El declive comercial del premio literario
En Francia han reducido las ventas y en Espa?a los editores defienden la f¨®rmula por el marketing
Cumplieron una funci¨®n v¨¢lida y primordial: la de crear un magma creativo, animar a la escritura y fomentar la lectura en un pa¨ªs que era un erial para la cultura en pleno franquismo. Ahora, todos los editores representantes de grandes firmas, con su premio de pedigr¨ª, resumen la raz¨®n de ser de los galardones literarios hoy en Espa?a en dos palabras: "Mayor difusi¨®n". O mayor promoci¨®n o m¨¢s marketing, ll¨¢menlo como quieran. El caso es que el modelo de los reconocimientos a las letras, que en Espa?a cumplieron una labor fundamental desde la posguerra hasta la democracia, ha entrado en crisis para muchos de los representantes del mundo editorial: cada vez hay m¨¢s, pero se venden menos.
Los editores creen que hay "saturaci¨®n" en la oferta de galardones
La opacidad a la hora de dar cifras de venta en Espa?a es un obst¨¢culo a salvar
En Francia pasa lo mismo. Seg¨²n publicaba el suplemento Des Livres, de Le Monde, los premios literarios m¨¢s prestigiosos de aquel pa¨ªs han bajado en sus ventas en los ¨²ltimos cuatro a?os. Tanto el Goncourt como el Femina o el M¨¦dicis han visto reducidas las suyas de manera espectacular en algunos casos. Si en 2001 se vendieron 483.600 ejemplares de Rojo Brasil, de J. C. Ruffin (publicado en Espa?a por Ediciones B), los a?os siguientes, tanto Les Ombres errantes, de P. Quignard, en 2002, y Le maitresse de Brecht, de J.-P. Arnette, colocaron 80.950 y 106.860 en el mercado. Mientras que C. Laurens, ganador del Femina en 2000 con Dans ces bras-l¨¤, lleg¨® a 208.520, Le complex de Di, de Dai Sijie, autor de Balzac y la joven costurera china (Salamandra), s¨®lo vendi¨® 75.000 en 2003.
Y en Espa?a, ?ocurre lo mismo? "Es diferente", parece ser la respuesta un¨¢nime de los editores. Diferente en las cifras, para empezar. Porque la opacidad de las editoriales para sacar a la luz el n¨²mero de ventas es uno de los obst¨¢culos que hay que saltar para abordar estos temas: 100.000 ejemplares m¨¢s o menos, es el n¨²mero m¨¢gico que dan por v¨¢lido. Adem¨¢s, todos agregan que no se puede comparar: "Los premios citados son a obra publicada, como ocurre en el Reino Unido o en Estados Unidos tambi¨¦n, mientras que en Espa?a se otorgan a nuevas creaciones", afirma Juan Gonz¨¢lez, director general de ediciones generales del Grupo Santillana. ?l defiende que, adem¨¢s del marketing, su premio, el Alfaguara, tiene su sentido: "Descubrir talentos a un lado y otro del Atl¨¢ntico y darlos a conocer en ambos lugares", explica. Esta edici¨®n la acaba de ganar la colombiana Laura Restrepo con su obra Delirio, que sale a lograr cifras similares a las de sus antecesores o a batir la marca de Tom¨¢s Eloy Mart¨ªnez, el ganador con m¨¢s ventas del premio -"m¨¢s de 100.000 ejemplares", dice Juan Gonz¨¢lez- con su novela El vuelo de la reina.
Planeta es otro planeta. Resulta otra dimensi¨®n, en la marca madre de un grupo que tambi¨¦n abarca las editoriales Destino, con el Premio Nadal, uno de los m¨¢s prestigiosos del circuito; Espasa, con el Primavera, que esta semana ha ganado Lorenzo Silva con Carta blanca, o Seix Barral, con el Biblioteca Breve, que este a?o ha ido a parar al chileno Mauricio Electorat con su obra La burla del tiempo. Son premios para todos los gustos y colores, en los que tambi¨¦n destacan el Azor¨ªn, que el jueves pasado lo consigui¨® Manuel Mira Candel con El secreto de Orcelix, o el Premio Lara, a obra publicada, tal como se hace en los pa¨ªses le¨ªdos y que se otorga por tercera vez el mi¨¦rcoles que viene.
El objetivo del premio padre, el Planeta, es m¨¢s ambicioso: "Queremos lograr entre 250.000 y 300.000 ejemplares", asegura Carlos Rev¨¦s, director de la editorial. ?Y han ca¨ªdo las ventas en los ¨²ltimos tiempos? "Bueno, nos mantenemos, para el ganador de este a?o -Antonio Sk¨¢rmeta con El baile de la Victoria- hemos hecho una tirada inicial de 180.000", asegura. Lejos quedan los tiempos en los que Terenci Moix sobrepasaba el mill¨®n con No digas que fue un sue?o. Rev¨¦s describe el objetivo de su premio: "Buscar un buen libro", dice, aunque sabe que ya es dif¨ªcil colocarlo el primero en la lista de ventas porque los tiempos cambian y ahora funcionan otras artes: "El boca o¨ªdo que ha resultado para Soldados de Salamina o La sombra del viento, de Carlos Ruiz Zaf¨®n. Y los fen¨®menos como El C¨®digo Da Vinci, de Dan Brown, y autores consagrados, como Arturo P¨¦rez-Reverte. Contra todo eso ha tenido que competir el Planeta este a?o", dice Rev¨¦s.
Ser¨¢ un s¨ªntoma de madurez del mercado, seg¨²n admite el mismo Rev¨¦s, cuyos lectores ya no necesitan el tutelaje de unos premios orientativos. Pero el caso es que para los editores conviene mantener un modelo que todav¨ªa vende aunque est¨¦ tocado por sombras en su limpieza. El que existe es el mecanismo t¨ªpicamente espa?ol y funciona as¨ª en muchos casos: para empezar se convoca con una dotaci¨®n espectacular que oscila entre los 601.000 euros del Planeta, los 360.607 del Torrevieja -de Plaza y Jan¨¦s-, los 200.000 del Primavera o los 175.000 d¨®lares del Alfaguara. Luego, seg¨²n algunos, los agentes entran en acci¨®n: "Hacen sus propuestas, claro", admite Nuria Tey, de Plaza y Jan¨¦s, que acaba de publicar Casi todas las mujeres, de J. J. Armas Marcelo, y aseguran tener poca perspectiva de lo que suponen las ventas, ya que van por la segunda edici¨®n del premio. De la primera, Javier Reverte, con La noche detenida, vendieron el n¨²mero m¨¢gico: "Sobre los 100.000, m¨¢s o menos", afirma.
Los agentes confirman que ante la convocatoria se ponen en marcha: "?Qu¨¦ quieren que hagamos?", se defiende Antonia Kerrigan. "Apostamos por nuestros autores y les buscamos las mejores oportunidades", asegura esta agente de Barcelona, una de las m¨¢s prestigiosas de Espa?a.
Luego se forma un jurado, al que las editoriales potentes pagan entre 1.200 y 1.800 euros por cada miembro, y se otorga el cheque en una cena de gala...
Algunos editores insisten en defender el modelo. Lo hacen desde Planeta, lo repite Juan Gonz¨¢lez, cuyo premio tiene una trayectoria menor; lo apoya Adolfo Garc¨ªa Ortega, responsable del Biblioteca Breve, de Seix Barral; lo defiende Tey, cuya firma acaba de incorporarse al club, aunque todos coinciden tambi¨¦n en que hay "saturaci¨®n". "Son muchos premios", afirman Garc¨ªa Ortega y Juan Gonz¨¢lez. Incluso hasta los peque?os insisten en ello: esta semana se otorga el Lengua de Trapo, editorial experta en descubrir nuevos valores que dirige Jos¨¦ Huerta.
Eso pese a que muchos opinan que el modelo y los mecanismos han entrado en crisis: "Son una r¨¦mora del pasado", aseguran antiguos editores que no est¨¢n hoy en activo, como Luis Su?¨¦n o Manuel Rodr¨ªguez-Rivero. Otros proponen renovar las formas sin acabar con el sistema, como Juan Max Lacruz, hijo de Mario Lacruz, que ha convocado un premio en honor a su padre que publicar¨¢ Ediciones B. "Cambiaremos la dotaci¨®n. Ser¨¢ de 6.000 euros, as¨ª nadie se sentir¨¢ tentado por el dinero, formaremos un jurado incuestionable, presidido por Juan Mars¨¦, y garantizamos el total anonimato de los que se presentan", afirma. Con eso quieren conseguir que la cosa vaya m¨¢s all¨¢ del puro marketing: "Elegir un buen libro, una obra en la que haya puesto un trozo de vida de alguien", asegura.
Razones para cuestionar modelos
Una v¨ªa que muchos defienden para que cuaje en el panorama de los premios es el de otorgarlos a obra publicada. As¨ª ocurre ya con el Salamb¨®, que se concede en Barcelona por un jurado formado por escritores, o el Premio Lara, que se da con el nombre del fundador del grupo Planeta pero en el que est¨¢n involucradas varias editoriales importantes. Ese modelo no prolifera en Espa?a, pero es el que funciona en el Reino Unido para el Booker Prize, "con un jurado sometido a todo tipo de presiones pero a prueba de bomba", afirma Luis Su?¨¦n, que ha sido editor de Alfaguara, SM o Espasa, algo que tambi¨¦n apoya Juan Max Lacruz: "Es una corona de laurel que se otorga despu¨¦s de que los libros han sido publicados, valorados por la cr¨ªtica y vendidos", asegura el hijo de Mario Lacruz, partidario de "limpiar", el panorama de los premios en Espa?a.
Pero como no todo es incuestionable, es precisamente ese modelo el que ha entrado en Francia en un declive bastante espectacular, tanto que, seg¨²n Le Monde, los cinco premios convocados en 2003 en ese pa¨ªs, incluyendo el Goncourt, el M¨¦dicis, el Femina o el Renaudot, consiguieron en 2003 una venta total de 467.000 ejemplares, 15.000 menos de lo que vendi¨® tan s¨®lo el Goncourt en 2001 con Rojo Brasil, de J.-C. Rufin.
Seg¨²n el suplemento literario de dicho diario, las razones son claras: "Las decisiones han sido criticadas y acusadas de autocomplacencia de los editores, que eligen sus propios jurados, lo que hace que se cierren varias puertas y que los libreros opten por no recomendarlos".
Otras opciones son las que se han puesto en marcha en Italia, por ejemplo, con el Premio Napoli, que se da en diferentes categor¨ªas a varias obras publicadas. El objetivo es fomentar la lectura y es un galard¨®n que se da por votaci¨®n directa de una serie de comit¨¦s de lectura designados en toda la ciudad, en Italia y fuera del pa¨ªs, y que eligen a quienes m¨¢s les gustan de entre una selecci¨®n previamante hecha por un jurado elegido por una fundaci¨®n independiente y que no depende de ninguna marca editorial.
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