De lejos, triste; de cerca, no

Acompa?¨® muy bien Pehlivanian, que antes hab¨ªa negociado con solvencia la muy hermosa Introducci¨®n y fandango que, sobre m¨²sica de Boccherini, orquestara con sabidur¨ªa Ant¨®n Garc¨ªa Abril hace 20 a?os. Es pieza eficaz y rumbosa que debiera tocarse m¨¢s, pues se trata de un buen p¨®rtico para un concierto. ?ste se cerr¨® con la preciosa Octava sinfon¨ªa de Dvor¨¢k, una obra en la que todo huele a felicidad, a campo, a hierba reci¨¦n cortada.

El director liban¨¦s-americano plante¨® una versi¨®n acorde a sus caracter¨ªsticas de m¨²sico extrovertido y mand¨®n, directamente al grano y dotada de una verdad como de primera mano, sin colorantes ni conservantes y con muy buen orden en la planificaci¨®n sonora. Adem¨¢s, la Orquesta Sinf¨®nica de la RTVE parece tocar muy a gusto con ¨¦l, y eso se nota en la entrega. S¨®lo le falt¨® volar con un poco m¨¢s de sutileza en el Allegretto vivace y haber sido algo m¨¢s anal¨ªtico en la coda conclusiva. Pero, qu¨¦ caramba, despu¨¦s del milagro de Leonskaia todo lo dem¨¢s se nos daba como por a?adidura.