Anabel pide ayuda para subir al tren
El viernes no fue a trabajar. Ha pasado el fin de semana sin poder quedarse sola. "Si me quedo a solas me da por pensar". El primer d¨ªa de trabajo despu¨¦s de los atentados, ayer lunes, intent¨® recuperar la normalidad, y subirse al tren como todos los d¨ªas. Su familia trat¨® de disuadirla, luego de acompa?arla, pero ella se neg¨®. Cogi¨® una revista, como hac¨ªa siempre, y se fue para la estaci¨®n. Pero en el and¨¦n, al ver el tren, qued¨® paralizada y rompi¨® a llorar. Las bombas volv¨ªan a retumbar en su cabeza.
Anabel Fern¨¢ndez, de 27 a?os, vecina de Zarzaquemada, en Legan¨¦s, fue testigo de las explosiones del jueves pasado a las 7.39 en Atocha. Sali¨® ilesa. "Primero son¨® un boom y vi mucho humo; luego otra explosi¨®n y el caos: la gente corriendo por los t¨²neles porque las escaleras estaban llenas y yo tambi¨¦n corr¨ªa por el and¨¦n, casi me tiran a las v¨ªas, consegu¨ª salir y llamar a mi hermana porque ella iba a coger otro tren".
El d¨ªa de los atentados, Anabel sali¨® de Legan¨¦s hacia las siete de la ma?ana. Como siempre, cambiar¨ªa de tren en Atocha, poco despu¨¦s de las 7.30, para ir a la estaci¨®n de Nuevos Ministerios y de all¨ª al hotel del Ifema donde trabaja. Una hora de viaje. El jueves en Atocha subi¨® al tren y se qued¨® de pie junto a la puerta. Entonces empez¨® todo.
Cuando ayer intent¨® reproducir su viaje, s¨®lo pensaba en ponerse cerca de la puerta, por si todo volv¨ªa a ocurrir. Es lo que los psic¨®logos llaman ansiedad por anticipaci¨®n del dolor. Anabel tapaba su cara para que no la vieran llorar. "No estoy bien, me pasa algo". A media tarde de ayer decidi¨® ir a buscar ayuda al Ifema, donde un equipo de psic¨®logos atend¨ªa a los familiares de las v¨ªctimas y heridos que iban a recoger los efectos personales de sus seres queridos.
Abrazada a su novio Miguel, cuenta que no sab¨ªa si venir. Cuenta que Vanesa, una psic¨®loga, le ha dicho que ha hecho bien, que van a preparar unas terapias de grupo. "Me van a venir muy bien, a m¨ª y a mucha gente que tiene que estar pasando por esto", dice a punto de romper a llorar. "Me siento culpable. Culpable por sonre¨ªr, porque no me ha pasado nada y vengo aqu¨ª y pido ayuda. A m¨ª no me gusta llamar la atenci¨®n, pero espero que al leer esto la gente que vivi¨® lo que yo viv¨ª se anime a pedir ayuda, porque no estamos bien. Necesitamos cari?o, abrazos, que nos escuchen".
Anabel ahora s¨®lo quiere estar con su familia y volver a subir al tren, al que la lleva al trabajo y al otro, a ese tren que era su vida antes del atentado.
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