era un caballero, advierte enseguida al lector de las fuentes de donde procede su informaci¨®n, lo que en estos tiempos de plagios abundantes es toda una actitud moral. De esta manera, nos resume esa vida con acierto e intenci¨®n y despu¨¦s pasa a hablarnos de la novela de que se trata y tambi¨¦n de las otras que la rodean del mismo autor. Apenas hay objeciones que hacer: relata con inter¨¦s y analiza como escritor que conoce el oficio. Pero hay algunas objeciones que, si no empa?an la gracia que el libro busca, conviene dejar dichas.
DIEZ GRANDES NOVELAS Y SUS AUTORES
William Somerset Maugham
Traducci¨®n de Fabi¨¢n Chueca
Tusquets. Barcelona, 2004
384 p¨¢ginas. 18 euros
Estos textos no son ensa
yos sobre el Arte de la ficci¨®n, como pretende la contraportada del libro; o, al menos, no lo son en la medida que entendemos por tales ensayos los contenidos, por ejemplo, en Intenciones, de Oscar Wilde (Taurus), o en Aspectos de la novela, de E. M. Forster (Debate). Mientras que ¨¦stos son verdaderos intentos (y logros) de afrontar el an¨¢lisis del arte de la ficci¨®n, los textos de Maugham son encantadoras y divertidas introducciones a la vida y obra de cada autor. Creo que bastar¨ªa el cap¨ªtulo dedicado a Jane Austen para dejar claro cu¨¢l es el alcance de su libro. ?l selecciona como obra favorita de Austen Orgullo y prejuicio y sostiene con entereza su opini¨®n, pero cuando la compara con Mansfield Park, comenta a prop¨®sito de esta ¨²ltima lo siguiente: "Juzgamos los libros que leemos de acuerdo con nuestros prejuicios y nuestras normas de conducta. Eso es injusto, pero inevitable. En Mansfield Park , el h¨¦roe y la hero¨ªna, Fanny y Edmund, son unos mojigatos insufribles; y todas mis simpat¨ªas se dirigen a los poco escrupulosos, en¨¦rgicos y encantadores Henry y Mary Crawford. No soy capaz de comprender por qu¨¦ Sir Thomas Bertram se encoleriza cuando, al regresar de ultramar, encuentra a su familia divirti¨¦ndose con representaciones teatrales". Y a?ade: "Puesto que la propia Jane (Austen) disfrutaba much¨ªsimo con ellas, no se entiende por qu¨¦ le parece justificable su c¨®lera".
?sta es la clase de cr¨ªtica
que podr¨ªamos llamar personalista en la cual el que comenta se erige en referencia. De manera que no hay an¨¢lisis en el libro de Maugham sino preferencias personales en todo acordes con su educaci¨®n social y moral. Recomiendo al lector que se moleste en leer el texto de otro novelista, Vlad¨ªmir Nabokov, sobre Mansfield Park (en Curso de literatura europea, Bruguera) para que comprenda cu¨¢l es la diferencia entre el an¨¢lisis cr¨ªtico y el comentario gustoso. Esto viene a cuento de situar el libro de Maugham en su verdadera dimensi¨®n porque, a su vez, como corresponde a una persona inteligente y de buen gusto, lo puebla de observaciones atinadas, y para muestra, valga un bot¨®n de la misma camisa, Jane Austen, cuando dice de ella: "Ten¨ªa demasiado sentido com¨²n y un humor demasiado vivaz para ser rom¨¢ntica, y no le interesaban las cosas extraordinarias, sino las comunes. Ella las hac¨ªa poco comunes con la agudeza de su observaci¨®n, su iron¨ªa y su travieso ingenio" o cuando dice de Dostoievski que es "un escritor sensacionalista, no realista".
Es curioso que todas las obras que elige "adolecen", seg¨²n ¨¦l, "de serios defectos, pero no importa". Hay en todo el libro un verdadero elogio de la obra defectuosa cuya potencia global, sin embargo, se levanta sobre los mismos. Maugham se atiene en exceso a la credibilidad de las historias que las novelas seleccionadas desarrollan y ¨¦se es un terreno muy resbaladizo porque las sustenta en su credibilidad personal y no en lo que se conoce como el "pacto con el lector". El pacto con el lector que Maugham valora es un pacto de simpat¨ªa y esa forma de encuentro con un texto es el m¨¢s primario -no rechazable ni discutible sino primario- de los tratos con el lector; de ah¨ª que sus apreciaciones oscilen entre el relato (y juicio impl¨ªcito) de la vida del autor y las lucubraciones en torno a la verosimilitud o inverosimilitud de lo que se cuenta en relaci¨®n con los c¨®digos de vida del propio Maugham. De esta suerte, el libro se convierte en un libro para seguidores de Maugham antes que en un an¨¢lisis de lectura de las obras mencionadas. Pero, como dec¨ªa antes, la buena pluma y el buen gusto del autor son una fuente de satisfacci¨®n inmediata para el lector. Y es seguro que los comentarios de Somerset Maugham cautivar¨¢n a muchos lectores y, si no lo han hecho ya antes, pues se trata de obras universales, los empujar¨¢ a leer las obras que aqu¨ª se refieren con verdadero gusto e inter¨¦s. Lo ¨²nico que no le perdono -y aqu¨ª personalizo yo- es que considere La educaci¨®n sentimental de Flaubert, que en mi opini¨®n y la de otros significa la fundaci¨®n de la novela moderna, "confusa y de dif¨ªcil lectura".
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