Antig¨¹edades
De s¨²bito, todo se ha quedado antiguo: el peri¨®dico; el caf¨¦ con leche; el libro abierto sobre la mesilla de noche; el beso con el que has despedido a tu mujer; el consejo que le has dado a tu hijo al irse al instituto. Todo se ha vuelto viejo cuando has encendido la radio: la agenda del d¨ªa; los proyectos para el fin de semana; el dolor de muelas; las lecciones de ingl¨¦s; la declaraci¨®n de la renta; la cesta de la compra. Se ha suspendido el destino. En los diccionarios de ant¨®nimos no viene ninguna palabra de significado opuesto a destino, pero su contrario es una masacre, si a¨²n se dice as¨ª, como la que ayer despert¨® a Madrid, a Espa?a, suponemos que a Europa, y reg¨® la v¨ªa del tren de manos sueltas. Cada una de las personas que iba o ven¨ªa de trabajar sobre esos trenes era propietaria de un destino peque?o o grande que ETA ha interrumpido.
Todo se queda antiguo de repente: la contabilidad; los adverbios; la boda de Ricardo; el nacimiento de Luis o de Cristina; el inventario; el debe y el haber; los ex¨¢menes; las oraciones simples; las compuestas; las subordinadas; el an¨¢lisis morfol¨®gico; el sint¨¢ctico; la previsi¨®n del tiempo; la humedad relativa del aire. Se queda antiguo el art¨ªculo que escribiste ayer, la discusi¨®n de la cena, el mensaje que te dejaron en el contestador. Ni siquiera hace falta que suspendas esta cita o aquella otra una vez que se ha suspendido la existencia. El problema es que no se trata de una suspensi¨®n impuesta por el destino. El destino, incluso cuando se trata de un destino fatal, une a los pueblos; las bombas los separan.
Todos somos hu¨¦rfanos de los muertos de ayer. Sus destinos rotos estaban trenzados a los nuestros. Hoy somos un tejido desgarrado, lleno de hebras sueltas, cuyos mu?ones quiebran las proporciones de la trama. Si ese desastre hubiera sido producto de un terremoto, nos habr¨ªa unido, aunque no hemos firmado ning¨²n pacto antiterremoto. De s¨²bito, estos salvajes han dejado antigua la entrada para el cine, la reserva para la cena, los billetes de avi¨®n para Semana Santa. Pero lo que pretend¨ªan que se quedara antiguo es el sufragio universal. Si lo logran, estamos perdidos como comunidad. Ojal¨¢ que a estas horas no se haya quedado viejo el sentido com¨²n.
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