?Y ahora qu¨¦?
Con la sencillez conmovedora que les caracteriza, los economistas y algunos estrategas electorales piensan que lo que determina el resultado de las elecciones es el bolsillo. En los o¨ªdos de muchos a¨²n resuena el lema que permiti¨® a Bill Clinton vencer a George Bush padre, que ven¨ªa de ganar una guerra en Irak: ?es la econom¨ªa est¨²pidos, es la econom¨ªa! Seg¨²n esta m¨¢xima, si la econom¨ªa va mal los electores tienden a cambiar al Gobierno; pero si va bien, no arriesgan. Sin embargo, los resultados de las elecciones espa?olas del pasado 14-M parecen haber quebrado esa regla de oro electoral.
Podr¨ªa pensarse que en este caso esa regla no ha funcionado porque la conmoci¨®n originada por el atentado terrorista de Atocha perjudic¨® al Gobierno. Pero hay otra regla electoral que establece que en caso de grave amenaza social los ciudadanos tienden a cerrar filas alrededor de soluciones conservadoras. El voto del miedo deber¨ªa haber beneficiado al PP. Pero tampoco funcion¨®. A¨²n nos podemos acoger a otra explicaci¨®n. Lo que ha ocurrido es que se ha producido un voto de castigo al Gobierno por la gesti¨®n de la informaci¨®n sobre los autores del atentado, con el fondo del rechazo a la guerra de Irak. Zapatero no habr¨ªa ganado por m¨¦ritos propios. Es posible, pero tambi¨¦n cabe otra interpretaci¨®n donde la econom¨ªa vuelve a desempe?ar un papel importante.
Aparentemente la econom¨ªa est¨¢ en un buen momento. El crecimiento se mantiene elevado; mal que bien, el empleo contin¨²a dando satisfacciones; la inflaci¨®n tiende a reducirse; los ingresos fiscales funcionan; las cuentas de la seguridad social permiten mantener la estabilidad presupuestaria; el precio del dinero sigue en m¨ªnimos y tirando fuerte del consumo, especialmente la compra de vivienda y de autom¨®viles. S¨®lo la inversi¨®n y la productividad de las empresas parecen presagiar tiempos peores.
Pero una cosa es que la econom¨ªa est¨¦ bien y otra es que vaya bien. Me ha llamado la atenci¨®n el hecho de que la ca¨ªda del voto del PP haya sido significativamente mayor en aquellas provincias en las que el precio de la vivienda es m¨¢s alto y en las que los ¨ªndices sociales de bienestar (educaci¨®n, vivienda, bienestar individual) son m¨¢s bajos. ?No es esto econom¨ªa? Las ¨²ltimas encuestas del CIS, elaboradas antes del atentado, se?alaban ya una ca¨ªda espectacular en la valoraci¨®n global que los espa?oles hac¨ªan de la gesti¨®n y de las pol¨ªticas del Gobierno de Aznar. El cambio se estaba incubando. Posiblemente recibi¨® un empuje inesperado. Pero la existencia de una alternativa cre¨ªble ha debido desempe?ar su papel. No cambiamos de chaqueta s¨®lo por que est¨¦ usada, sino cuando vemos la posibilidad de comprar otra nueva. Quiz¨¢ la econom¨ªa y las propuestas pol¨ªticas y credibilidad de Zapatero han tenido m¨¢s influencia en el cambio de lo que en principio hemos pensado.
Pero, en cualquier caso, ?y ahora qu¨¦?, ?pondr¨¢ Zapatero en peligro el crecimiento y la estabilidad econ¨®mica y presupuestaria lograda por Aznar?, ?cu¨¢les pueden ser las consecuencias en Europa de la amenaza de nuevas acciones terroristas? Tiempo habr¨¢ en las pr¨®ximas semanas para ir abordando estas cuestiones. Pero, a bote pronto, no cabe esperar grandes efectos, ni a¨²n para el turismo, la actividad econ¨®mica m¨¢s sensible al miedo a viajar. Los conservadores intentar¨¢n utilizar el t¨®pico de que la izquierda es manirrota y echar¨¢ por la borda la estabilidad presupuestaria. Pero Zapatero ya ha anunciado que uno de los principios de su pol¨ªtica econ¨®mica ser¨¢ la estabilidad presupuestaria y, por otro lado, la gente que le rodea en el ¨¢rea econ¨®mica, como Miguel Sebasti¨¢n y Pedro Solbes, son m¨¢s bien frugales con el gasto p¨²blico. Puestos a se?alar alg¨²n temor, apuntar¨ªa el riesgo de que el nuevo Gobierno comience bloqueando muchos de los programas de inversi¨®n p¨²blica en marcha, causando un retraimiento de la demanda. Pero la decisi¨®n de Pasqual Maragall de seguir con el t¨²nel de Bracons apunta a que es poco probable que se produzca ese freno a la inversi¨®n, aun cuando haya que armonizarla mejor con el medio ambiente.
Tampoco veo efectos recesivos sobre la econom¨ªa europea, siempre y cuando los gobiernos de la UE sepan dar una respuesta coordinada a la amenaza terrorista. Podremos tener episodios concretos, pero no tienen por qu¨¦ afectar a la confianza de consumidores y empresarios, que es la variable b¨¢sica de la reactivaci¨®n europea. S¨ª temo, sin embargo, los efectos sobre las libertades, y en particular sobre la libertad de movimientos. Recuerdo con temor una descripci¨®n de Stefan Zweig que puede volver a hacerse realidad: "Tal vez nada demuestra de modo m¨¢s palpable la terrible ca¨ªda que sufri¨® el mundo a partir de la I Guerra Mundial como la limitaci¨®n de la libertad de movimientos del hombre y la reducci¨®n de su derecho a la libertad. Antes de 1914 (...) todo el mundo iba a donde quer¨ªa y permanec¨ªa all¨ª el tiempo que quer¨ªa. La gente sub¨ªa y bajaba de los trenes sin preguntar ni ser preguntada. No exist¨ªan salvaconductos ni visados ni ninguno de esos fastidios; las mismas fronteras que hoy aduaneros, polic¨ªas y gendarmes han convertido en una alambrada, a causa de la desconfianza patol¨®gica de todos hacia todos, no representaban m¨¢s que l¨ªneas simb¨®licas que se cruzaban con la misma despreocupaci¨®n que el meridiano de Greenwich" (El mundo de ayer. Memorias de un europeo). Quiera Dios que el nuevo Gobierno de Rodr¨ªguez Zapatero sepa conjugar en Espa?a, y contribuya a hacerlo en Europa, un adecuado equilibrio entre seguridad frente a la amenaza real del terrorismo y el mantenimiento de las libertades.
Ant¨®n Costas es catedr¨¢tico de Pol¨ªtica Econ¨®mica de la UB.
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