Calma triste en Russafa
El barrio m¨¢s multi¨¦tnico de Valencia vive con apenada normalidad los d¨ªas posteriores a los atentados de Madrid
Ciertas miradas. La mayor¨ªa de los habitantes magreb¨ªes de Russafa s¨®lo ha notado este sutil cambio en sus vecinos valencianos tras los atentados del 11 de marzo. "Es comprensible despu¨¦s de lo que ha pasado", dice Balga, un marroqu¨ª del Rif que lleva 14 a?os en Espa?a. "Pero casi todos los espa?oles tienen buen coraz¨®n, y si nos miran con recelo tenemos que ser comprensivos, no confrontar el odio con el odio y buscar la paz entre los pueblos".
Este sentimiento de sustancial normalidad entre las comunidades es corroborado por vecinos "de toda la vida". Como Mariano y Encarnita, que camino de los toros destacan en cambio que "la gente est¨¢ triste". "En Fallas, despu¨¦s del luto, se han hecho las cosas que hab¨ªa previstas pero sin ganas, como por inercia". Y Mariano a?ade: "Se tiene una sensaci¨®n de unidad, porque la pena la hemos sentido todos, aunque cada cual venga de un sitio o tenga sus ideas".
Jos¨¦ y Mar¨ªa, ecuatorianos de 26 y 38 a?os, apuntaban al miedo como otro de los sentimientos que ha recorrido las calles: "Escuchamos cosas, como que Valencia pod¨ªa ser objetivo terrorista durante las fiestas, y la gente andaba un tanto temerosa." Jos¨¦ opina que ha aumentado la desconfianza hacia los inmigrantes "en general, no s¨®lo hacia los ¨¢rabes", pero conf¨ªa en que la polic¨ªa castigue a los culpables "con todo el peso de la Ley. "Y que no se generalice con tantos como estamos aqu¨ª dejando nuestro esfuerzo para sobrevivir".
Pero si hay una comunidad que ha sentido temor despu¨¦s de las bombas esa ha sido sin duda la ¨¢rabe. Y m¨¢s ampliamente el conjunto de los musulmanes que habita Russafa. "No hemos sentido rechazo, pero s¨ª miedo porque, dios no lo quiera, podr¨ªa volver a ocurrir", dice una mujer tocada con un hiyab (pa?uelo) en su carnicer¨ªa de la calle de Tomasos. "Esperamos que no haya represalias, ni de los vecinos ni de la polic¨ªa. Tenemos que recordar que entre los muertos de Madrid hab¨ªa personas de otros pa¨ªses, y muchos musulmanes", se?ala Larbi, tunecino, que lleg¨® a Russafa a principios de 2003.
Esta aprensi¨®n la han notado propios y extra?os. Pedro Poveda, due?o de un comercio, asegura que en los d¨ªas siguientes a los atentados, a los magreb¨ªes "no se les ve¨ªa el pelo". A su lado, Maite Guti¨¦rrez no cree que haya aumentado el rechazo, aunque en su local alguien se haya quejado de que vendieran Meca Cola. "Los que les criticaban continuar¨¢n haci¨¦ndolo, pero la mayor¨ªa sabe que la responsabilidad no es de los inmigrantes, y qued¨® muy claro en las elecciones".
Apoyado en un coche en la calle de Cuba, Mohamed es m¨¢s pesimista. Asegura que adem¨¢s de las miradas "a algunas mujeres que van vestidas con pa?uelo les han llamado Bin Laden desde algunas ventanas. Por eso ahora no salen". Este argelino, que vivi¨® en Francia y en Alemania antes de abrir un negocio en Russafa, dice que le duele que "siempre se culpe a todos los ¨¢rabes cuando pasa algo malo". "Lo que tienen aqu¨ª los valencianos es un diamante en bruto. Podr¨ªa ser como Granada, donde los puestos de artesan¨ªa de los inmigrantes atraen a los turistas. Pero para eso hace falta que nos escuchen".
Hay opiniones m¨¢s gruesas. Santiago Fern¨¢ndez, por ejemplo, considera que al barrio le ha sentado muy bien "la limpieza de moros que ha hecho la polic¨ªa en los ¨²ltimos tiempos". Aunque puntualiza que "no es porque sean moros, sino porque la actitud de m¨¢s de uno dejaba mucho que desear".
Ayer era el d¨ªa internacional contra el racismo, pero nadie en Russafa aparentaba estar al tanto. Sus habitantes parecen saber que construir una convivencia sana en su particular Babilonia no es cuesti¨®n de un d¨ªa sino de muchos.
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