Las manos de las cajeras
S¨®lo dios sabe por qu¨¦ se me regal¨® el don de aprenderme de memoria las manos de todas las cajeras que me han atendido y cobrado alguna vez en mi vida. Es un don inexplicable, fren¨¦tico cautiverio de los ojos. Cajeras del Carrefour, del Sabeco, de Alcampo, cajeras de todas las tiendas que he visitado, llevo vuestras manos en el disco muy duro de mi memoria. Manos grandes, peque?as, manos tristes, alianzas, adornos, u?as de todas las formas y de todos los colores, venas bajo la piel, manos atadas a una m¨¢quina registradora, manos cansadas, u?as rotas. Falanges se?aladas para trabajos poco se?alados. Manos siempre pulcras, manos a veces de una belleza fulminante. Manos inesperadas. Siempre que voy con el carro de la compra, y dejo el az¨²car y las galletas en el mostrador, y comienza la cajera el rito de coger con sus manos mi compra, me invade una rabiosa melancol¨ªa: miro esas manos que cogen lo que compro, esas manos esclavas, las m¨ªas que tambi¨¦n lo son, las m¨ªas que sacan billetes de una cartera, las manos de ella, con sus u?as pintadas (he visto cien mil u?as encerradas en cien mil colores), los cambios, El Rey de Espa?a pasando de mano en mano, ausente ¨¦l tambi¨¦n con su efigie narcotizada, las est¨²pidas galletas, la abundante az¨²car. Y es entonces cuando act¨²a mi memoria. All¨ª donde s¨®lo hay manos muy baratas en trabajos muy duros, yo me aprendo esas manos muy de memoria: dedo a dedo, alianza por alianza, u?a a u?a, cada falange, cada vena abandonada a su suerte, cada pliegue de la piel, cada forma delicada de los dedos.
Manuel Vilas (Barbastro, Huesca, 1962) es autor de los libros de poemas El rumor de las llamas (Olifante), El mal gobierno (Libertarias), Las arenas de Libia (Huerga & Fierro) y El cielo (DVD).
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