Mozart como consuelo

Se aplaz¨® hasta las nueve de la noche el comienzo del esperado concierto de Pollini en A Coru?a, sin otro motivo que el de no interferir en la asistencia a las manifestaciones por los atentados terroristas de Madrid. Fue un acierto y las pegatinas alusivas abundaban en la sala: un paisaje ins¨®lito. El minuto de silencio, en esa situaci¨®n emocional, fue impresionante. Era la respuesta m¨¢s radical posible desde la m¨²sica: el silencio. La respuesta m¨¢s humana vino a continuaci¨®n, con la compa?¨ªa de Mozart, ese compositor que, como ha dicho Robbins Landon, tiene siempre la virtud de "consolar".

En el estrado, solidariz¨¢ndose, Maurizio Pollini, ejemplo como pocos de ¨¦tica y est¨¦tica, al frente de una orquesta espa?ola de sonido c¨¢lido y mozartiano. No dirig¨ªa el gran m¨²sico milan¨¦s desde hace m¨¢s de 20 a?os. Entonces fue una ¨®pera: La donna del lago, de Rossini, en el festival de P¨¦saro.

Todo tuvo un ambiente camer¨ªstico, casi familiar. Pollini, muy contenido en el Concierto en Sol mayor, se aliment¨® de energ¨ªa en la obertura oper¨ªstica de Las bodas y la volc¨® con fuerza e intensidad en el Concierto en do mayor para que la hermosura de la m¨²sica abriese la puerta de las emociones, de los afectos, de la sensibilidad art¨ªstica m¨¢s asociada a la condici¨®n humana. Respondi¨® la orquesta con el fraseo c¨¢lido y denso de las cuerdas y la elegante ligereza de los vientos. Pollini desplegaba con una inmensa facilidad su sabidur¨ªa pian¨ªstica.

La peculiar reuni¨®n de una primera figura mundial de la m¨²sica con una orquesta de esp¨ªritu joven desembocaba en una atm¨®sfera de intimidad compartida. Era a lo que se aspiraba. Pollini, querido a rabiar por m¨²sicos y p¨²blico, plante¨® un discurso musical lleno de humildad, de pasi¨®n, de dialogo. El concierto fue mucho m¨¢s que un concierto al uso. Fue una reivindicaci¨®n de la vida a trav¨¦s de la belleza, una inyecci¨®n de moral frente al horror.