La mala cara de Xabi Alonso
La imagen del centrocampista, con la nariz rota por un choque fortuito, simboliza la de un club que respira mal, pero no arroja la toalla
Xabi Alonso, uno de los l¨ªderes de la Real Sociedad, un muchacho simp¨¢tico y bien encarado, ten¨ªa ayer mala cara. No era culpa suya. Hace dos semanas, ante el Albacete, en una jugada fortuita, le rompieron la nariz, aunque s¨®lo le afearon la imagen y pudo seguir jugando. Peor suerte corri¨® Aranzabal, al que le ocurri¨® lo mismo, pero con un agravante: sufri¨® una desviaci¨®n del tabique nasal y no ha vuelto a jugar ni est¨¢ en Ly¨®n.
No es que Alonso tenga cara de boxeador, ni mucho menos, pero su nariz es otra y da la sensaci¨®n de que la Real, como ¨¦l, respira mal y tiene el aspecto compungido. Se percibe en su ambiente un tono retra¨ªdo que se aleja por igual del derrotismo que del entusiasmo en su compromiso con el Olimpique de Ly¨®n.
Karpin, curtido en mil batallas, ya lo anunci¨® antes del sorteo: cualquiera menos el Olympique, clam¨®, por un axioma: poco nombre y buenos futbolistas. Mala conjugaci¨®n porque siempre transmite la imagen de un conjunto empe?ado en tocar el cielo. Los directivos realistas lo adivinaron cuando supieron que les triplica en presupuesto y el p¨²blico lo advirti¨® cuando le vio jugar en Anoeta. All¨ª no hab¨ªa un cuadro de la clase media europea, sino un vivo ejemplo de la escuela francesa.
Agobiados por los refulgentes espa?oles, italianos, ingleses o alemanes, los clubes franceses no han adquirido el pedigr¨ª de su selecci¨®n. Carentes de las grandes figuras medi¨¢ticas de su pa¨ªs -Zidane, Henry, Pires o Trezeguet-, pasan de puntillas por las bambalinas, pero han creado un discurso que es casi un manual en el f¨²tbol europeo: toque, velocidad y movimiento.
Quiz¨¢s en eso pensaba tambi¨¦n Alonso, con su nariz averiada, antes de embarcarse en el aeropuerto de Biarritz junto a Alkiza. O incluso Karpin, el ¨²nico que se permiti¨® una bromilla con Lee, al que desplaz¨® la bolsa de la cinta transportadora oblig¨¢ndole a correr para recuperar su lugar. Fue la ¨²nica nota de humor de una expedici¨®n tranquila, sabedora de que la de hoy es su batalla, pero no su guerra. Que, como dicen los del Olympique, "la Real tiene mucho que ganar y nada que perder" y que ellos juegan dos velocidades por encima de los realistas, pero con un juego m¨¢s propicio para el terreno ajeno que para el propio.
Podr¨ªa decirse que la Real husmea algo, aunque Alonso tenga la nariz averiada y, con el traje impecable de azul oscuro y un pinganillo en el o¨ªdo para escuchar m¨²sica, m¨¢s parezca un esp¨ªa selecto. No es mal entrenamiento para vigilar a Juninho Pernambucano, el hombre que inicia casi todas las jugadas del Olympique aunque su fortaleza real radique en los extremos, Govou y Malouda, dos balas que casi siempre saben hacia donde van. Junto a Luyindula, un congole?o nacionalizado franc¨¦s, se comportan de forma similar al rayo que no cesa. Negros, con toda su elasticidad; franceses, con todo su academicismo.
Pero ni Alonso ni la Real tiran la toalla. Raynald Denoueix medita alinear a tres centrales para guarecerse de la velocidad del Olympique. Podr¨ªa ser su ¨²nica apuesta, sin entrar en movimientos que, generalmente, le han dado malos resultados. M¨¢s vale apostar por la seguridad y la paciencia que por el cambio de golpes. Es el momento de los jugadores m¨¢s hechos, aunque tengan mala cara, como ayer en el aeropuerto, o como Xabi Alonso, que no la ten¨ªa, pero se la pusieron.
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