"La CIA actu¨® en Irak seg¨²n las necesidades de Bush y Cheney"
Ray McGovern, 62 a?os, trabaj¨® durante 27 a?os, hasta 1990, como analista de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y particip¨® en la elaboraci¨®n de los documentos clave durante la guerra de Vietnam y la guerra fr¨ªa, llamados National Intelligence Estimate (NIE). McGovern asegura que George Tenet, director de la CIA, se pleg¨® a lo que ¨¦l sab¨ªa que necesitaban el presidente George W. Bush y el vicepresidente Dick Cheney. McGovern mantuvo una larga conversaci¨®n con EL PA?S. He aqu¨ª el di¨¢logo:
Respuesta. Tiene que ser una de dos cosas. Primero, una tremenda incompetencia. Mis antiguos colegas habr¨ªan sido, pues, incapaces de hacer un trabajo anal¨ªtico decente. O bien se trata de una politizaci¨®n. La Administraci¨®n, en las personas del vicepresidente, Dick Cheney, y el secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, por un lado, y George Tenet, director de la CIA, por el otro -quien ha recibido ¨®rdenes de ellos-, ten¨ªan un objetivo pol¨ªtico. Y fue Cheney quien primero arroj¨® la piedra el 26 de agosto de 2002, cuando explic¨® el peligro que representaba Irak para Estados Unidos y el mundo. Hubo una combinaci¨®n de circunstancias: la Administraci¨®n Bush dej¨® en claro qu¨¦ tipo de informes necesitaba y los dirigentes de las agencias de inteligencia se pusieron a su servicio.
"La guerra de Irak no fue un asunto de armas de destrucci¨®n masiva"
"Escogieron lo que mejor les ven¨ªa y apartaron lo negativo para su objetivo"
P. Pero la CIA no hab¨ªa elaborado en agosto de 2002, que se sepa, ning¨²n documento sobre la amenaza de las armas de destrucci¨®n masiva de Irak.
R. Ha sido una situaci¨®n verdaderamente ¨²nica. En mis 27 a?os de experiencia en la CIA, cuando la Casa Blanca adoptaba una decisi¨®n importante de pol¨ªtica exterior, los organismos de inteligencia elaboraban lo que llamamos una National Intelligence Estimate (Estimaci¨®n de Inteligencia Nacional), un documento formal firmado en la portada por el director de la CIA. En ¨¦l se le suele decir al presidente de EE UU lo que la organizaci¨®n piensa sobre la situaci¨®n, esto es, aqu¨ª est¨¢ nuestra mejor evaluaci¨®n y la ponemos a su disposici¨®n para que pueda ayudarle a adoptar sus decisiones. As¨ª ocurri¨® en Cuba, Vietnam o sobre las fuerzas estrat¨¦gicas de la antigua Uni¨®n Sovi¨¦tica. En el caso de Irak no se produjo dicho documento antes de adoptar la decisi¨®n de ir a la guerra. Y esto es quiz¨¢ uno de los hechos m¨¢s curiosos de esta historia. La decisi¨®n se adopt¨® como muy tarde en la primavera de 2002, sin esa estimaci¨®n.
P. ?Por qu¨¦ raz¨®n no se solicit¨® esa estimaci¨®n?
R. Est¨¢ muy claro, al menos para m¨ª. Si George Tenet hubiera ordenado a su gente la preparaci¨®n de ese documento, hubiera habido una muy elevada probabilidad de que sus analistas y agentes hubieran elaborado una respuesta que no hubiera sido bienvenida en la Casa Blanca y en el Departamento de Defensa. Ni Dick Cheney ni Donald Rumsfeld lo hubieran aceptado, pues ambos ya estaban a favor de la guerra en Irak. Tenet evit¨®, por tanto, elaborar ese documento. Y la Casa Blanca no lo pidi¨®, porque, como digo, carec¨ªa de la seguridad de que las conclusiones iban a ser las que necesitaba. Por tanto, se omiti¨® este paso. Cuando la gente volvi¨® de las vacaciones del verano de 2002, en los primeros d¨ªas de septiembre, el principal desaf¨ªo lograr que el Congreso norteamericano delegase en el presidente los poderes que la Constituci¨®n le confiere para declarar una guerra. Y, por ¨²ltimo, quien se encarg¨® de ilustrar la amenaza iraqu¨ª fue una oficina dentro del Pent¨¢gono formada por gente con poca experiencia en inteligencia, pero con la ventaja de saber qu¨¦ quer¨ªan Bush, Cheney y Rumsfeld. Escogieron lo que mejor les ven¨ªa y apartaron aquello que era negativo para su objetivo. Se nutr¨ªan de informes de la oposici¨®n a Sadam, en especial de Ahmed Chalabi.
P. El 12 de septiembre, un d¨ªa despu¨¦s de cumplirse el primer aniversario de los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001, el presidente Bush advierte en la Asamblea General de Naciones Unidas sobre el peligro de Irak. ?Cree usted que ratifica lo que ya es una orientaci¨®n?
R. S¨ª, en esas fechas la National Intelligence Estimate (NIE) comienza a elaborarse, y le dir¨¦ c¨®mo fue el proceso. Cuando se empieza a ver en el Congreso la autorizaci¨®n para ir a la guerra, el senador dem¨®crata por Florida Bob Graham, presidente del Comit¨¦ de Inteligencia del Senado, es advertido por su colega Dick Durdban de que no hay una NIE. Graham decide llamar a Tenet, quien obtiene el benepl¨¢cito de la Casa Blanca para elaborar el documento. Robert Walpole, hombre de confianza de Tenet, se encarga del trabajo. En tres semanas, a finales de septiembre, con fecha de octubre, llega la NIE. Y sorpresa, sorpresa, llega a las mismas conclusiones que el vicepresidente Dick Cheney nos ha anunciado el 26 de agosto. Irak es una gran amenaza.
P. Los brit¨¢nicos publican el 24 de septiembre su informe. ?Es una coincidencia?
R. El c¨¦lebre dossier. Supongo que lo de la coincidencia lo dir¨¢ usted en broma. Es un esfuerzo muy bien coordinado entre Estados Unidos y el Reino Unido. He sabido hace poco que una delegaci¨®n de funcionarios de inteligencia brit¨¢nicos visit¨® Washington en septiembre para preparar lo que cada parte estaba por decir sobre Irak. O para decirlo de manera elegante: se trataba de entonar con la misma partitura.
P. Las pistas aportadas por la CIA y los brit¨¢nicos a los inspectores de la ONU se revelaron en su mayor¨ªa falsas. El contrato fraudulento de Irak con N¨ªger para comprar uranio enriquecido fue denunciado el 7 de marzo por Mohamed el Baradei. Pero la Administraci¨®n Bush ya lo sab¨ªa. Porque el embajador Joseph Wilson viaj¨® a N¨ªger e inform¨® que era una patra?a. ?Conoci¨® usted a Wilson?
R. La operaci¨®n de N¨ªger fue una clave en toda esta historia. Porque le permiti¨® a Bush y a Cheney mantener la acusaci¨®n contra Irak entre agosto de 2002 y el 7 de marzo de 2003, cuando El Baradei dijo que los contratos no eran aut¨¦nticos. F¨ªjese bien: se justific¨® as¨ª el env¨ªo de 300.000 soldados. Y cuando se supo que era falso, est¨¢bamos a 12 d¨ªas de la invasi¨®n. El embajador Wilson destap¨® el tema,primero internamente, en febrero de 2002, al regresar de su misi¨®n en N¨ªger. Y luego, en julio de 2003. Tengo el privilegio de haber conocido al embajador Wilson varios meses antes de que ¨¦l hiciera p¨²blico, en julio de 2003, que el asunto de N¨ªger era un montaje. Coincidimos en un coloquio sobre Irak en Washington a primeros de mayo de 2003. Un peri¨®dico hab¨ªa mencionado que la CIA hab¨ªa enviado a un embajador de raza a N¨ªger a primeros de 2002, sin citar su nombre. Entonces le dije: he le¨ªdo un art¨ªculo donde se habla de un embajador, ?sabe qui¨¦n puede ser? ?l respondi¨®: s¨ª, soy yo. Lo que m¨¢s me impresion¨® es algo que me dijo. 'Vienen a por m¨ª, y de manera salvaje. No s¨¦ qu¨¦ van a hacer, pero ser¨¢ fuerte'.
P. ?Qu¨¦ insinuaba?
R. Entonces no supe qu¨¦ quer¨ªa decir. Pero cuando le¨ª su art¨ªculo en The New York Times el 6 de julio de 2003, y algunas declaraciones que realiz¨®, pens¨¦ en lo que me hab¨ªa anticipado. Iba a ver una respuesta. El 18 de julio de 2003 se filtr¨® el nombre de Victoria Plame, la esposa de Wilson, que trabajaba en la CIA como agente. Ni Karl Rove, el asesor de Bush, ni Cheney pod¨ªan tolerar que un hombre del prestigio de Wilson pudiera desvelar la trama. Peor a¨²n: hab¨ªa que evitar que otros hablaran. No se equivoque: no fue una vendetta. Fue un ataque a su mujer. Al que hable se le arruinar¨¢ la vida. Todo esto nos lleva al fondo: Irak no fue un asunto de armas de destrucci¨®n masiva.
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