Sin d¨ªas de gracia
Ni cien d¨ªas de gracia, ni cien segundos. La victoria socialista en Espa?a ha desencadenado un furor medi¨¢tico, en el que una parte no desde?able de los medios de comunicaci¨®n y establecimientos de poder en Europa, Estados Unidos y hasta Am¨¦rica Latina, exhiben un mayor o menor convencimiento de que la victoria de Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero es un triunfo del terrorismo; que el electorado espa?ol, seg¨²n esta visi¨®n tan idiosincr¨¢tica de las cosas, hab¨ªa sucumbido a la presi¨®n terrorista. Espa?a, se dice, vot¨® al PSOE para que Al Qaeda buscara otros lugares que bombardear.
Esa manera de pensar desconoce cu¨¢l es la posici¨®n de la ciudadan¨ªa espa?ola contra el terrrorismo -cualquier terrorismo-, expresada en el pasado en numerosas encuestas y especialmente ratificada por los 11 millones de espa?oles que se manifestaron tras el atentado del 11-M contra el terrorismo, por la Constituci¨®n y por la democracia. Esa visi¨®n ignora, asimismo, el comportamiento de cualquier Gobierno espa?ol anterior y, sin duda, futuro, en la lucha contra el terrorismo, tanto nacional como internacional. No hay en Espa?a Gobiernos m¨¢s duros o m¨¢s blandos, sino una disposici¨®n com¨²n contra el terror.
De la misma forma, esos intereses tratan de conectar el mantenimiento o no de las tropas espa?olas en Irak -que Zapatero asegura que va a retirar en los pr¨®ximos meses- con una mayor o menor afici¨®n espa?ola a combatir el terrorismo. Pero ocurre que el presidente electo hab¨ªa expresado mucho antes de cualquier atentado que su Gobierno, cuando llegara el momento, retirar¨ªa a las tropas, de acuerdo con el sentir de la inmensa mayor¨ªa de los espa?oles. Y esa decisi¨®n no habr¨ªa de constituir dejaci¨®n alguna en el combate contra los Al Qaeda de este mundo, porque la intervenci¨®n militar norteamericana, adem¨¢s de no actuar al amparo de ninguna resoluci¨®n de la ONU, no estaba encaminada a luchar contra el fanatismo integrista, por la sencilla raz¨®n de que en el Irak de Sadam Husein no hab¨ªa ning¨²n talibanismo que combatir, como s¨ª lo hab¨ªa, en cambio, en Afganist¨¢n. El r¨¦gimen de Bagdad era un horror, pero no ese horror, y, muy al contrario, es ahora cuando los secuaces de Bin Laden se han podido instalar en Irak como consecuencia de la ocupaci¨®n del pa¨ªs, que ha convertido en porosas unas fronteras sobre las que la dictadura iraqu¨ª ejerc¨ªa un f¨¦rreo control. Estados Unidos lucha en el Creciente F¨¦rtil contra el ¨ªncubo al que directamente ha convocado.
El problema que se plantea ahora al presidente electo es el de que no es lo mismo negarse a participar en una operaci¨®n -como es el caso de Francia y Reino Unido con respecto a Irak- que saltar en marcha del tren, porque ello ser¨ªa considerado mucho m¨¢s grave que lo primero por Washington, con todos los sinsabores anejos. Si el canciller alem¨¢n, Gerhard Schr?der, se afana en declaraciones conjuntas con el presidente Bush para demostrar que lo pasado, pasado est¨¢, y la Francia del presidente Chirac corre a derrocar a un presidente haitiano del bracete de Estados Unidos, ?c¨®mo no va a ser un problema para Espa?a que la Casa Blanca no la tenga en gran estima?
Y no parece razonable tampoco pensar que aquellos pa¨ªses que se han metido en el embrollo iraqu¨ª hayan de ser los ¨²nicos bajo la amenaza de Al Qaeda. En un reciente debate en una radio francesa, alt¨ªsimos expertos como Fran?ois Heysbourg subrayaban que Francia es, al menos desde la tragedia del s¨¢bado, tan objetivo del terror como puedan serlo Espa?a o Reino Unido, y, a mayor abundamiento, en una lista publicada el a?o pasado, y atribuida a Osama Bin Laden, de pa¨ªses que se hallaban en el punto de mira del terrorismo internacional, se encontraba la pr¨¢ctica totalidad de Europa Occidental y, desde luego, Francia y Espa?a, entre los mencionados.
El presidente espa?ol ha dicho, tambi¨¦n de antiguo, que un cambio esencial en la situaci¨®n de Irak, como se dar¨ªa en el caso de que la ONU tomara el mando de las operaciones en el pa¨ªs, har¨ªa que cambiaran las cosas, permitiendo, entonces, la permanencia de las tropas. Es posible que en una l¨ªnea parecida una nueva resoluci¨®n del Consejo de Seguridad, siempre que fuera suficientemente clara a ese respecto, ofreciese la cobertura necesaria para que pudiera mantenerse alg¨²n tipo de presencia espa?ola en Bagdad. Sin traicionar por ello ninguna promesa formulada con anterioridad.
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