El Bar?a tiene derecho a so?ar
El equipo de Rijkaard logra en Murcia su octava victoria seguida y ya es tercero, por delante del Deportivo - Los gallegos suman tres derrotas consecutivas por primera vez con Irureta de t¨¦cnico - El Valencia acosa al Madrid - El Espanyol se estrella en Montju?c ante el Racing - Salva vuelve a rescatar al M¨¢laga
Fue una jornada de emociones en todos los aspectos. Jornada de comicios y de recuerdo a las v¨ªctimas de la matanza de Madrid, jornada trascendente que tambi¨¦n lo fue en la Liga, donde se mantiene la arrolladora carrera del Bar?a. En Murcia consigui¨® su octava victoria consecutiva. Gan¨® con comodidad y juego f¨¢cil, la clase de f¨²tbol de los equipos que viven instalados en la seguridad y el optimismo. Despu¨¦s de tirar a la basura la primera parte del campeonato, el Bar?a se encuentra en un momento crucial: se ha situado a nueve puntos del Madrid, tiene que visitar el Bernab¨¦u y comienza a pensar que la conquista del t¨ªtulo no es imposible.
Este escenario se antojaba imposible apenas hace tres meses, cuando se discut¨ªa la competencia de la plantilla del Barcelona, se acusaba de perdedores a sus jugadores y se le negaba al equipo cualquier posibilidad de reflotarse. El club, que se desentendi¨® en los primeros momentos de la suerte del equipo, ha tenido el m¨¦rito de generar un clima de tranquilidad y de mantener al entrenador frente a la oleada de cr¨ªticas que recibi¨® en la primera vuelta. En alg¨²n momento de lo que parec¨ªa un calvario de temporada, Rijkaard logr¨® tocar la tecla correcta. De repente se arregl¨® el equipo: lleg¨® Davids, los defensas jugaron en la defensa, los centrocampistas se ocuparon de lo suyo, Xavi recibi¨® el blindaje adecuado para explotar su calidad como director de orquesta y del resto se ocup¨® Ronaldinho, que ha confirmado su formidable categor¨ªa, la de los elegidos.
A los jugadores les corresponde el mayor m¨¦rito. Estuvieron practicamente solos, sin apoyos, caricaturizados como incapaces de defender un club de la magnitud del Bar?a. A las ocho victorias sucesivas se ha a?adido un juego cada vez mejor, muy reconocible en las viejas maneras del equipo: toque, paciencia, naturalidad. Y eficacia. Su defensa no es, desde luego, un ejemplo de firmeza, pero nunca se ha distinguido el Bar?a por sus obsesiones en este cap¨ªtulo. Ha sido un equipo de ataque y as¨ª ha escrito lo mejor de su historia.
El Bar?a decidir¨¢ en las dos o tres pr¨®ximas jornadas su papel en la Liga. Ha adelantado al Deportivo y empieza a pensar en empresas mayores. En Mallorca, el equipo gallego sufri¨® su tercera derrota consecutiva. Nunca hab¨ªa ocurrido en la larga y feliz trayectoria de Irureta como entrenador del Deportivo. Con un puesto casi asegurado en la pr¨®xima Liga de Campeones, el objetivo del Deportivo est¨¢ en eliminar al Mil¨¢n y dirigirse a la final de la Copa de Europa.
Ning¨²n equipo puso fin a sus penurias en la zona de descenso. El Espanyol se estrell¨® en su estadio frente al Racing, despu¨¦s de anunciar una mejor¨ªa en los dos ¨²ltimos encuentros. El Albacete se adelant¨® en Villarreal, pero no logr¨® mantener su ventaja. S¨®lo el Mallorca tuvo un d¨ªa perfecto. Su victoria sobre el Deportivo termina con su p¨¦sima racha y le abre un peque?o colch¨®n de seguridad. Al M¨¢laga le salv¨® el olfato de Salva en el ¨¢rea. A ¨²ltima hora, despu¨¦s de un partido que el Athletic tuvo a mano con varias oportunidades, el delantero del M¨¢laga anot¨® el tanto de la victoria, el 16? de la temporada. En la grada, el seleccionador tomaba nota.
La jornada se disput¨® en medio de las emoci¨®n. No fueron pocos los jugadores que mostraron su desagrado ante la obligaci¨®n de jugar. Cuatro d¨ªas despu¨¦s de la matanza de Madrid, el recuerdo de la tragedia pes¨® en todos los estadios de Espa?a. Por discutible que fuera la decisi¨®n de disputar la jornada, el f¨²tbol respondi¨® con dignidad y respeto. El dolor presidi¨® los actos de homenaje a las v¨ªcitimas. No hubo incidentes, ni se produjeron reacciones extempor¨¢neas. Finalmente el f¨²tbol fue una extensi¨®n del civismo que llev¨® a millones de espa?oles a a las calles.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.