Espa?a e Irak /1
Bajo las bombas, Bagdad vivi¨® hace un a?o su primera noche de ruido, destrucci¨®n y silencio. Una m¨¢quina de vender mentiras ejecut¨® la b¨²squeda de una soluci¨®n menos atroz que el uso de la fuerza. Un cisma entre los pa¨ªses europeos se fragu¨® aquellas semanas de dolor, viendo c¨®mo el tiempo avanz¨® contra la voluntad del mundo hacia la noche de los generales, felices como asesinos.
Los Gobiernos partidarios de la guerra hicieron o¨ªdos sordos ante las protestas masivas. Millones de pacientes ciudadanos de todas las ideolog¨ªas posibles e imposibles protagonizaron una rebeli¨®n pac¨ªfica que debi¨® enmudecer a los responsables pol¨ªticos y hacerles entrar en raz¨®n. Pero en Espa?a, el grito se volatiliz¨® en el vac¨ªo y qued¨® sepultado en la memoria, un nicho de oro. Un a?o despu¨¦s, el voto ha castigado con dureza la insidia del gobernante.
Los cruzados modernos hicieron rugir sus m¨¢quinas de matar y se lanzaron a la conquista de Eldorado petrol¨ªfero, atravesando un mar de arena, vapuleados por tormentas inmisericordes. Pero avanzaron sin obst¨¢culos, disparando contra todo lo que transciende por culpa del movimiento. S¨®lo las alima?as m¨¢s escondidas y las estructuras m¨¢s expl¨ªcitas se salvaron de la apisonadora met¨¢lica.
Todas las v¨ªctimas deber¨ªan ser nuestras v¨ªctimas. Quiz¨¢, hoy los espa?oles somos m¨¢s sensibles al padecimiento humano despu¨¦s de haber visto con toda crudeza los efectos devastadores de los atentados de hace poco m¨¢s de una semana en Madrid. Hemos conocido historias heroicas, nos hemos emocionado ante esa maravillosa costumbre de los seres humanos de enfrentarse con dignidad a la muerte, de luchar por la vida entre los escombros provocados por los criminales siervos de la especulaci¨®n ideol¨®gica y del fanatismo.
Pero escenarios tan demoledores se producen a menudo en todas las guerras, sin excepci¨®n, incluidas las mal llamadas quir¨²rgicas. Si un herrero mal¨¦volo consiguiese marcar nuestros cuerpos con el padecimiento lejano, aunque s¨®lo fuese en forma de mueca, su manifestaci¨®n m¨¢s visible y endeble, el mundo en que vivimos iniciar¨ªa un camino sin retorno contra la violencia, que acabar¨ªa perdida en cualquier esquina de la historia.
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