Calor humano contra la explosi¨®n
Los trabajadores del hospital de Getafe, especializado en grandes quemados, recuerdan c¨®mo se enfrentaron al 11-M
Una llamada a la emisora de la UCI que anunciaba la llegada de un ni?o de cinco a?os con quemaduras graves y una fractura abierta pusieron en marcha todos los sistemas de urgencias del Hospital de Getafe el 11-M. El hospital, centro de referencia en la atenci¨®n de grandes quemados, se prepar¨® para lo peor. Al final el hospital, a 12 kil¨®metros de Madrid -"pero s¨®lo a cinco minutos en ambulancia", seg¨²n una portavoz- recibi¨® a 40 heridos. Seis segu¨ªan ingresados ayer.
"Afortunadamente, no hubo muchos quemados graves", afirma Purificaci¨®n Holgu¨ªn, responsable de la unidad de grandes quemados del hospital. Hubo muchas quemaduras superficiales por el fogonazo y much¨ªsimas heridas de metralla, pero "por suerte no hubo llamas ni l¨ªquidos inflamables implicados". "Lo que ten¨ªan todos era contusi¨®n pulmonar por la onda expansiva", dice Federico Mayo, m¨¦dico de Cirug¨ªa Pl¨¢stica que estaba de guardia ese d¨ªa.
S¨®lo una mujer, con el 40% de su cuerpo quemado, permanec¨ªa ayer en la unidad de Quemados. Una joven que hab¨ªa ingresado con quemaduras en el 26% del cuerpo ya est¨¢ en planta. El ni?o que lleg¨® primero, fue estabilizado y enviado a La Paz, donde hay una UVI infantil. Todos ten¨ªan menos del 50% del cuerpo afectado, el l¨ªmite a partir del cual las quemaduras corren riesgo de ser mortales.
"Cuando o¨ªmos las noticias esperamos lo peor. Desalojamos la UVI, y a los enfermos altables los sacamos de las habitaciones y los enviamos a las salas de espera", relata Holgu¨ªn. Pero todo ese esfuerzo no hizo falta. Tampoco fue necesario que las enfermeras Teresa C¨®rcoles y Carmen Coello trabajaran. "Nos ofrecimos, pero nos dijeron que nos fu¨¦ramos". "
Luego supimos que ven¨ªan pocos heridos", dice Mari Paz Robles, supervisora de la planta de quemados del hospital.
Ellas se enfrentaron al drama al volver al hospital. "Ya vienes afectada de casa, y eso que yo ya hab¨ªa vivido los atentados de Ramales y de Vallecas, y en agosto pasado el accidente de Puertollano", dice Carmen. "Casi fue mejor llegar a trabajar. Aqu¨ª est¨¢s en tu ambiente", a?ade Teresa. Para las tres, acostumbradas a vivir situaciones terribles a diario, aquel d¨ªa fue "duro, pero dentro de lo normal".
La situaci¨®n en los ¨²ltimos 12 d¨ªas no ha variado. "Los quemados suelen estar muy sedados" explica Carmen. Las tres opinan que en otras secciones del hospital se han vivido situaciones peores. "Aqu¨ª hay un chaval que recibi¨® metralla en la cabeza. Hubo que hacerle una revascularizaci¨®n del brazo derecho porque lo ten¨ªa machacado y sin riego, y tiene un cat¨¦ter intracraneal para evitar un edema cerebral", explica Mayo.
Este caso es "mucho m¨¢s duro", coinciden las enfermeras. "Afecta mucho porque te habla, y no sabes qu¨¦ decirle". El hospital no ha establecido ning¨²n sistema especial de apoyo psicol¨®gico, pero ayuda a los pacientes "abriendo la mano" con los horarios de visitas. "Si vemos que el chico est¨¢ de baj¨®n, salimos a buscar a alguien de su familia que quiera entrar a darle de comer", explica Mari Paz.
El m¨¦dico Enrique Cerd¨¢ piensa que "lo peor del caso ha sido el volumen y el impacto emocional. Pero lo importante es que funcionen los protocolos. Metidos en la rutina del trabajo, todo se vive mejor".
Con la vuelta a la normalidad llega el momento de hacer balance. Todos est¨¢n satisfechos por el esfuerzo realizado, pero queda una peque?a amargura: "A las 11.30 ya hab¨ªamos terminado y ofrecimos ayuda al 12 de Octubre [el segundo que m¨¢s heridos recibi¨®]. Pod¨ªamos haber hecho mucho m¨¢s", se lamenta parte del personal.
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