Hay un nadador en la ba?era
Un joven Amis le reprocha a John Updike que haya seleccionado para un libro de rese?as algunas que merecen el olvido. No es que las rese?as sean malas; es que lo son los libros que las propiciaron. "Por ello", dice. "es inevitable que, a veces, Updike parezca un nadador ol¨ªmpico en una ba?era". La guerra contra el clich¨¦ (o el chicl¨¦) recoge cerca de treinta a?os de la actividad cr¨ªtica de Martin Amis. En el pr¨®logo parece que trate de captar la benevolencia de sus lectores pidi¨¦ndoles que se fijen en la fecha en que fueron escritos sus relatos. Nada de benevolencias. Oblicua proclamaci¨®n de orgullo. Con 24 a?os, por ejemplo, coge a Steiner. El Steiner de los art¨ªculos en The New Yorker (ahora van a publicarse en espa?ol) sobre la partida de ajedrez entre Fischer y Spassky. No llegar¨ªa a darle a Amis la condici¨®n ol¨ªmpica. Pero s¨ª que Steiner parece una ba?era. Se remite a las pruebas de un p¨¢rrafo. Un largo p¨¢rrafo que, a pesar de haber sido extractado, puede entrecomillarse. Es muy representativo, no ya de lo que Steiner escrib¨ªa en 1972, sino de lo que escribi¨® antes y despu¨¦s. Y lo que dice Amis no vale s¨®lo para los art¨ªculos de The New Yorker, sino para el antes y el despu¨¦s: "Es caracter¨ªstico de Steiner que haya una chispa de significado en alguna parte de esta variopinta fogata [el p¨¢rrafo], pero semejantes aprehensiones deben ser evocadas mostrando duda e iron¨ªa, y sin buscar protagonismo; todo aquello, en definitiva, de lo que carece Steiner, en ¨¦sta como en cualquier otra de sus obras. (...) Ya ser¨ªa hora de que Steiner dejara de estar cegado a causa de los inmensos dones que ha recibido y se diera cuenta de la importante diferencia entre lo brillante y lo deslumbrante". Por cierto: Amis no parece haber ignorado esta lecci¨®n que endosa altivo al maestro: a medida que crece, sus art¨ªculos van adquiriendo una positiva relevancia mate.
LA GUERRA CONTRA EL CLICH?
Martin Amis
Traducci¨®n de Francesc Roca
Anagrama. Barcelona, 2003
508 p¨¢ginas. 19,50 euros
No siempre se desliza como
un nadador ol¨ªmpico. Son quinientas p¨¢ginas. Y altas empresas. A veces chapotea sobre los oc¨¦anos. El Quijote, por ejemplo. Manejar la margarita me aburre / no me aburre -y sobre todo si la maneja un fiero defensor del canon, antirrelativista y antisentimental-, no creo que sea el punto de partida m¨¢s indicado para un ejercicio cr¨ªtico. Tampoco sus apreciaciones sobre Joyce y los juegos de palabras cambiar¨¢n el mundo. En cambio su pasi¨®n nabokoviana se concentra aqu¨ª: pedir¨ªa su permiso, de concesi¨®n improbable, para decir que Lolita -la novela, no el personaje: otro permiso improbable- m¨¢s bien parece un par¨¢sito de su ensayo sobre ella.
En medio del presente (advertencia inicial: "Deplorar la actualidad, el presente, es el colmo de la inanidad"), Amis escribe con la misma libertad e impertinencia. O manda escribir a los otros. As¨ª empieza su rese?a sobre una biograf¨ªa de Margaret Thatcher: "Mitterrand pensaba de ella que ten¨ªa los ojos de Cal¨ªgula". Y la de un desternillante manual de Hillary Clinton: "Newt Gingrich la llam¨® zorra. Ruth Limbaugh, feminazi". Su agudeza es notable cuando se encara con Entre los v¨¢ndalos, el reportaje de Buford sobre los hooligans y su propio proceso de brutalizaci¨®n. El sospechoso punto de vista de Buford. Se pregunta Amis: "?Cu¨¢ntos actos violentos cometi¨® Buford y a qui¨¦n perjudic¨® con ellos?".
Jason Cowley, escritor, y editor de The New Statesman, dice en la contraportada de este libro que lo mejor de Amis est¨¢ en sus ensayos. Es una opini¨®n relativamente extendida. No tengo todos los datos necesarios para opinar. Pero es indiscutible que el Amis de Visitando a Mrs. Nabokov -el anterior recuento que public¨® Anagrama en 1995: reportajes literarios tan elegantes como el viejo tenis- y ¨¦ste del clich¨¦ muestran a un escritor tenso y con un pensamiento (muy a lo Austin) sin otro ruido que el de su propio zumbido. Y con una moral s¨®lida. Que ampl¨ªa el lugar m¨¢s o menos com¨²n de que la escritura es una lucha contra el clich¨¦. Que explicita: "No s¨®lo los clich¨¦s de la pluma: sino los de la mente y los del coraz¨®n". Es decir: los clich¨¦s que las met¨¢foras subversivas tantas veces encubren.
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