Cruce de corrupciones
El nuevo esc¨¢ndalo de corrupci¨®n que salpica a Ariel Sharon no es una buena noticia. Porque puede llevarle a endurecer a¨²n m¨¢s sus posiciones en lo que se refiere al proceso de paz con los palestinos. La nueva acusaci¨®n, que Sharon rechaza, es especialmente grave, pues afecta ya no s¨®lo a la financiaci¨®n ilegal del partido o al enriquecimiento personal, sino a la inmoralidad que supone el haber utilizado presuntamente el intercambio de presos con Hezbol¨¢ -436 prisioneros ¨¢rabes a cambio de los cad¨¢veres de tres soldados israel¨ªes- para liberar tambi¨¦n a Elhann Tannenbaum, un antiguo socio y amigo, apresado por estas milicias en L¨ªbano cuando se dispon¨ªa a cerrar una operaci¨®n de narcotr¨¢fico. La ca¨ªda en picado de Sharon no se traduce, al menos a¨²n, por el ascenso de una alternativa constructiva.
Nada parece salir bien en estos momentos en Oriente Pr¨®ximo. Si Sharon est¨¢ en el punto de mira de los fiscales, la Autoridad Nacional Palestina, su presidente Arafat y su familia est¨¢n siendo investigados por Francia y por la unidad antifraude de la UE por supuesto desv¨ªo de fondos de ayuda europea a cuentas en Suiza o, como mantiene el Expediente Arafat elaborado por Israel, a grupos terroristas. Arafat se resiste as¨ª a ceder el control de los presupuestos de la Autoridad Palestina a su primer ministro, Ahmed Qurei, lo que favorece la absoluta opacidad de los fondos de que disponen la OLP u otras organizaciones como Al Fatah.
Lo m¨¢s grave es el deterioro efectivo de la ANP, en un proceso de implosi¨®n hacia el caos. El reciente asesinato de un periodista asesor de Arafat o la falta de control en Gaza reflejan un grave vac¨ªo de poder. Sharon ha hecho todo lo posible para socavar la ANP, pero la ca¨ªda en la anarqu¨ªa podr¨ªa agravar la seguridad de Israel. Lo que est¨¢ saliendo son los efectos del c¨²mulo de errores de una y otra parte. Urge rectificar.
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