Al estilo Al Qaeda
En primer lugar las v¨ªctimas. La terrible fatalidad. Y la imposibilidad de comprender por qu¨¦ ellos. El sin sentido de una muerte encontrada, simplemente, por haberse levantado a la hora de cada d¨ªa para ir a trabajar o por haber cogido el tren unos minutos m¨¢s tarde de lo habitual porque se pegaron las s¨¢banas. El m¨¢s radical de los absurdos.
Despu¨¦s, la ciudadan¨ªa. Aturdida, desconcertada porque no hay categor¨ªas en nuestro cerebro para integrar una carnicer¨ªa de estas proporciones. Creo que lo m¨¢s importante de todo es no cerrar los ojos ante la barbarie: lo peor es la banalizaci¨®n del mal. La ciudadan¨ªa tiene el domingo la cita democr¨¢tica con las urnas. Se me ocurre pedir que nadie falte y que cada cual vote lo que ten¨ªa decidido votar ayer. ETA no puede cambiar un solo voto.
A partir de aqu¨ª, cuesta mucho entrar por la v¨ªa de los an¨¢lisis. Tendemos siempre a esperar lo mejor. Sab¨ªamos que ETA estaba debilitada. Pens¨¢bamos que por esta raz¨®n esta vez su intervenci¨®n en campa?a se limitar¨ªa al obsceno comunicado de la tregua selectiva. Cuando las fuerzas de orden p¨²blico detuvieron una furgoneta cargada de explosivos comprendimos que lo segu¨ªan intentando pero preferimos creer que el peligro estaba desactivado. No, ETA ha intervenido con su instrumento de siempre: matar, porque es su ¨²nica forma de existir. Y lo ha hecho a una escala sin precedentes.
Es muy arriesgado hacer especulaciones sobre las acciones de ETA. Los que la han conocido desde dentro aseguran que su toma de decisiones es mucho menos elaborada de lo que a veces se supone y que dan los golpes cuando y como pueden. Pero las caracter¨ªsticas de este atentado no pueden pasar desapercibidas. ETA ha matado ayer m¨¢s ciudadanos que la suma de las v¨ªctimas de sus cinco atentados anteriores m¨¢s sanguinarios. Se trata de un salto cualitativo perfectamente buscado. De una masacre hecha con toda conciencia. Esta vez no ha habido llamada de aviso. No se buscaba asustar, se buscaba aterrorizar. Porque el terror es paralizante.
Es inevitable mirar al exterior. Han sido Al Qaeda y otros ramas del terrorismo islamista los que, en los ¨²ltimos a?os, han practicado repetidamente los atentados indiscriminados, con explosiones simult¨¢neas en diversos puntos, y altamente mort¨ªferos. No hace falta mirar s¨®lo al 11-S. En Irak, cada d¨ªa hay ejemplos de este tipo de terrorismo. ?Puede pensarse en cierto mimetismo por parte de los dirigentes de ETA? ?O m¨¢s bien hay que pensar en un intento de producir el mayor da?o posible optimizando la capacidad mortal de los limitados recursos operativos de la banda? "El terrorismo -escrib¨ªa Amos Oz- act¨²a como la hero¨ªna: las dosis han de ser cada vez m¨¢s fuertes para que el efecto se mantenga". La dificultad de ETA para actuar estaba desdibujando su imagen. Hac¨ªa muchos meses que no mataba, con lo cual, en cierto modo, era ya m¨¢s una sombra que una amenaza. ETA ha querido acabar con cualquier tipo de ilusi¨®n. Una masacre para que nadie dude de que sigue ah¨ª. Pero el hecho de que ETA opte por un masacre estilo Al Qaeda, a¨²n sabiendo que es el tipo de atentado que m¨¢s rechazo social produce, es a tener en cuenta. Sembrar el p¨¢nico colocando a toda la poblaci¨®n como v¨ªctima potencial. Esta es la estrategia. Porque ciertamente ninguno de los que tomaron ayer los trenes en los que encontraron la muerte ten¨ªa raz¨®n alguna para pensar que ETA iba a por ¨¦l.
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