'Barcelona, mapa de sombras': caza mayor
Uno. Llu?sa Cunill¨¦ ha escrito una de las grandes funciones de la temporada y de muchas temporadas: Barcelona, mapa de sombras. En la sala Beckett, hasta el 11 de abril. Una comedia feroz, l¨ªrica, valiente, imprevisible, misteriosa y di¨¢fana; formidablemente interpretada y dirigida; tan decisiva y culminante como D¨ªas enteros en las ramas, de la Duras, o Moonlight, de Pinter. Sus protagonistas son un viejo matrimonio en una vieja casa del Ensanche barcelon¨¦s, donde "las almas son bajas y peque?as como gateras". El hombre va a morir. Una calurosa noche de verano, ¨¦l y su esposa hablan con los realquilados, uno a uno, para pedirles que se vayan: quieren estar solos en ese tramo final. Tres realquilados. Una mujer rubia, hastiada y libre, que sobrevive dando clases de franc¨¦s. Una muchacha suramericana, embarazada, que trabaja mil horas en un bar. Un joven vigilante de seguridad, ex futbolista, abandonado por su pareja. En la cuarta escena aparece el hermano de la esposa, cirujano, homosexual. Todos van a hablarnos, por espacio de dos horas. ?Recuerdan a Leonor Watling en Mi vida sin m¨ª, cont¨¢ndole a la protagonista agonizante, sin pre¨¢mbulos, la terrible historia de las siamesas que murieron en sus brazos? ?Recuerdan a la Mujer Zurda de Handke, aquella noche en la que se reuni¨® con la gente a la que hab¨ªa conocido durante el d¨ªa, y de pronto todos rompieron a hablar? O mejor dicho, se deslizaron hacia la narraci¨®n; alcanzaron sin pre¨¢mbulos el ¨²nico estado desde el que pueden ser dichas las cosas verdaderamente importantes. Bien: Llu?sa Cunill¨¦ es de los poqu¨ªsimos escritores que sabe colocar a sus personajes instant¨¢neamente en ese estado. Sin falsa poes¨ªa, sin construcci¨®n del sentimiento, sin clarines de aviso; sin esos momentos en los que el Echanove de turno se queda mirando al tendido y dice: "Nosotros tambi¨¦n ten¨ªamos ch¨®fer". Sus personajes habitan ese estado porque ni esperan nada ni tienen nada que perder. Y es entonces cuando brota no un recuerdo, no una confesi¨®n, no un grito declamado, sino, como ped¨ªa Whitman, "something far away from a puny and pious life / something escaped from the anchorage and driving free". Lourdes Barba, la directora, ha sabido acompa?ar a sus actores hasta ese estado. No es tarea f¨¢cil. De hecho, es tan dif¨ªcil como acceder a ¨¦l desde la escritura.
Dos. El viejo no duerme porque teme morir en cuanto cierre los ojos. Era portero en el Liceo, y conoci¨® a la Callas y a su perro, y all¨ª aprendi¨® a disfrazarse. Se tira pedos como quien dispara al aire. Todos sus amigos han muerto o viven demasiado lejos. El viejo es Alfred Luchetti, y est¨¢ para com¨¦rselo, para devorarlo, con esa humanidad y esa transparencia ("de cristalito") que s¨®lo alcanzan algunos c¨®micos cuando empiezan a estar de vuelta, cuando ya no esperan nada innecesario. La profesora de franc¨¦s escribi¨®, en su juventud, un libro, "tan descatalogado como las ideas que conten¨ªa". Conserva la foto de un muchacho que asesin¨® a su madre y bail¨® desnudo sobre su cad¨¢ver. La ciudad se le ha vuelto indistinta. Su hijo es arquitecto y ha contribuido a destruirla. Una ciudad tomada por los especuladores y los corredores de footing y los turistas y los delincuentes; una ciudad en la que los bares son "completamente inofensivos". La profesora es Lina Lambert, eterna c¨®mplice de Llu?sa Cunill¨¦: una elegancia oscura, una voz como una luz tenue y precisa en la madrugada. La esposa escribe un diario secreto desde su infancia. La esposa es Mon Plans, que aqu¨ª est¨¢ como nunca ha estado, como un cruce entre Frances Conroy, la madre de Six Feet Under, y Cloris Leachman en The Last Picture Show. La escena de su encuentro con el joven vigilante (Jordi Collet) que anhela una madre, que susurra el himno del Bar?a como una eleg¨ªa del mismo modo que ella le canta La Boh¨¨me como una nana, es el ojo abierto y central y desvelado de la funci¨®n: no se puede escribir mejor, no se puede interpretar mejor. Daniela Corbo es la extranjera, la sangre nueva y mestiza, la portadora del hijo futuro; otra mujer feroz, otra actriz feroz en esta galer¨ªa de actrices y mujeres feroces. Albert P¨¦rez es el hermano, el cirujano que quiere ser ruso. Y es casi una mujer feroz. Sue?a con incendiar la ciudad, rescatar a su hermana y viajar juntos, muy lejos, en el Transiberiano, como Blaise Cendrars y la petite Jeanne de France. Busca a alguien, "alguien a quien he de conocer esta noche, y que me lo explicar¨¢ todo". Cuando llegue la ¨²ltima escena, en la alcoba del matrimonio, al final de la noche, se consumar¨¢ el prodigio: sabremos todo, absolutamente todo, de estos personajes, como en un culebr¨®n que de repente muestra su env¨¦s de nudos, en passant, sin darle mayor importancia: grandes revelaciones, incestos, paternidades ocultas, combustiones espont¨¢neas. Tendido en la cama, en la oscuridad, el viejo volver¨¢ a escuchar las frases del general S¨¢nchez el 26 de enero de 1939, cuando los fascistas espa?oles fueron abrazados por los fascistas catalanes: una escena que Brossa y Bernhard hubieran aplaudido, llorando a carcajadas.
No falta ni sobra nada en este texto. Todo es importante, nada es "simb¨®lico" o "significativo". No hay costumbrismo. No hay opacidad. Llu?sa Cunill¨¦ ha dado un gran salto con esa obra, pero sigue siendo escandalosamente desconocida fuera de Catalu?a. Porque su tono es inusual. No es una autora dif¨ªcil, como se ha dicho. Es una autora clara: lo que sucede es que hay demasiado ruido, demasiado tintineo a su alrededor. Y es una autora mayor, que quedar¨¢, cuando caigan las etiquetas y la pereza receptiva. Hay que correr a aplaudir Barcelona, mapa de sombras.
P.D. Tambi¨¦n he visto El retablo de las maravillas, de Joglars, en el Lliure. Un Boadella grande cuv¨¦e. Con los blancos perfectamente definidos, y la mala leche fluyendo directa. Un gui¨®n soberbio y, como siempre, unos actores que se salen. Se lo cuento el pr¨®ximo s¨¢bado.
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