?Qu¨¦ clase de pa¨ªs queremos ser?
Antes de ser un pa¨ªs del que se van algunas multinacionales, Espa?a fue lugar de relocalizaci¨®n. Aqu¨ª llegaban numerosas industrias en busca de menores costes y de mayores beneficios. Esto parece haberse acabado al haber subido, afortunadamente, el nivel de vida de los asalariados y acercado sus sueldos a los del resto de los europeos. Si esa tendencia se ve¨ªa venir, habr¨ªa que haber buscado nuevas ventajas comparativas. Pero se decidi¨® que la mejor pol¨ªtica industrial es la que no existe y que lo importante era el d¨¦ficit cero.
La deslocalizaci¨®n y el outsourcing (subcontrataci¨®n de servicios a empresas localizadas en pa¨ªses cuya mano de obra es m¨¢s barata o tienen menores niveles de protecci¨®n social) son efectos directos de la globalizaci¨®n. Era ceguera pensar que los ¨²nicos movimientos que se iban a producir eran los de capitales y no los de empresas y empleo de unos sitios a otros. La deslocalizaci¨®n beneficia a los pa¨ªses emergentes que se incorporan a la globalizaci¨®n y perjudica a otros colectivos antes favorecidos. Pero la deslocalizaci¨®n de ahora es distinta de la anterior. Hemos entrado en una nueva fase. Ya no s¨®lo se deslocalizan empresas manufactureras y empleos de baja cualificaci¨®n, sino tambi¨¦n industrias de la nueva econom¨ªa y puestos de trabajo de alto valor a?adido.
Lo novedoso no es que el famoso pantal¨®n vaquero Levi Strauss deje de fabricarse en EE UU y se vaya a China o Costa Rica, sino que en la ciudad india de Bangalore haya mayor concentraci¨®n de programadores inform¨¢ticos que en muchos centros de Silicon Valley. No s¨®lo se deslocalizan los centros de atenci¨®n telef¨®nica, sino tambi¨¦n los seguros, la contabilidad, el mantenimiento de sistemas inform¨¢ticos y las aplicaciones de los mismos. Un estudio reci¨¦n publicado indica que, en 2007, el 23% de los empleos del sector de las Tecnolog¨ªas de la Informaci¨®n y la Comunicaci¨®n en EE UU estar¨¢ subcontratado a pa¨ªses emergentes.
Otro estudio de dos institutos alemanes, presentado hace unos d¨ªas en la Fundaci¨®n BBVA, indicaba que el traslado de empresas de la pr¨®spera Europa occidental hacia los pa¨ªses de la ampliaci¨®n no ha hecho m¨¢s que empezar, ya que los costes salariales de estos ¨²ltimos no llegan al 30% de los comunitarios. El 60% de las empresas alemanas con menos de 5.000 empleados ya ha instalado f¨¢bricas fuera de la UE, la mayor¨ªa de ellas en Europa del Este. Esta revoluci¨®n del modelo de producci¨®n se est¨¢ convirtiendo en uno de los temas estrella de la campa?a electoral de EE UU. Asustados, en los distintos Estados se discuten en estos momentos multitud de iniciativas legales para castigar a las empresas que deslocalizan su producci¨®n o los servicios. La recuperaci¨®n econ¨®mica no viene acompa?ada de una creaci¨®n masiva de empleo. Los dem¨®cratas han encontrado un fil¨®n en la deslocalizaci¨®n, aunque nadie haya teorizado c¨®mo poner puertas al campo.
As¨ª nace el redescubrimiento de las pol¨ªticas industriales, es decir, las formas de apoyar a las empresas por parte de los Estados, las comunidades aut¨®nomas y los ayuntamientos. Estos organismos no pueden poner barreras administrativas a las salidas de empresas cuando se deslocalizan, porque ello crear¨ªa un precedente negativo para las nuevas decisiones de inversi¨®n. Pero s¨ª pueden facilitar las infraestructuras de proximidad, el acceso a Internet a gran velocidad, la formaci¨®n permanente de los trabajadores para que aumenten su productividad, el incremento de la I+D, los cr¨¦ditos fiscales a la innovaci¨®n, financiar la investigaci¨®n universitaria, etc¨¦tera. Pero esto no es flor de un d¨ªa, sino una pol¨ªtica de largo plazo.
Espa?a ha perdido mucho tiempo discutiendo de galgos y podencos, y no tiene una pol¨ªtica industrial definida con la que paliar el fen¨®meno de la deslocalizaci¨®n. El debate electoral sobre ello no ha sido muy profundo. Pero los partidos pol¨ªticos deber¨ªan responder obligatoriamente a una pregunta m¨¢s all¨¢ de las esencias: qu¨¦ clase de pa¨ªs queremos ser. Contestarlo es patriotismo constitucional.
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