De vuelta a la raz¨®n
La matanza del 11-M (?lograr¨¢n los terroristas que los habitantes del mundo entero permanezcan encerrados en sus casas el d¨ªa 11 de cada mes?) nos obliga a revisar una serie de principios y de hechos ignorados con desd¨¦n, irresponsabilidad y desparpajo por quienes nos han gobernado en los ¨²ltimos a?os. Las acciones "preventivas" (Bush dixit) o "anticipatorias" (versi¨®n Aznar) contra un enemigo indefinido cuya base (el nombre ¨¢rabe de Al Qaeda) se desplaza f¨¢cilmente de un pa¨ªs a otro y cuyo lugar es precisamente una ausencia de lugar, han probado ser palos de ciego, de un efecto exactamente contrario al buscado: el de multiplicar sus atentados en funci¨®n de la diseminaci¨®n microsc¨®pica de sus miembros y al azar de las ocasiones que se presentan, teniendo siempre en cuenta el impacto medi¨¢tico y su instant¨¢nea mundializaci¨®n. Si la guerra de Afganist¨¢n, fundada a la vez en la legalidad internacional y en la necesidad de acabar con el r¨¦gimen oscurantista que daba abrigo a Bin Laden y los suyos, logr¨® parcialmente su objetivo (parcialmente, puesto que el terrorista n¨²mero uno y sus fieles inmediatos siguen sueltos), la invasi¨®n de Irak para acabar con la presunta amenaza de Sadam Husein fue (con la salvedad no menor de la captura de ¨¦ste y el desmantelamiento de su r¨¦gimen) un puro dislate. La guerra ilegal (no sancionada por Naciones Unidas) de un presidente dudosamente electo gracias al fraude en Florida (feudo de su hermano), sostenida con entusiasmo por Blair y Aznar, ha sido, seg¨²n comprobamos ahora, un golpe de espada en el agua. La acumulaci¨®n de mentiras sobre las supuestas armas de destrucci¨®n masiva (y luego de desaparici¨®n masiva), la manipulaci¨®n de la informaci¨®n disponible, el alto precio en vidas humanas (sobre todo de inocentes civiles), la transformaci¨®n insidiosa de la liberaci¨®n en ocupaci¨®n y un largo etc¨¦tera muestran a qu¨¦ punto los m¨®viles de la guerra fueron enteramente distintos de los proclamados. Un rosario de mentiras repetidas antes de la guerra, durante la misma y despu¨¦s de ella, en nombre de unos valores de libertad y democracia conculcados sin verg¨¹enza por otros Estados estrechamente vinculados con Bush.
La fraseolog¨ªa del hu¨¦sped de la Casa Blanca en torno al "terrorismo internacional" tuvo, no obstante, una inmediata repercusi¨®n en Oriente y Occidente, en la Uni¨®n Europea y en Rusia. Sharon se la apropi¨® para aplastar a los palestinos y apriscarlos tras un muro m¨¢s sangriento que el erigido hace medio siglo en Berl¨ªn. Putin se sirvi¨® de ella para justificar sus atrocidades en Chechenia. Y bastantes de nosotros sentimos verg¨¹enza en cabeza ajena cuando escuchamos comparaciones indignas entre la lucha de estos dos pa¨ªses por su supervivencia (a menudo con m¨¦todos brutales y condenables, fruto de la desesperaci¨®n) y las actividades de una banda de asesinos empedernidos en nombre de una naci¨®n vasca que en su inmensa mayor¨ªa los rechaza.
Nuestros gobernantes mezclaban capachos con berzas y alimentaban as¨ª la amalgama, la gran ceremonia de la confusi¨®n. ?Cu¨¢ntas no habremos o¨ªdo de labios del jefe y de algunos de sus inefables ministros equiparar a ETA con Al Qaeda, id¨¦nticas, s¨ª, en su crueldad y sinraz¨®n, pero distintas en sus motivaciones y fundamentos! Al ponerse en el centro del escenario y acaparar luz, ?cre¨ªa Aznar de verdad que devolv¨ªa a Espa?a su grandeza perdida y la situaba en el pelot¨®n de cabeza de quienes gobiernan el mundo? ?Conduc¨ªan a ello su obsesi¨®n antifrancesa, su arrogancia chulesca con Marruecos, el env¨ªo del Ej¨¦rcito a Irak? Lo acaecido en los dos ¨²ltimos meses y su zafia utilizaci¨®n con fines electorales resultaban inadmisibles para cualquier caletre bien formado. Las amenazas de Fraga a Catalu?a, los ataques odiosos al PSOE y al Gobierno de la Generalitat tras la entrevista de Perpi?¨¢n, la exhibici¨®n de encapuchados con la senyera -de unos criminales avezados en el arte de mentir y manipular, pero cuyas palabras se convert¨ªan de golpe en una verdad tan firme como los mandamientos de la Ley que Dios entreg¨® a Mois¨¦s- y, para colmo, la ocultaci¨®n deliberada a la opini¨®n p¨²blica de la autor¨ªa de la matanza madrile?a rebasaban los l¨ªmites de la decencia. Al negarse a extender el Pacto Antiterrorista a todos los partidos deseosos de suscribirlo, el PP pretend¨ªa erigirse en el concesionario exclusivo del dolor de las v¨ªctimas y de la indignaci¨®n de los ciudadanos. El engrudo propagand¨ªstico de todo ello salpicaba a quienes el domingo acudieron masivamente a votar.
Los espa?oles no somos tan imb¨¦ciles como el Gobierno supon¨ªa. Tal acumulaci¨®n de disparates, soberbia, golpes bajos, apropiaci¨®n de la Constituci¨®n para fines partidistas y advertencias de que quienes disent¨ªamos de tanta fals¨ªa pretend¨ªamos "liquidar Espa?a", resultaron a la postre excesivos. El electorado quer¨ªa saber qui¨¦n y por qu¨¦ nos hab¨ªan atacado con semejante salvajismo. El derecho a conocer la identidad del verdugo es el derecho m¨¢s inalienable y sagrado de la v¨ªctima. Despejada toda duda razonable tocante al primero, hay que proceder con claridad, eficacia y rigor. Volver a la raz¨®n y acabar con el desatino.
Todos sabemos por triste experiencia las diferencias existentes entre ser vasco, nacionalista y asesino etarra. Pero se confunde a menudo, en los medios informativos y en la calle, los t¨¦rminos de musulm¨¢n, de islamista y de terrorista de la nebulosa giratoria de Al Qaeda. Esta amalgama es mort¨ªfera y contribuye a la estrategia de Bin Laden de cuanto peor, mejor. No debemos caer en ella ni dejarnos arrastrar a un debate teol¨®gico de lo que dice o no dice el Cor¨¢n. Lo que debemos exigir a la comunidad musulmana establecida en Europa es el respeto estricto de las leyes y, paralelamente a ello, ofrecerle los derechos de que disfrutan los ciudadanos europeos y favorecer su integraci¨®n. En corto: libertad individual, igualdad de la mujer, respeto a sus creencias y tradiciones en la medida en que no vulneren la legislaci¨®n del pa¨ªs de acogida. Derechos humanos frente a concepciones teocr¨¢ticas. Programas sociales contra la exclusi¨®n. Rechazo de la prisi¨®n identitaria y del lenguaje anacr¨®nico de quienes califican a los europeos de cruzados. El peso de la ley contra los asesinos y los que difunden doctrinas discriminatorias como el imam de Fuengirola. Regularizaci¨®n de los indocumentados residentes en Espa?a y una nueva pol¨ªtica orientada a favorecer la inmigraci¨®n legal, conforme a las necesidades laborales de las distintas regiones y autonom¨ªas. Di¨¢logo inmediato con la comunidad magreb¨ª para prevenir la oleada de actos racistas que se nos viene encima y que, seg¨²n informes que acabo de recibir de algunos afectados por ellos, se produce ya a diario. No sigamos el juego de los extremistas. Hablar de "afinidades culturales" para no emplear la palabra religiosas y dar as¨ª por supuesto que los lazos hist¨®ricos de Espa?a con Lituania, Polonia o Ucrania fueron m¨¢s fuertes que los que nos unen a Marruecos es una burla intolerable de la inteligencia y del conocimiento. Hay que actuar con contundencia y con rapidez. Fuera de nuestras fronteras, tenemos que encabezar una nueva pol¨ªtica respecto a los pa¨ªses ¨¢rabes, destinada a combatir la pobreza y el subdesarrollo y a sostener sin reservas a las fuerzas democr¨¢ticas que luchan contra el despotismo y la corrupci¨®n. Reclamar completa transparencia a sus Gobiernos en los planes de ayuda y denunciar sus abusos judiciales. Apoyar la candidatura de Turqu¨ªa en el seno de la Uni¨®n Europea, de una gran naci¨®n musulmana y laica hermanada con nosotros por la sangre de las v¨ªctimas de los atentados. Contrariamente a lo que nos dicen los improvisados disc¨ªpulos de Huntington, no afrontamos una lucha de civilizaciones. La barbarie de Al Qaeda, como la de ETA, no puede apoyarse en civilizaci¨®n alguna porque son su negaci¨®n. Todos debemos exigir que el peso de la ley recaiga en los autores de la carnicer¨ªa y celebrar el fin del apa?o y de la mentira. La empresa ser¨¢ larga, pero el discurso del que pronto ser¨¢ jefe del Gobierno nos alienta. Espa?a ha de ocupar el sitio que le corresponde en la Uni¨®n Europea y orientar la pol¨ªtica exterior de ¨¦sta en el Magreb, Oriente Pr¨®ximo e Iberoam¨¦rica, dentro del marco de la legalidad internacional.
Juan Goytisolo es escritor.
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