SAM DJOCO / Esperaba los papeles para traer a la familia de Senegal

Sam Djoco regres¨® de Senegal una semana antes del atentado que segar¨ªa su vida a los 42 a?os en la estaci¨®n de El Pozo. En una aldea llamada Boudhiesamine dej¨® a su mujer y a sus seis hijos con la promesa de que pronto se reunir¨ªan en Espa?a. Siete a?os fuera de su pa¨ªs, primero en Almer¨ªa, sudando bajo los pl¨¢sticos de los invernaderos, y despu¨¦s en Madrid, como pe¨®n, le hab¨ªan impedido ver crecer a los chicos. El mayor, de 18 a?os, y el m¨¢s peque?o, de tres. Ahora preparaba los papeles para la reagrupaci¨®n familiar. Las cosas marchaban mejor. Se hab¨ªa ganado la confianza de su encargado y el trabajo era m¨¢s estable. Sam hab¨ªa nacido en Guinea-Bissau, pero sus padres eran senegaleses y pronto decidieron volver a su pa¨ªs. All¨ª se cas¨® con Alanso Carreira.

Estaba contento porque el fat¨ªdico jueves su hermano llegaba de Francia. Ese d¨ªa cogi¨® el tren en Torrej¨®n para ir a Chamart¨ªn. All¨ª, su hermano le llamar¨ªa al tel¨¦fono que le hab¨ªa dejado un amigo. Nadie contest¨®. No podr¨¢ ense?arle las cintas de v¨ªdeo que hab¨ªa tra¨ªdo de Senegal.

Sus amigos se han quedado mudos. La tragedia les ha puesto una mordaza en la boca. A Sam s¨ª que le gustaba hablar. "A veces le mand¨¢bamos callar porque era muy parlanch¨ªn". En la plaza de Espa?a de Torrej¨®n, lugar habitual de reuni¨®n de los inmigrantes, se tiraba muchas horas. Era lo m¨¢s barato y ¨¦l se sent¨ªa a gusto.

Su mujer ha decidido que su cuerpo se quede en Espa?a. No quiere llevar la tragedia a su pueblo. All¨ª todos querr¨ªan tocarle y abrazarle, y su amigo Jos¨¦ cuenta que, en las condiciones en las que est¨¢ el cuerpo, ser¨ªa un trauma. Todos esperan que sus hijos tengan un futuro como el que su padre so?¨® para ellos.