Un poeta tras el rastro de lo jondo
El jerezano Manuel R¨ªos Ruiz publica 'El gran libro del flamenco' en dos vol¨²menes
Para muchos lectores, Manuel R¨ªos Ruiz (Jerez, 1934) es ante todo el poeta de t¨ªtulos como La b¨²squeda, Los predios del jaramago, Una inefable presencia o El oboe, con el que obtuvo en 1972 el Premio Nacional de Literatura. Para otros tantos, se trata de uno de los m¨¢s sabios y eficaces divulgadores del arte flamenco, confirmado en infinidad de art¨ªculos y ensayos. Todo su bagaje en este campo ha quedado plasmado en el doble volumen El gran libro del flamenco, recientemente editado por Calambur.
Seg¨²n explica el propio autor, este libro fue concebido "como una historia global de lo jondo, a la manera de una enciclopedia tem¨¢tica que pretende ser instrumento de consulta tanto para los estudiosos como para los simples aficionados". As¨ª, El gran libro del flamenco arranca con un an¨¢lisis de los or¨ªgenes y el desarrollo de la historia flamenca, analiza todos los estilos y sus variantes, desde la ton¨¢ a los cantes de ida y vuelta, y propone un recorrido cronol¨®gico por la biograf¨ªa de los artistas flamencos, desde los primeros conocidos a los de mayor actualidad. Finalmente, se completa con un triple ap¨¦ndice, que comprende un cancionero antol¨®gico, un vocabulario elemental y una discograf¨ªa b¨¢sica, sin contar con un exhaustivo ¨ªndice cronol¨®gico y topogr¨¢fico.
R¨ªos Ruiz entiende este nuevo t¨ªtulo como una culminaci¨®n de su tarea a favor del arte gitanoandaluz: "Empec¨¦ a escribir sobre esto cuando ten¨ªa 17 o 18 a?os. Yo viv¨ª siempre el flamenco muy intensamente, desde mi barrio, Santiago. Me permiti¨® un conocimiento muy directo de todo ese mundo. M¨¢s tarde, me lleg¨® el momento de la investigaci¨®n", recuerda.
Al jerezano no le sorprende que los llamados a sacar al flamenco de su gueto en los a?os cincuenta fueran en su mayor¨ªa poetas. Junto a R¨ªos Ruiz, Luis Rosales, Fernando Qui?ones, Jos¨¦ Mar¨ªa Vel¨¢zquez, F¨¦lix Grande o Jos¨¦ Manuel Caballero Bonald fueron asentando una tradici¨®n que se mantiene hasta hoy.
"Es un arte que a los poetas nos llega mucho, hay una raz¨®n de tipo emocional, el flamenco nos conmueve. En aquellos a?os la situaci¨®n era muy dif¨ªcil. No es que se hubiera perdido el flamenco, como exageradamente se ha dicho, s¨®lo que no estaba dignificado, hab¨ªa cierta confusi¨®n con la canci¨®n espa?ola, que muchos int¨¦rpretes alternaban con el cante", explica.
En 1958, R¨ªos Ruiz intervino decisivamente en la creaci¨®n de la C¨¢tedra de Flamencolog¨ªa, un momento que todav¨ªa le devuelve gratos recuerdos. "Aquella iniciativa tuvo repercusi¨®n en todo el mundo. El libro que nos removi¨® las conciencias fue Flamencolog¨ªa, de Anselmo Gonz¨¢lez Climent, sentimos cierta obligaci¨®n de hacer algo. Ahora sorprende recordar que no creamos una pe?a en Jerez, como hubiera sido natural, sino una entidad acad¨¦mica", dice el poeta.
No obstante, el jerezano ha sabido deslindar a lo largo de los a?os su trabajo como investigador del flamenco de su quehacer estrictamente po¨¦tico, por mucho que en sus versos hayan asomado a veces los nombres de Manolo Caracol, Manuel Torre y otros maestros de lo jondo.
"En mi obra po¨¦tica, el flamenco est¨¢ presente como vivencia y como eleg¨ªa, pero nunca he querido basarla en la erudici¨®n flamenca. Aunque alguna vez he escrito en metros cl¨¢sicos, creo que lo m¨¢s interesante de ella es quiz¨¢ el verso libre. Eso s¨ª, siempre busqu¨¦ una musicalidad interna en todos mis poemas", matiza R¨ªos Ruiz.
Tras una vida dedicada a explicarse y explicar la alquimia del cante, el toque y el baile flamencos, R¨ªos Ruiz se resiste a dar por terminada la tarea, pese a ser consciente de que es mucho, y de alto rigor, lo que sobre la materia se ha publicado hasta la fecha, dentro y fuera de las fronteras espa?olas. "Falta a¨²n una mayor dedicaci¨®n de los music¨®logos a los or¨ªgenes del flamenco. Hay que investigar mejor toda la conjunci¨®n de m¨²sicas que desembocaron en lo jondo, porque ¨¦ste no nace por generaci¨®n espont¨¢nea, es algo que viene de muy atr¨¢s. Estilos b¨¢sicos como la ton¨¢ o la seguiriya, ya estaban estructurados en el siglo XVIII. Descifrar su g¨¦nesis es el misterio al que debemos llegar", concluye el escritor.
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