Adi¨®s a todo eso
Pasado el 14-M perdura el recuerdo de cuatro d¨ªas vividos con la continua sensaci¨®n de haber estado montados en una gigantesca monta?a rusa. En un primer momento, cuando la autor¨ªa de la masacre en Madrid era atribuible a ETA, una sensaci¨®n de v¨¦rtigo hacia el abismo se apoder¨® de gran parte de los vascos, y un creciente clamor de indefinido ajuste de cuentas en gran parte de los espa?oles. No dur¨® mucho tiempo tal situaci¨®n, aunque si lo bastante para que todos apreci¨¢ramos la fragilidad de nuestra convivencia.
El porqu¨¦ de que con tanta facilidad, y sin muchos datos, crey¨¦ramos a ETA capaz de poner una bomba en un tren de pasajeros al tiempo de que dese¨¢ramos con todas nuestras fuerzas de que no fuesen ellos los criminales, deber¨ªa por si solo servir de punto de arranque para una reflexi¨®n en profundidad en el seno de la propia ETA y de la izquierda abertzale acerca de la degradaci¨®n de su activismo a ojos de la mayor¨ªa de la sociedad vasca; y tambi¨¦n de otra reflexi¨®n, igualmente profunda, en el seno del nacionalismo vasco sobre nuestra propia vulnerabilidad en tanto en cuanto a ojos de los espa?oles y del mundo nuestro destino pol¨ªtico aparezca asido al de ETA y lo que ¨¦sta representa. La necesidad de que, por dichos y obras, el terrorismo de ETA sea considerado enemigo principal de la causa vasca es imperativa y el diletantismo en su tratamiento, un error pol¨ªtico con arrastre suicida.
Es necesario que el terrorismo de ETA sea considerado enemigo principal de la causa vasca
Si ETA percibiese la enormidad de la situaci¨®n, declarar¨ªa una tregua unilateral e irrevocable. Comenzar¨ªa as¨ª un proceso pol¨ªtico en Espa?a (en Euskadi, de simple y natural asunci¨®n de algo largamente esperado), que en breve plazo posibilitar¨ªa al nuevo Gobierno recoger trapo frente al vendaval de ira causada por la tragedia y, despu¨¦s, desarrollar cuantas medidas se precisen para reintegrar a sus domicilios y a la vida civil a los alzados. La garant¨ªa de tal operaci¨®n no puede ser otra que el desarme de ETA, la reparaci¨®n de las victimas y la constitucionalizaci¨®n de nuestras pretensiones. O dicho de otro modo: que, sin renunciar a los objetivos de m¨¢ximos, los nacionalistas nos comprometamos a llevarlos a cabo a trav¨¦s del cauce procedimental constitucional.
Siendo altamente dudoso que ETA declare tal tregua y que los nacionalistas renunciemos a la doble estrategia de cumplir la ley, por un lado, mientras proponemos su desbordamiento unilateral (en forma de refer¨¦ndum), por el otro, los acontecimientos por llegar, diferentes en su presentaci¨®n, no van a cambiar sustancialmente en cuanto al fondo. Las buenas maneras democr¨¢ticas de Zapatero coexistir¨¢n con las pulsiones autoritarias de parte de su formaci¨®n que durante la vigencia del Pacto por las Libertades con el Partido Popular se mostr¨® m¨¢s encantada que encadenada; no siendo garant¨ªa de nada, m¨¢s bien amargo recordatorio, el ventajismo alicorto de Bono, la estulticia de Rodr¨ªguez Ibarra, o la labilidad de L¨®pez Aguilar. Por otro lado, se mantendr¨¢ la egolatr¨ªa de Aznar, que seguir¨¢ siendo el aglutinante de su partido; la falta de compromiso democr¨¢tico del PP, el casticismo chulap¨®n de sus corifeos medi¨¢ticos; el gansterismo intelectual de los franquiciados impostados valedores de las v¨ªctimas del terror; la indiferencia popular ante el vaciamiento de las instituciones jurisdiccionales de control pol¨ªtico...
La verdadera catarsis solo puede venir de la aceptaci¨®n, por parte de todos, de que los nuevos tiempos tienen la impronta de una guerra declarada por el terror, ante el cual la neutralidad es equ¨ªvoca y ef¨ªmera, la legalidad mucho m¨¢s que unas normas de obligado cumplimiento, la seguridad imprescindible y vulnerable, y la democracia ¨²nico valor cohesivo. Mientras tanto, nos despedimos de lo que durante ocho a?os ha sido, parafraseando el Adi¨®s a todo eso de Robert Graves, memoria de sus experiencias en la Primera Guerra Mundial, escritas durante un tiempo que a la postre fue el entreacto de la Segunda y prepar¨¢ndonos para recibir un futuro incierto y nada compasivo.
Txema Montero es codirector de la revista Hermes de la Fundaci¨®n Sabino Arana.
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