La ciudad de las paradojas
En el extremo m¨¢s desconocido de esta ciudad est¨¢ naciendo una nueva paradoja. Una paradoja con mil nombres que se resumen en uno: F¨°rum 2004. En cuanto etiqueta perecedera es previsible; por tanto, que perdure por siempre jam¨¢s y que ¨¦sta sea nuestra particular forma de confirmar que ¨¦sta es la ciudad de las paradojas.
En mayo esta oculta se?a de identidad barcelonesa -la paradoja dentro de la paradoja que envuelve otras paradojas- debiera ser celebrada por el mundo entero. Y con seguridad lo ser¨¢. Dios escribe derecho con renglones torcidos. Nada m¨¢s provocador en esta coyuntura global, belicosa, malhumorada y conflictiva que la palabra di¨¢logo. Por ejemplo: cuando todo el mundo se lleva mal con todo el mundo, que desde Barcelona se invoque el di¨¢logo -sea entre personas o entre grupos, da lo mismo- adquiere el plus sensacional de lo ex¨®tico y lo ins¨®lito.
Con semejante oferta universal, la mercadotecnia -conozca usted la original ciudad que hace del di¨¢logo un acontecimiento planetario- se hace sola. Para la historia interna de la ciudad quedar¨¢ este nuevo eslab¨®n que culmina un encadenado de acontecimientos fortuitos que han construido nuestra fama mundial. A Gaud¨ª, Picasso y Cerd¨¤ -accidentes imprevisibles y sobrevenidos- habr¨¢ que a?adir ahora ese parque tem¨¢tico del di¨¢logo masivo con el que s¨®lo se atrev¨ªan, fragmentariamente, las compa?¨ªas telef¨®nicas.
El di¨¢logo ya exist¨ªa en la prehistoria del F¨°rum como ese recurso al que se acude cuando no hay otra cosa mejor. Pero el mundo se ha complicado tanto que hoy -eterna paradoja- mentar la necesidad de dialogar es tan oportuno que puede lograrse el gran ¨¦xito de alcanzar el oportunismo. La cultura de masas adora los oportunismos y esta ciudad ama los retos parad¨®jicos. Se habla de dialogar, cierto, pero no de escuchar: de momento s¨®lo hay ruido en el F¨°rum. Ruido de m¨¢quinas, ruido de VIP, estruendo de expectativas. Poner de moda el di¨¢logo desde Barcelona ser¨¢ un reto a la medida de nuestra historia hecha de casualidades. ?Dioses! Qu¨¦ verano tan emocionante.
Fui hace poco a visitar la escena de la nueva paradoja ciudadana. Es todo un viaje en el sentido literal y en el imaginario. Hay que ir con tiempo por delante, tener buenas piernas para andar, sano ejercicio, y disponerse a tragar polvo. Acud¨ª como ciudadana, renunciando a las reverencias que todo organizador de una venta -por bien intencionada que ¨¦sta sea- hace siempre a un periodista. Llevaba en la cabeza mapas, esquemas, palabras, explicaciones, propaganda oficial y, por supuesto, buenas intenciones. Quer¨ªa ver. Y vi -s¨®lo tuve acceso a ver desde cierta distancia- c¨®mo crece la paradoja.
El interesante edificio azul y triangular del F¨°rum se esconde tras lo que se percibe como imponentes rascacielos de hoteles y oficinas, todo ello firmado por arquitectos de post¨ªn para que pensemos en Chicago, cuando deber¨ªamos recordar algo as¨ª como Des Moines. Pero pocos han estado en Des Moines, y Chicago, en cambio, sale en las pel¨ªculas. En un a?o -entonces con la ¨²nica referencia de unas torres tipo Alicante, las terribles serpientes met¨¢licas del parque de Miralles y el centro comercial de ciudad de provincias- la cosa ha mejorado mucho en ambici¨®n parad¨®jica. Al menos, las dimensiones ser¨¢n impresionantes si se llega en tranv¨ªa, que es la desafiante nueva idea de transporte p¨²blico, o en metro. Cl¨¢sico y vanguardia. El puerto y dem¨¢s alicientes prometidos dejan ver mucho hormig¨®n, una monta?a de tierra revuelta y, como los nuevos edificios, un caos. En ?dos meses! debe hacerse el milagro de que el paisaje responda a la imaginaci¨®n. As¨ª ser¨¢. Acostumbrados a los milagros y a las paradojas, sabemos que de este actual desconcierto saldr¨¢ el conejo m¨¢gico que nos har¨¢ famosos: la feria del di¨¢logo. La paradoja vende.
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