V¨¦rtigo en la recta final
El v¨¦rtigo se ha apoderado del PP en la recta final de las elecciones: temblores de piernas y obstrucciones en la faringe constituyen sus principales s¨ªntomas. Son muchas las encuestas, incluidas las internas, que aunque se?alan al PP como ganador de los comicios no garantizan su mayor¨ªa absoluta. Y ese escenario, que impondr¨ªa un nuevo orden basado en la necesidad de apoyarse en otros partidos m¨¢s all¨¢ de Coalici¨®n Canaria, se percibe como una derrota. Sobre todo, si ese apoyo va a depender de Converg¨¨ncia i Uni¨®, partido en el que cunde la impresi¨®n de que su actual debilidad en Catalu?a es consecuencia directa de sus anteriores pactos de legislatura con el PSOE y el PP. Y que adem¨¢s qued¨® incapacitado en las urnas para rentabilizar los beneficios de cualquier pacto mediante inversiones del Estado en Catalu?a. La posibilidad de ese escenario, que sin duda recuperar¨ªa el Congreso de los Diputados para la pol¨ªtica (con debates y comisiones de investigaci¨®n), ha encendido todas las luces rojas en el PP.
Sin embargo, frente a esa amenaza que ya ha levantado la tapa de las euforias en la oposici¨®n, el PP tiene una s¨®lida renta de situaci¨®n que le puede ayudar a salvar los muebles en el ¨²ltimo momento. Por una parte, es el ¨²nico partido de la derecha en el mercado. La inmensa horquilla que va de Blas Pi?ar a Eduardo Punset est¨¢ contenida en sus siglas, lo que garantiza que no se pierda un solo voto de su vasto dep¨®sito sociol¨®gico. Es cierto que a los comicios tambi¨¦n concurren diversas falanges y legiones como Espa?a 2000, aunque su lenguaje truculento parece dise?ado a prop¨®sito para asustar al electorado hacia el PP. El otro factor es la inmensa biodiversidad de la izquierda, que se le ofrece al PP como un colosal caladero de repesca, puesto que la ley D'Hont siempre favorece al partido m¨¢s votado con todos aquellos sufragios de los partidos que no llegan a cuajar en esca?os. Y otro tanto ocurre con el voto en blanco, el nulo o la abstenci¨®n. Y ¨¦sa es la bala de plata que el PP guarda en la rec¨¢mara.
Aparte de esos inconvenientes electorales para una alternativa, el principal partido de la oposici¨®n no ha conseguido despejar del todo la sensaci¨®n de que Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero no tiene toda la autoridad en el PSOE, a pesar del extraordinario repunte que su liderazgo ha experimentado durante la campa?a. A esa falta de cohesi¨®n, que le resta consistencia al partido como opci¨®n de gobierno, han contribuido de manera determinante Juan Carlos Rodr¨ªguez Ibarra y Jos¨¦ Bono, incluso Pasqual Maragall. Pese a ello, al PSOE s¨®lo le cabe aumentar sus diputados de acuerdo con las tendencias marcadas por las encuestas, mientras que al PP le auguran lo contrario: sus respectivas l¨ªneas ya tienden a cruzarse. ?Chocar¨¢n?
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