Apertura en rojo y azul
Alonso, tercero, lleva su Renault al podio, pero sin amenazar a los Ferrari de Schumacher,ganador, y Barrichello
Lo que hizo fue grande. Fernando Alonso (Renault) subi¨® al tercer pelda?o del podio en su primera carrera de la temporada en un aviso claro de lo que puede ocurrir. El espa?ol, de 22 a?os, hab¨ªa anunciado que su objetivo era pisarlo en cada una de ellas. "Iremos a por todas en cada prueba", indic¨®. Y ayer, en Melbourne, puso la primera piedra en ese edificio que debe ir construyendo en los 17 restantes. Su tercera posici¨®n en el Gran Premio de Australia, tras el alem¨¢n Michael Schumacher y el brasile?o Rubens Barrichello (Ferrari ambos) se suma a la victoria lograda la pasada temporada en el de Hungr¨ªa, al segundo puesto en el de Espa?a y a los dos terceros de Malaisia y Brasil.
Lo suyo fue espectacular. Cuando tom¨® la salida, clav¨® su primera estacada al pr¨ªncipe colombiano, Juan Pablo Montoya, y le dej¨® a ¨¦l y a su flamante BMW Williams con un palmo de narices y sin saber exactamente qu¨¦ estaba ocurriendo. Fue uno de los tres hechos que marcaron la carrera inicial en el circuito de Albert Park. No s¨®lo porque Alonso se encaram¨® ya de entrada de la quinta a la tercera plaza, con un adelantamiento por la izquierda sobre la hierba, sino porque a causa de ello el propio Montoya forz¨® tanto para impedir perder su posici¨®n que se sali¨® de la pista, atraves¨® el c¨¦sped y regres¨® cuatro puestos m¨¢s lejos.
Montoya arruin¨® de entrada su carrera y las ilusiones de un equipo, el Williams BMW, que hab¨ªa depositado en ¨¦l la mayor parte de su artiller¨ªa pesada. El suramericano, que comienza como el principal rival de Michael Schumacher en la disputa del t¨ªtulo, inici¨® all¨ª mismo una carrera de obst¨¢culos frenado por sus rivales, a los que no lograba adelantar y perjudicado tambi¨¦n por un error en su propio box -le mantuvo m¨¢s de 10 segundos parado en el segundo avituallamiento-, que le condujo al fracaso m¨¢s absoluto. Acab¨® el quinto, por detr¨¢s de su compa?ero, Ralf Schumacher, evidenciando adem¨¢s los problemas internos de la escuder¨ªa. Su mayor m¨¦rito fue conseguir que su equipo ocupe el segundo lugar en la clasificaci¨®n de constructores. P¨ªrrico.
El segundo hecho significativo fue que ni siquiera Alonso, realizando una carrera espectacular, consigui¨® ser una amenaza seria para la hegemon¨ªa de Ferrari. Si alguien ten¨ªa dudas sobre la capacidad de concentraci¨®n y de pilotaje de Michael Schumacher le han quedado disipadas. Ah¨ª se produjo una confluencia de factores. El primero, que la marca de Maranello escondi¨® sus armas durante toda la pretemporada, pero ten¨ªa un producto superior al de todos sus rivales: un coche eficaz, s¨®lido y con una aerodin¨¢mica desequilibrante. El segundo, que Bridgestone ha trabajado de forma muy solvente para paliar la desventaja que ten¨ªa el a?o pasado en relaci¨®n a Michelin en las superficies secas. Eso se hizo patente en la tremenda estabilidad de los Ferrari en la salida de las curvas, en comparaci¨®n con la del Renault de Alonso. Y el tercero, que el alem¨¢n sigue marcando diferencias a pesar de sus 35 a?os de edad, y que Barrichello es un escudero fiel.
La tercera circunstancia que marc¨® la carrera fue ver el desespero reflejado en el rostro del finland¨¦s Kimi Raikkonen cuando en la d¨¦cima vuelta su coche se par¨® y tuvo que abandonar. Aquello era la constataci¨®n m¨¢s evidente de que McLaren tiene un serio problema. El motor en el que hab¨ªan depositado la mayor parte de sus esperanzas, del b¨®lido que conduc¨ªa uno de los pilotos con m¨¢s futuro en el circo de la F-1, se rompi¨® en menos de media hora de carrera. Y el otro, el del coche del brit¨¢nico David Coulthard, se movi¨® en una mediocridad impropia de una escuder¨ªa con uno de los presupuestos m¨¢s altos.
El colof¨®n lleg¨® ya al final, cuando Montoya pudo vislumbrar desde el final de la recta de boxes por su retrovisor como Michel Schumacher entraba ya en ella. Un momento pat¨¦tico porque demostraba hasta qu¨¦ punto hab¨ªa sido demoledor el dominio de Ferrari. S¨®lo el Renault de Alonso lo soport¨®. Pero ni las incuestionables dotes del espa?ol bastaron para crear un problema a los b¨®lidos rojos.
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