El dinero no crece en los ¨¢rboles
Jornada con esp¨ªritu de aventura en el universo financiero de los 'brokers'
Es una ma?ana soleada cuando entro en el mundo de Atlas Capital Close Brothers, una de las instituciones financieras de tama?o medio mejor reputadas del sector. He de reconocer que me dirijo a este encuentro con esp¨ªritu de aventura porque el universo de las finanzas es para m¨ª el reino de lo desconocido, de lo que no entiendo, del dinero que fluye de aqu¨ª para all¨¢, que sube y baja en esa burbuja surrealista llamada Bolsa no se sabe por qu¨¦ sensibles mecanismos. Es como adentrarme en la selva, aunque sin necesidad de machete ni casco, porque lo primero que me sorprende al empujar la puerta es una bocanada de luminosidad, de limpieza de obst¨¢culos, de paz. Se dir¨ªa que les han puesto silenciadores a los tel¨¦fonos y que por los pasillos se ha de circular lo imprescindible. Apenas nos cruzamos con nadie mientras la secretaria me conduce hacia una de las muchas salas de juntas por las que pasamos. Tambi¨¦n pasamos por despachos acristalados que guardan en su interior cabezas dirigidas hacia los ordenadores como frascos que conservasen la esencia de esta extra?a sociedad de principio de siglo. Toda esta situaci¨®n me contrar¨ªa porque pensaba empezar la presente p¨¢gina con gente corriendo por los pasillos en mangas de camisa y manos manejando dos o tres tel¨¦fonos a la vez.
Resultan abrumadores con sus idiomas, sus carreras, sus m¨¢ster, su experiencia y juventud
Creen que la econom¨ªa espa?ola ha tirado hacia arriba al margen de la pol¨ªtica
Pero como en la vida, tampoco aqu¨ª nada es como parece. Me saca de mi error Pablo Cervera, uno de los managing directors. Tiene 45 a?os y un carrer¨®n impresionante. Se muestra organizado, met¨®dico, sereno, paciente y al mismo tiempo despide un bombardeo de prisa interna, como si se desenvolviese en una dimensi¨®n temporal distinta a la m¨ªa. Me explica muchas cosas que habr¨ªan sonado a oro molido para un estudiante de empresariales. La apacible atm¨®sfera que percibo es enga?osa porque estoy pensando en el broker o corredor de bolsa, que tanto he visto en las pel¨ªculas, hablando por varios tel¨¦fonos a la vez y haciendo se?as y mil cosas m¨¢s al mismo tiempo. Sin duda el broker se desgasta mucho en ese tiempo que va de las siete de la ma?ana a las seis de la tarde, es un trabajo muy intenso, pero con un punto y final hasta el d¨ªa siguiente. En cambio, la tensi¨®n a la que est¨¢n sometidos en Atlas Capital y en general en todos los bancos de inversi¨®n, aun siendo menos espectacular que la del broker, es a la larga m¨¢s aguda, m¨¢s sofocante. Se trata de analizar el mercado concienzudamente para comprar y vender empresas, se trata de operaciones muy gordas en las que en la recomendaci¨®n al cliente se arriesga mucho. Esta tarea, que debe de ser realmente complicada, les lleva de 12 a 14 horas diarias como m¨ªnimo con una pausa de dos horas para comer, que algunos aprovechan para correr por el vecino Retiro, ir al gimnasio, hacer compras o comer con clientes. Viven al borde constante del ¨¦xito o el fracaso, con una persistente preocupaci¨®n porque el logro de una operaci¨®n, que puede llevarles seis meses, llegue a buen puerto. En cualquier caso, Cervera es partidario de aprender a relativizar los fracasos, de darle importancia a la percepci¨®n global de si el trabajo se ha hecho bien o no. La perspectiva sobre los resultados ha de ser de unos tres a?os, no de uno. A veces hay un a?o especialmente duro como este ¨²ltimo, frenado por la guerra de Irak, que cre¨® una gran incertidumbre. Y, por supuesto, m¨¢s que los fracasos hay que saber relativizar los ¨¦xitos. Hay que tener mucho cuidado con no dejarse llevar por la euforia cuando las operaciones salen una tras otra como la seda, hay que estar preparado para los contratiempos, que sin duda est¨¢n esperando a la vuelta de la esquina. Bajo las envolventes palabras de Cervera me voy dando cuenta de que el duro mundo de la finanzas en el fondo se parece mucho al duro mundo de cualquiera. Con la diferencia de que en tanto que ah¨ª afuera los d¨¦biles pueden ir sobreviviendo a trancas y barrancas, aqu¨ª dentro s¨®lo lo hacen los que tienen gran capacidad de trabajo, los animosos, vitalistas, seguros de s¨ª mismos, creativos y que no se desmoralizan ante los fracasos. Se reconocen profesionalmente agresivos porque siempre est¨¢n preocupados y alertas. Cervera dice que al personal siempre hay que transmitirle optimismo y un mensaje de ¨¦xito. Admiro su temple y solidez. Me gustar¨ªa que fuese mi psic¨®logo.
Empiezo a sospechar que tal vez mi mente est¨¦ elaborando una imagen estereotipada de ejecutivo agresivo. Sin embargo, uno de los directores, Jos¨¦ Ram¨®n, me la confirma. Tiene 33 a?os y como todos un historial brillante. En general, resultan abrumadores con sus idiomas, sus carreras, sus m¨¢ster, su experiencia en compa?¨ªas extranjeras, su juventud. El mayor es el presidente, Le¨®n Benelbas, con 50 a?os, en viaje de negocios, y los m¨¢s j¨®venes tienen 26, pero desde el primero hasta el ¨²ltimo est¨¢n tan involucrados, tan responsabilizados en el quehacer de la empresa, que su estructura resulta bastante plana. Todos llevan buenos trajes y buenos complementos, en una palabra, van impecables.
A Jos¨¦ Ram¨®n le atrae su trabajo porque le permite estar cerca de dos mundos, del empresarial y del financiero. Piensa dedicarse a esto hasta el final, y me lo creo. En nuestra conversaci¨®n toma el mando de la situaci¨®n y me lee el pensamiento, tiene sentido del humor, me dice que no son tan pijos como creo aunque jueguen al golf, debe de verme pinta de progre o algo as¨ª. Como todos ellos, y con gran naturalidad, suelta mucha terminolog¨ªa anglosajona (transborder, seniority, demanding), forma parte de su vocabulario corriente y como todos ellos est¨¢ animado por esa prisa interna, por una inquietud que tira de ¨¦l. Empiezo a descubrir lo estresante de la atm¨®sfera, llena de mucha marcha mental y est¨®magos acelerados, como en esas charcas donde en apariencia no ocurre nada y, sin embargo, se est¨¢ produciendo una gran actividad biol¨®gica.
En general, veo caras de escepticismo cuando se trata de la pol¨ªtica, no dudan de que sea necesaria y que haya que involucrarse, pero ?ay! cu¨¢n enga?osos son los planteamientos de los pol¨ªticos y cu¨¢nto se autojustifican, seg¨²n algunos. No creen que la pol¨ªtica tenga gran incidencia sobre la econom¨ªa, m¨¢s bien consideran que los cambios pol¨ªticos los originan los movimientos econ¨®micos y creen que la econom¨ªa espa?ola ha tirado hacia arriba al margen de la pol¨ªtica. Lo que el dinero no soporta es la incertidumbre, que es lo que produjo la guerra de Irak. "El dinero es miedoso a lo desconocido y a las sorpresas", he o¨ªdo tambi¨¦n en otras partes.
Pero dejemos el dinero y volvamos a las personas. Pregunto c¨®mo se pueden soportar la tensi¨®n y las interminables jornadas. En primer lugar, el incentivo econ¨®mico. Un chaval que acabe de salir de la carrera puede ganar diez mil euros sin pesta?ear. Pero hay m¨¢s, la posibilidad de desarrollar una gran e incansable capacidad de trabajo, de aprender. Para ?lvaro, analista de 27 a?os, lo mejor es que te relacionas con gente con la que jam¨¢s te relacionar¨ªas fuera de esta actividad y que se tiene autonom¨ªa y mucha responsabilidad desde el principio. "Lo peor no es trabajar mucho, sino no poder planear ni organizarte la vida", dice. Su trabajo consiste en elaborar la informaci¨®n necesaria con un equipo de research y plasmarlo en un documento que la haga atractiva. Trabaja con dos analistas, mujeres de 26 a?os, y los tres pertenecen a lo que en el mercado se conoce como ICADE E-3. Se requiere ser muy sistem¨¢tico, met¨®dico, detallista e incansable en la revisi¨®n de los informes, que pasan por otros dos filtros: el asociado y el director.
En este caso, asociada. Est¨¢ por encima de los analistas y se llama Beatriz, tambi¨¦n de 26 a?os. Su cara de ni?a surge de un jersey de cuello alto bajo un traje de rayas. Se ha acostumbrado a trabajar de 9 a 9 y si un d¨ªa sale a las 7 no sabe qu¨¦ hacer, aunque reconoce que a los 22 trabajaba lo que le echasen. Para ella no es ning¨²n m¨¦rito, conoce otra gente que tambi¨¦n trabaja hasta las 9 y que no gana ni de lejos tanto dinero como ella. Por otro lado, tampoco es para tanto, dice que el aspecto humano de Atlas Capital es inconcebible en bancos de inversi¨®n norteamericanos, muy duros, donde trabajan a veces hasta las tres o cuatro de la ma?ana y se quedan noches sin dormir. Para hacer curr¨ªculo es importante pasar por ellos, de donde algunos vuelven bastante mal. Se cuenta que los hay que se desmayan por los pasillos de cansancio o se quedan dormidos en el ba?o.
Su v¨¢lvula de escape consiste en jugar a voleibol de 10.30 a 11.30 de la noche en un equipo llamado Atlas Capital. Considera que este trabajo es incompatible con tener hijos, por eso algunas lo dejan a los tres o cuatro a?os, a pesar de lo bien preparadas que est¨¢n. De todos modos, hasta ahora ha sido un mundo de hombres y a¨²n es raro ver a una mujer. Siente que su trabajo es valorado exactamente igual que el de un hombre, la diferencia entre unos y otros estriba en que los hombres no ven como normales ciertos comportamientos t¨ªpicos de las mujeres. En un frente de tanta tensi¨®n como ¨¦ste a veces ellas se desahogan llorando o contando sus problemas, algo que ellos pueden tomar como un signo de debilidad cuando tan s¨®lo es una forma de descargar tensi¨®n. Ellas son m¨¢s proclives a entablar aqu¨ª dentro amistades que perviven fuera y tambi¨¦n a que haya m¨¢s roces. Ellos parecen mantener unas relaciones m¨¢s funcionales y menos emotivas.
A¨²n hace sol cuando salgo de Atlas Capital. Y seg¨²n me alejo pienso en una frase que o¨ªa mucho cuando era peque?a: el dinero no crece en los ¨¢rboles.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.