Mujer, trabajo, sexo
He visto siempre a las mujeres trabajando. Y muy duro; y peor pagadas. Y supeditadas al macho. No era entonces extra?o: al hijo se le daba m¨¢s instrucci¨®n que a la hija, y se le permit¨ªa salir, alternar, y hasta parec¨ªa una alegr¨ªa que confirmase su virilidad (es un decir) con mujeres a¨²n m¨¢s desgraciadas que las "decentes". Muchos padres llevaban a sus hijos a iniciarse en el sexo. Y hab¨ªa, y todav¨ªa hay, una civilizaci¨®n en la cual un hombre estaba m¨¢s logrado cuantas m¨¢s mujeres consegu¨ªa, y una mujer m¨¢s desprestigiada cuantos m¨¢s hombres conoc¨ªa. De esto sali¨® una sociedad monstruosa, interesante para una psiquiatr¨ªa o psicolog¨ªa social; pero que sol¨ªa ser m¨¢s indicada para el confesor, que a?ad¨ªa m¨¢s dolor al tema. A veces el m¨¦dico daba alg¨²n medicamento a las chicas cuyas hormonas las acuciaban; y bromuro a los soldados en los cuarteles. Hablo en pasado, cuando estamos en un tiempo en el que parece haber triunfado el amor libre, que era la utop¨ªa de entonces, pero tampoco es una realidad total. A¨²n hay alteradores del orden, y son los que se dicen a s¨ª mismos gente de orden. Como siempre, el lenguaje es la primera v¨ªctima de cada situaci¨®n. Ahora el trabajo de la mujer ha pasado de ser una aspiraci¨®n a ser una obligaci¨®n ineludible; los sueldos de la pareja son necesarios para mantener una vida com¨²n, y a¨²n no alcanzan para tener una vivienda y las necesidades que provoca. A¨²n no ha cesado el macho acechante que ronde a todas, ni la administraci¨®n prudente de la mujer de un cuerpo que es su propiedad.
El D¨ªa de la Mujer Trabajadora es un "d¨ªa" m¨¢s, que forma parte del calendario laico con el que se va sustituyendo al santoral. Pero la opresi¨®n contin¨²a. Si se ha ido ya quitando uno de los trabajos m¨¢s aterradores de la mujer, el del servicio dom¨¦stico -las ni?as que mandaban los pueblos y lloraban en el "cuarto de servicio"-, es porque se las ha sustituido por otras que vienen de pa¨ªses a¨²n peores. La idea de que est¨¢n oprimidas, mal tratadas y mal pagadas por otras mujeres no se debe perder. En realidad tendr¨ªamos que volver a la reconstrucci¨®n de las ideolog¨ªas sobre las clases sociales y no olvidar la opresi¨®n del "hombre por el hombre", de recordar que tambi¨¦n est¨¢ explotado y mal tratado y que la sociedad no se cambia con fragmentaciones de sexo, nacionalidades, edades, partidos y todo lo dem¨¢s, sino con una cierta unidad general.
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