?Violencia juvenil en el metro?
Metro es un espacio social, en el cual los j¨®venes y adolescentes se expresan de diversas maneras, violentas o no, aunque se preste m¨¢s atenci¨®n a las primeras y algunas personas las perciban con un sentimiento de inseguridad m¨¢s "preocupante". Pero, en todo caso, tales expresiones nos lanzan a la cara el fracaso de nuestra sociedad y de nosotros mismos como padres, amigos, hermanos o trabajadores.
Estos "des¨®rdenes" nos indican a todos que lo que hasta ahora era "el orden" no podemos tomarlo para decir lo que es "desorden". Sin embargo, se sigue haciendo lo mismo que hace d¨¦cadas (endurecimiento de las leyes, m¨¢s represi¨®n y dramatismo medi¨¢tico), y nos conducimos hacia un callej¨®n sin salida: m¨¢s violencia, m¨¢s "des¨®rdenes".
La respuesta juvenil no puede ser otra que asociarse y crear sus leyes. L¨®gicamente, aumenta el localismo entre los j¨®venes y adolescentes: la pandilla es el lugar. Y el metro es un espacio por colonizar y hacerse due?o de una parte de ¨¦l: Lucero, Villa de Vallecas, Congosto, Sierra de Guadalupe, Pan Bendito, Lavapi¨¦s... En ocasiones, de manera contundente; por ejemplo, la evoluci¨®n en los grafiteros sigue esa l¨®gica, con su agresividad y el reto violento a quien se acerque a ellos (trabajadores del metro, vigilantes, polic¨ªa, viajeros).
Sin saber qu¨¦ hacer... los padres creen saber d¨®nde supuestamente est¨¢n sus hijos, pero ignoran d¨®nde est¨¢n, qu¨¦ hacen, por qu¨¦. El m¨®vil se convierte en un instrumento para la tranquilidad paterna. Como lo es la legislaci¨®n (el en¨¦simo cambio de la Ley del Menor o la ley del botell¨®n): recurso al Estado, a quien se le pide -en definitiva- que ejerza la violencia y la represi¨®n que tape el fracaso de los padres y de toda la sociedad.
Y el Estado responde como siempre: juicios "r¨¢pidos" y m¨¢s polic¨ªa, videovigilancia, vigilantes de seguridad privada. Metro, como empresa, hace lo mismo, y contribuye as¨ª al mismo callej¨®n sin salida en el que, adem¨¢s, nos implica a los trabajadores.
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