La vuelta
Se nos han quedado grabadas muchas impresiones de la terrible matanza terrorista. Queda la expresi¨®n perdida en el horror de la oscuridad incomprensible, en la soledad de la impotencia de quienes pudieron salir andando de los trenes de la muerte. Queda el amor tembloroso y emocionado de los vecinos que acudieron presurosos con mantas, palabras, caricias y compa?¨ªa. Queda la voluntad de los profesionales por abarcar lo inabarcable; el ofrecimiento de coches y sangre; el mazazo y el dolor que paraliz¨® a todos y las l¨¢grimas que se derramaron. Queda tambi¨¦n la manifestaci¨®n en Sevilla bajo una insistente lluvia que oprim¨ªa la emoci¨®n y dificultaba la marcha entre tant¨ªsima gente y un techo de paraguas.
Y como una salvajada asesina de este calibre no s¨®lo rompe el coraz¨®n sino tambi¨¦n los esquemas -tal como ocurre cuando, tras una grave enfermedad se vuelve a la vida-, no resulta f¨¢cil volver a instalarse en lo cotidiano, en las comidas, trabajo, viajes, compras y juegos; lo que hacemos todos los d¨ªas parece hueco. Inconscientemente se desea vivir inmersos en una plenitud de valores trascendentales porque se siente la precariedad de la vida. Cuando el drama es ajeno, aflora tambi¨¦n un sentimiento de culpa o de solidaridad contra la distracci¨®n de la pena, contra una copa o un cine, contra el disfrute de unos zapatos nuevos o una celebraci¨®n que se siente como una frivolidad inoportuna.
Ya sabemos de lo que es capaz el terrorismo, pero esta vez ha sido tan cercano y tan tremendo que nos ha dejado paralizados de terror y de pena. Un trallazo de luz que nos ha dejado ver una realidad distinta de la que vivimos; con su carga de espanto, de desconsuelo, de amor y solidaridad, de necesidades, de odio, de rencor y ego¨ªsmo, de otros lugares y otras personas que tambi¨¦n existen, de nuestra propia situaci¨®n. Poco a poco iremos bajando hasta poner los pies en el suelo porque es lo que hay, lo que tenemos en un mundo que no cesa de correr independientemente de las desgracias y los sentimientos. Pero hemos crecido y creo que, durante alg¨²n tiempo, no lo olvidaremos.
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